Por Jhon Sánchez

En el año 2007, Ho Lin editó una de mis historias cortas, pero nos conocimos por primera vez en Febrero del 2008 durante una lectura de su libro China Girl en Bluestockings en el barrio bohemio del Lower East Side de Nueva York. En noviembre de este año, Ho Lin regresó a Nueva York, esta vez como un ponente invitado en una clase que doy en el Gay Men’s Health Crisis (GMHC). Vino desde San Francisco, su hogar y en donde edita la revista literaria Caveat Lector.

Después de la clase comimos pizza y conversamos de películas y literatura. Ho Lin también se desempeña como cineasta y músico, y muchos de sus escritos pueden verse como una conversación entre el cine y la música. Me hubiera gustado ver una película juntos pero no nos alcanzó el tiempo. La próxima vez será.

J.S/Usted nació en Estados Unidos, pero vivió por un tiempo en China. Creo que esto tuvo gran impacto en su libro. ¿En qué manera le afectó a usted esta experiencia de conectarse con su origen? ¿Su colección de historias cortas empezó aquí o en China?

Después de terminar la universidad viví en China y Taiwán por cuatro años a finales de los 90. Esta experiencia me enseñó no solo de mi herencia, sino de diversas formas de contar una historia. Al ser un chino-americano que creció al norte de Nueva York, hay un sentimiento de otredad en ti. Vivir en Asia me llevó al otro lado de la balanza, ya que la gente asume que eres extranjero porque no te ves ni actúas como los “locales”. Y aunque existen dificultades por estar en ese espacio fluido entre dos culturas, descubrí que había oportunidades de jugar con ese espacio al crear historias ambientadas (o inspiradas) en Asia que tengan una perspectiva multicultural.

No todas mis historias tienen una conexión con Asia, pero cuando empecé a desarrollar China Girl me di cuenta de que muchas de mis historias tenían cosas en común y estas fueron las historias que incluí en la colección. La primera historia de la colección, escrita en el 2002, “China Girl”, se inspiró en las personas que conocí en China. Y la historia más reciente, “National Holiday”, la escribí en el 2016.

J.S/ A propósito del tema, una de las principales características de su colección es como usted juega con las estructuras. Las historias se cuentan de una manera no tradicional. Usted desafía el proceso de contar una historia. ¿Alguna vez ha escrito de una manera más tradicional? ¿Cómo transformó su narrativa en esta manera experimental y por qué lo hizo?

Creo que mi experimentación empezó en la universidad, cuando tuve la suerte de tomar un taller de hipertexto con el escritor Robert Coover. Hasta ese punto fui muy tradicional en mi narrativa, pero el hipertexto – o la manera en la que se mostraba el hipertexto en ese taller- te lleva a un enfoque más libre, en el que se mezclan voces diferentes, diferentes tipos de multimedia y hasta se cruzan las historias con las de otros autores. La idea fue muy atractiva para mí. ¿Y no crees que esa es la manera en la que vivimos estos días? Las memorias y fantasías y el presente están chocándose entre sí. Un momento podemos estar muy presentes en lo que estamos haciendo y de pronto podemos estar dándole vueltas a algo del pasado o una canción o una escena de una película. Se podría decir que nuestro modo de vivir hoy, con tantos estímulos viniendo de todos lados fue anticipado por el hipertexto.

No me malinterpretes, adoro las historias tradicionales también y siempre he aspirado a escribir más de ellas. Hay pocas cosas que me complacen tanto como leer un trabajo de ficción bien escrito. ¡Ojalá yo fuera mejor para eso!

J.S/ Hay dos historias escritas a modo de guion de cine. Leer guiones suele ser difícil pero en este caso las historias fueron divertidas. ¿Cómo logró esto? ¿Cree que se debe a la voz narrativa? Al leer estas historias sentí como que un amigo me estuviera relatando una película de principio a fin.

Si esa fue tu impresión al leer mis historias, estoy muy contento porque eso fue lo que buscaba al escribirlas. Las dos historias a las que te refieres son “Floating World” y “Trio” y están etiquetadas como “tratamientos de cine” pero no son tratamientos en el sentido literal. Un ejecutivo de Hollywood diría que no cumplen con el propósito de un tratamiento, que es el dar una explicación completa de la historia. Cuando escribía las historias me enfoqué en las emociones, qué sentimientos quería que mis historias provoquen.

