Por David Swanson

El New York Times y las personas a las que da voz están muy preocupados de que Donald Trump pueda estar muy a favor de la paz en Corea, más a favor de la paz que de desarmar a Corea del Norte antes de la paz; el método perfecto, por supuesto, para nunca llegar a la paz.

Corea del Norte se ha desarmado en el pasado cuando hubo verdaderos intentos para alcanzar la paz desde ambas partes.

Corea del Norte no es una amenaza para los Estados Unidos; para la nación, no para su misión de dominación global.

Estados Unidos no tiene negocios con Corea del Norte, por lo cual, facilitarían la paz y el desarme, mejorando su imagen frente a todo el mundo y ahorrando muchos miles de millones de dólares.

Permitir a la población coreana poner fin oficialmente a la guerra de Corea es el paso más pequeño que podría tomarse; por lo tanto, no hay excusa para no tomarlo.

Que los medios de comunicación describan a Trump como un propulsor de la paz no es realmente una buena razón para apoyar la guerra. Si Trump declaró su amor por su familia, ¿anunciaría inmediatamente su odio por ellos? ¿O es todavía posible tener criterio propio?

Ahora bien, ningún presidente de ningún país, y ciertamente ningún propagandista de guerra que se abstiene a provocarla en un caso particular debe proceder de cualquier lugar cercano a un premio Nobel de la Paz, que tampoco debe ser otorgado a personas que acaban de ser elegidos presidentes y aún no ha movido un maldito dedo, y tampoco a las personas que hacen un gran trabajo por grandes causas no relacionadas con la abolición de la guerra.

Esta no es mi opinión, sino el requisito legal de la voluntad de Alfred Nobel; el propósito del premio es financiar el trabajo de los principales defensores del desarme y la paz mundial. Trump no necesita financiamiento alguno, solo está amenazando a Venezuela e Irán, y acaba de anunciar nuevos planes para su desfile de armas en el que puede celebrar haber ampliado el mayor ejército jamás visto y haber agravado cada guerra que heredó. Tener gente aspirando a ganar un premio de la paz es algo bueno. No dárselo a algunos de ellos ayudará a contemplar al premio como un reconocimiento digno para que otros aspiren.

Mientras tanto, aquí hay una petición que todos en el mundo deben ser capaces de apoyar:

Tell the U.S. Congress and President to Finally Allow Ending the Korean War

Dígale al Congreso y al Presidente de Estados Unidos que finalmente permitan poner fin a la guerra de Corea

Mientras los medios de comunicación estadounidenses ignoran o demonizan a la gente de Corea del Norte, es demasiado fácil olvidar que hay millones de niños, trabajadores de fábricas y campesinos siendo agredidos por la cruel Estados Unidos y las sanciones de la ONU.

Hace un siglo, Woodrow Wilson prometió la libre determinación a las naciones más pequeñas, pero se la negó a la multitud coreana, dando al imperio de Japón luz verde para continuar con su violencia colonialista. Después de la guerra del Pacífico, los Estados Unidos y la URSS dividieron el país en dos. Syngman Rhee, graduado universitario de George Washington al igual que Juan Guaidó, fue transferido para servir como dictador de Corea del Sur. Los Estados Unidos calificaron a cualquiera que se le oponga de «comunista» y ayudó a Rhee a torturarlos y matarlos.

La guerra de Corea resultó de la división del país y posteriores provocaciones de ambos bandos, siendo uno de ellos fuertemente respaldado por la nación norteamericana. El ejército estadounidense invadió el norte en el otoño de 1950 y destruyó el país, arrasando con casi todas las ciudades. Los Estados Unidos han mantenido el control del tiempo de guerra de los militares surcoreanos, mantuvieron una ocupación importante de Corea del sur, y se negaron a permitir un acuerdo de paz para poner fin al conflicto desde entonces.

En los últimos dos años, el pueblo amante de la democracia de Corea del Sur ha traído a Moon Jae-in al poder y a los líderes norteamericanos y norcoreanos juntos. Como resultado, Corea del Norte no ha probado ningún misil nuevo, ha devuelto los restos de soldados estadounidenses, y ha comenzado a desmantelar los sitios nucleares y desmilitarizar la zona desmilitarizada. Así, los Estados Unidos han disminuido sus amenazantes ensayos bélicos.

Ahora el país norteamericano necesita apoyar el fin de la guerra. Pequeños impedimentos como el partidismo y los grandes desacuerdos sobre temas no relacionados tienen que ser apartados por el bien de la paz. En efecto, los científicos ahora entienden que la guerra nuclear es incontrolable; si alguna vez ocurre, toda la tierra se verá amenazada. Aquellos incapaces de actuar contra el riesgo de la matanza masiva de personas distintas de sí mismos todavía pueden y deben luchar contra el riesgo de un Apocalipsis nuclear.

Sancionar al pueblo de Corea del Norte durante décadas ha fracasado por completo en lograr algo más que un gran sufrimiento humano. Es hora de poner fin a la guerra, poner fin a las sanciones, permitir que las familias se reúnan y comenzar a planear como traer a las tropas estadounidenses de vuelta a casa.


Traducción del inglés por Sofía Yunga

El artículo original se puede leer aquí