El primer ministro español, Pedro Sánchez, ha resuelto convocar a elecciones anticipadas para el próximo 28 de abril, esto es, en poco más de dos meses.

La razón está centrada en el resquebrajamiento de la alianza que le permitió destituir a Rajoy, representante del partido popular de la derecha hace menos de un año atrás, alianza constituida por el PSOE, Unidos Podemos y los partidos nacionalistas de distintas regiones de España. Esta fractura se produjo por la falta de aprobación de los presupuestos presentados ante el Congreso por parte de los partidos nacionalistas.

Desde el primer minuto estaba claro que el gobierno de Sánchez estaría pendiendo de un hilo muy delgado, dadas las diferencias existentes entre el PSOE y los restantes partidos en torno al tema de las autonomías. Si bien son menores a las que estos últimos tienen respecto de los de la derecha, no dejan de serlo.

En tiempos de Franco, de una derecha dura, las autonomías no existían, las culturas y lenguas regionales eran perseguidas. Era la España única, que no admitía la rica diversidad que le da forma e identidad ante sí misma y el mundo. Con la transición democrática española se avanzó significativamente en favor de las libertades e identidades regionales por la vía de la consolidación de las autonomías, donde se asume la existencia de un país, España, y la de las regiones con sus propias características, identidades, lenguas. Los partidarios de la independencia, particularmente catalanes y vascos, sobretodo los primeros, siempre han ido por más, basados en no pocas y poderosas razones.

El rechazo a los presupuestos por parte de los partidos nacionalistas tiene justamente su origen en la aspiración por mayores avances en el plano de las autonomías o independencia, especialmente en el caso de los catalanes. Lo concreto es que por jugar al todo o nada, han provocado unas elecciones legislativas anticipadas cuyo desenlace es difícil de prever.

El momento es favorable a la derecha porque sopla el viento a favor por: a) una tendencia que se está dando a nivel mundial y en la misma España, como lo ilustra la reciente derrota del PSOE en Andalucía luego de más de 30 años gobernando allí; b) la unidad que muestran las distintas derechas españolas expresadas en el partido Popular (PP), Ciudadanos y VOX; y c) la división de la izquierda, particularmente entre PSOE y Unidos Podemos, al menos en lo que concierne a sus posiciones en torno a la independencia y autonomías.

La paradoja estriba en que los partidos nacionalistas, corren alto riesgo de ir por lana y salir trasquilados, dado que con su conducta posibilitarán que se conforme un gobierno tripartito de derecha que incluya a la más rancia, la franquista, que se opone no solo a la independencia, sino que a las autonomías.

El juego al todo o nada es propio del mundo militar, no del político. La resolución civilizada de conflictos exige negociaciones, conversaciones, concesiones, acuerdos. El mundo no es negro o blanco, sino que es una amalgama de colores, incluidos los grises. Para ello debe imperar un clima de no violencia activa que se superponga al de la violencia e imposición.

Formulemos votos porque en España la izquierda y el nacionalismo superen el trance en que se encuentran y sean capaces de revertir lo que se cree que ocurrirá dando un ejemplo a seguir en todo el mundo.