Hoy en día, muchos guiones explican todo acerca de la historia. Desde cierto punto de vista, eso es lo que debes hacer, porque el guion es el mapa que guía una producción cinematográfica. Con los cuentos hice lo opuesto y los formulé como preguntas abiertas en lugar de afirmaciones concretas. Te doy un escenario, describo los personajes, presento cómo se desarrolla la trama – pero mucho de lo que pasa en las historias no se dice, o se deja a la imaginación del lector. Con suerte esto inspirará a los lectores a rellenar estos espacios en blanco, lo que da un sentimiento de posibilidad. Podría decirse que es un truco, porque presento mis historias de modo que parece que te voy a explicar todo pero yo quería capturar esa magia inefable que tienen las buenas películas. Parte de la magia son las conexiones que el espectador hace con la película al “interactuar” con ella. Quise preservar esto al dejar las historias lo suficientemente abiertas como para que el lector participe en ellas.

J.S/ En “National Holiday” uno de los personajes se llama “Little Prince”. Me recordó de inmediato al clásico libro del mismo nombre escrito por Antoine de Saint-Exupéry. Esta historia también tiene un lenguaje y ambientación que se asemejan a “El Principito”. Tiene un toque de fábula dentro de un cierto contexto político. Esta historia habla de censura. ¿Podría comentarme algo acerca de esto?

Hace unos meses tuve una estimulante conversación con David Andersson en su programa “Face 2 Face” que se centraba mayormente en el desarrollo de China. David era muy optimista con respecto a China y consideraba que en términos de crecimiento y eficiencia, estaba más avanzada que los Estados Unidos actualmente. No puedo estar en desacuerdo dadas las tendencias actuales en la política de Estados Unidos, pero creo que, al celebrar los logros de China, podría estar pasando por alto los graves problemas de censura y autoritarismo. Cuando los editores de libros independientes de Hong Kong que imprimen libros poco halagadores sobre la política china de repente “desaparecen” durante meses, se les declara bajo custodia y son forzados a cerrar sus negocios, sé que la censura sigue viva y fuerte en China. Puedes argumentar que en América hay mucha censura también, y yo estoy de acuerdo. Para mí, son dos casos diferentes de lo mismo.

Simultáneamente, se ha resaltado –correctamente según yo- que el régimen chino actual es probablemente el más benevolente que ha visto la nación en su larga historia. Esto nos dice más acerca de la historia china que del régimen presente, sin embargo reconozco la gran tarea que enfrenta China. Creo que Bette Bao Lord dijo una vez que cuando tratas con más de un billón de personas, no se puede gobernar con mano suave.

Esa es una larga explicación, pero es el pilar de “National Holiday”, en donde dos puntos de vista opuestos chocan entre sí. “El Principito” es un joven miembro naciente del Partido que es pragmático—entiende que no todo lo que su gobierno hace es necesariamente justo, pero también cree que es imposible hacer progresos y dar cabida a todos. En la historia, el Principito tiene que “cuidar” a un periodista rebelde que escribe cosas incómodas acerca del gobierno y la sociedad. Él debe prevenir que haga afirmaciones controversiales durante la celebración del nuevo régimen. Estas situaciones realmente suceden con los activistas en China. En mi historia, no cambia el pensamiento de nadie, pero ambos hombres llegan a entenderse uno al otro, lo cual puede interpretarse como una versión invertida de “El Principito” de Saint-Exupéry. (De paso, amo el trabajo de Saint-Exupéry, especialmente sus escritos autobiográficos sobre viajes aéreos).

En “National Holiday” traté de darle una calidad de fábula a una situación de la vida real pero sin el final feliz. Nadie tiene un “felices para siempre” pero la vida continúa, todos son un poco más sabios y las posibilidades existen aún – lo cual es similar a Saint-Exupéry supongo.

J.S/ Como le dije el día que lo conocí, me encanta el título “China Girl”. Dice mucho acerca del libro y nos recuerda a la canción de David Bowie. En el español, la palabra “China” esta en femenino, así que el énfasis en que China sea una mujer es hermoso. ¿Podría decirme, para usted, cuál es el significado más profundo del título? ¿Es acaso una metáfora de la manera en  la que los occidentales vemos a China?

El término “China Girl” tiene mucho peso en sí. Durante una visita reciente a China, me preguntaron con frecuencia quién era la “Mujer China” en mi libro. La respuesta simple es que el personaje principal en la historia “China Girl” representa a la mujer china moderna – inteligente, ambiciosa, con deseos de liberarse, muy consciente de los obstáculos que su sociedad y su nacionalidad le han puesto en frente. Pero también se trata de como la ven el resto de personas, que es en donde entra la canción de David Bowie. Tenemos nociones en Occidente acerca de cómo son las mujeres chinas (y asiáticas), que resultan ser limitantes. Esto llega a través de la canción de Bowie, lo cual esta referenciado directamente en la historia.

Yo creo que, en general, las mujeres están más interesadas que los hombres. Ellas tienen una consciencia de sí mismas y del mundo que las rodea que muchos hombres carecen, y es un reto el explorar eso para mí como autor. En “China Girl” traté de presentar un relato realista de una mujer cotidiana en China. Hay tristeza en su situación, pero también momentos de unidad y felicidad. Para mí, la historia resume lo que es China – no es un lugar fácil en el que vivir pero tiene una energía y ritmo diferente a cualquier otro lugar y creo que esto se siente con más fuerza a través de sus mujeres.

J.S/ Los Estados Unidos han vivido vergonzosos momentos de discriminación, como la Ley de Exclusión China, que nació de las percepciones negativas de los inmigrantes chinos. Hoy estamos experimentando  una nueva ola de discriminación, en su mayoría en contra de mexicanos y musulmanes. ¿Cuáles son las lecciones que aprendió el pueblo chino de ese obscuro tiempo? ¿El pueblo chino apoya a otras minorías que son discriminadas? ¿O existe una falta de conexión entre los diferentes grupos? ¿Podemos crear un puente entre lo que los separa? ¿Cuál es el papel de los escritores para llegar a esta meta?

Preguntas pesadas e importantes. Si hay algo que la gente china tiene es mucha paciencia. Y la paciencia es necesaria para soportar lo que tuvieron que soportar a lo largo de la historia. Se las arreglaron por décadas a pesar de las leyes discriminatorias por parte de Estados Unidos en su contra. Y cuando cambiaron las leyes, se adaptaron también. Por otro lado, creo que la gente china es pragmática por naturaleza y su instinto es no hacer alboroto. Aunque sé que ellos son sensibles a las dificultades de otras minorías, siempre serán cautelosos en cuanto a involucrarse en esos asuntos. Siempre habrá excepciones, por ejemplo, el autor chino americano Frank Chin ha sido un aliado abiertamente de los japonenses americanos que fueron internados durante la Segunda Guerra Mundial.

La verdad es, los humanos siempre han encontrado razones para separarse en grupos: los que tienen y los que no, lo aceptable y lo inaceptable. Tenemos a Estados Unidos como un ícono de la libertad y la multiculturalidad, pero no es diferente aquí. Los inmigrantes asiáticos, nativos americanos, los afroamericanos, algunos inmigrantes europeos y ahora los mexicanos y musulmanes. Sin embargo sí veo un cambio. Algo como el muro que Trump quiere construir hubiera sido aceptado de inmediato hace 100 años, pero hoy podemos ver que hay diálogo y oposición respecto a eso. Los afroamericanos aún tienen un largo camino por delante en cuanto a derechos civiles, pero ya se alzan las voces a su favor. Y como autores, me parece que mientras sigamos resaltando todas estas voces y puntos de vista diferentes, estamos contribuyendo al debate y al cambio. Afortunadamente, ¡sacar a la luz diferentes voces es uno de los principales trabajos de un escritor!

J.S/ Una de las historias más devastadoras en su colección es “Litany, Eulogy”. La frase inicial es “No queríamos llamar la atención”, pero la narradora confronta a su padre para que describa, reviva y llame la atención sobre una masacre a la cual sobrevivió cuando era un niño. ¿Por qué es importante recordar momentos dolorosos como este?

Es divertido, “Litany, Eulogy” está dedicada a e inspirada en Iris Chang, la autora de “La violación de Nanking: El holocausto olvidado de la Segunda Guerra Mundial”, y en las primeras ediciones de la historia, había menos enfoque en el drama familiar de la narradora y se centraba más en las atrocidades de la guerra que ella investiga. Pero aún entonces estuve lidiando con la idea de cómo lidiar con estos horrores deja secuelas en la persona que los reporta. Esto fue poco después de que Iris Chang se suicidara, y aunque “Litany, Eulogy” no es una representación de su vida, estaba destinada a adentrarse en la psiquis de alguien que hizo lo que ella para ganarse la vida.

No fue sino hasta que un amigo mío leyó erróneamente la historia y pensó que el padre de la narradora había presenciado esas tragedias que me di cuenta de que podía combinar lo político con lo personal. El sentimiento de culpa de la narradora aumenta porque ella fuerza a su padre a recordar esos momentos, lo cual vuelve la historia más íntima. Ella está recopilando hechos históricos, pero estos hechos han impactado su vida directamente, incluso sus obsesiones. Debido a que está en un nivel personal, no enlistas las atrocidades simplemente, sino te enfocas en las reacciones de las personas, que resultan ser aún más poderosas.

Al final, la narradora siente que tiene una misión, igual que Iris Chang y nosotros como autores sentimos que debemos reportar estas atrocidades. Puede que estemos condenados a repetir el pasado, pero si está documentado y la gente lo recuerda, hay una esperanza de que no se vuelvan a repetir los mismos errores. Una vida es una historia y mientras más historias contamos, más podemos entender y documentar nuestra existencia.

J.S/ Yo provengo de un país que también vivió una historia de violencia. Hoy en Colombia hablamos de la justicia restaurativa. ¿En qué aporta el contar historias a este proceso curativo?

Hay ciertos tipos de justicia –el tipo que se encuentra en cortes de justicia, o en la esfera social, en la cual la imagen de una persona puede ser arreglada o arruinada. El acto de contar una historia es una forma diferente de justicia. Le estás dando una voz a las experiencias –lo que ha pasado y lo que podría pasar. Escribir puede ser un acto de resistencia, entra a la memoria colectiva en donde no puede ser borrado u olvidado. Otras formas de justicia pueden ser trastornadas, pero es más difícil quitarle el poder a una historia. La pluma no siempre es más poderosa que la espada, pero las palabras de una sola pluma pueden alcanzar a millones. No es algo que se pueda tomar a la ligera.

J.S/ Usted también es cineasta. Incorpora películas en sus historias, el diálogo y el paisaje. ¿Podría comentarnos más acerca de su carrera como cineasta, y cómo utiliza películas como parte de su narrativa?

No me considero como un maestro cineasta de ninguna manera –he trabajado en algunos proyectos cortos y en un largometraje que probablemente nunca verá la luz- pero disfruto desenvolviéndome en este medio. Creo que es acertado decir que las películas son la lengua franca de nuestros tiempos, para bien y para mal. Al igual que los libros, las películas son puntos de referencia cultural e indicadores de nuestros gustos.

Como escritor, es fácil caer en la trampa de la “escritura cinemática”, que se apoya en describir lo que sucede tal como se vería en una película. El vocabulario del cine –lo visual, el audio- puede fácilmente transponerse en la literatura, y este es un estilo de escritura bastante prevalente hoy en día. Vivimos en un tiempo muy auto consciente, en el cual pensamos en nuestras experiencias como si se tratara de una película. Un mesero de Nueva York no está viviendo la vida nada más, él es la estrella de su auto producida película acerca de su vida que se llama “Mesero”. Con las redes sociales podemos crear a diario producciones multimedia acerca de nuestra vida.

Lo que me interesa del cine es que es un medio muy artificial –sabes que lo que estás mirando en la pantalla es falso, manufacturado- pero de todos modos te produce respuestas emocionales puras. Este medio puede ser prosaico o abstracto, dependiendo de cómo lo establezcas. Trato de lograr lo mismo con mi escritura, y al introducir películas, sea una referencia o un paralelo, o la manera en que estructuro la historia como un tratamiento de cine estoy rindiendo tributo a la omnipresencia de las películas. Así como añadir un pequeño giro a este contexto literario tal vez.

La literatura puede hacer ciertas cosas que son más difíciles de lograr en el cine, como describir emociones y sentimientos en el interior de una persona o introducir un nuevo personaje de una manera concisa que no requiere una aparición torpe o un diálogo explicativo. Trato de reunir las ventajas de ambos formatos en algunos de mis escritos.

Naturalmente he trabajado en algunos guiones de largometrajes. ¡Tal vez un día voy a poder hacer una película con uno de ellos!

J.S/ Cuéntenos acerca de su trabajo como editor y cómo esto contribuye a su trabajo creativo.

Para mí, ser editor es una espada de doble filo. Por una parte, disfruto de editar el trabajo de otros, el ser un coeditor de una revista literaria y ayudar a escritores a publicar sus trabajos me trae mucha alegría. El simple acto de leer es como ser un editor –aunque leas una historia mala, puedes encontrar inspiración y nuevas ideas. Yo hubiera escrito esto de otra manera o esto me da una idea para mi historia.

Por otra parte, puede ser fácil seguir ciertos patrones como editor, así como es fácil caer en una rutina como escritor. No hay nada peor que tu escritura se sienta repetitiva, lo mismo. Así que trato de aplicar mi ojo editorial al juzgar mi propio trabajo – lo cual es suficiente para que yo pueda detectar grandes errores, pero no tanto como para dejar de experimentar o tomar oportunidades.

J.S/ Esta colección está dedicada a su madre, Alice P. Lin. ¿Puede contarnos acerca de ella y su influencia en su vida?

Mi madre amaba los libros. Era una lectora voraz y traducía al chino algunas novelas occidentales, como El Guardián entre el Centeno de J. D. Salinger. Tuvo una exitosa carrera como consultora, pero le gustaba escribir y eventualmente publicó dos libros de su autoría. Ella leía novelas de misterio cuando estaba embarazada conmigo y creo firmemente que mi amor por los misterios (y la literatura en general) viene de ella.

Después de su muerte hace unos años, llegaron a mis manos cientos de páginas de sus diarios de viajes, que datan de sus primeras visitas a China a finales de los años 70. Como muchos otros, su familia huyó de China hacia Taiwán cuando los comunistas tomaron el poder, así que las bitácoras de sus viajes a China son fascinantes. Tanto como una mirada a China antes de que la modernización llegue, así como una historia personal de cómo reconectó con familia y amigos a los cuales no había visto en tres décadas. La política se une con lo personal una vez más. Estoy editando estos diarios de viaje, los cuales cubren un periodo de cuatro décadas y espero pronto poder publicarlos.

J.S/Entiendo que usted está escribiendo una novela. ¿Puede comentarme acerca de eso?

Mi novela expande una de las historias de China Girl, “Ghost Wife”, la cual menciona la tradición de desposar a una novia fantasma. Hay documentación de que en tiempos antiguos, si una familia acomodada tenía un hijo que murió prematuramente, podían “contratar” a una mujer para que sea la esposa de su hijo muerto, para que no esté solo en la vida después de la muerte. La mujer vivía con la familia y recibía todo el apoyo y respeto que merecería una viuda real. Con la condición de que ella estaría “casada” con el hijo muerto de por vida. El libro que estoy escribiendo es situado en tiempos actuales, pero gira alrededor de esta práctica, o una versión actualizada de ella. Sin revelar demasiado, la historia trata de dos amigos en Shanghai que van en direcciones opuestas, y un misterio que lleva del centro de la China urbana hacia una villa aislada en la China rural que se encuentra en el borde de la modernidad.

J.S/ Muchas gracias por visitar mi clase en Nueva York. La próxima vez iremos a ver películas en San Francisco.

¡Absolutamente! Gracias a ti.


Ho Lin es un autor, músico y cineasta, así como el coeditor de la revista literaria Caveat Lector. Reside actualmente en San Francisco. www.holinauthor.com

Jhon Sánchez: Colombiano de nacimiento, el señor Sánchez llegó a los Estado Unidos buscando asilo político. Actualmente es un abogado en Nueva York, graduado de JD/MFA. Sus historias más recientes publicadas en el 2018 son Pleasurable Death disponible en The Meadow, The I-V Therapy Coffee Shop of the 21st Century disponible en Bewildering Stories y «’My Love, Ana,’- Tommy» disponible en www.fictionontheweb.co.uk


Traducción del inglés de: Antonella Ayala