Luego de 18 años en el poder, Joseph Kabila dejará este año de ser el presidente de la República Democrática del Congo. Kabila asumió el poder en medio de una guerra civil que dejó un costo sideral en vidas humanas. Las rencillas que vuelven a tener al país de los diamantes como escenario ponen a la comunidad internacional en alerta.

En los preparativos de los comicios del 30 de diciembre, se incendiaron intencionalmente miles de máquinas electrónicas de votación, lo que hizo que se pospusieran las elecciones y quedó en suspenso la seguridad de que todo discurriera sin sobresaltos.

Hace 48 horas se conocieron los resultados preliminares de esta elección que proclamó al opositor Félix Tshisekedi como ganador con el 38,57 % y al partido oficialista como el más representado en la Asamblea Nacional, lo que exigirá una convivencia entre las facciones para elegir a quien ocupará el cargo de primer ministro del país, que debe ser un representante de la mayoría parlamentaria.

Quien quedó segundo a la presidencia, Martin Fayulu (34,8 %), denunció fraudes y exige que la Corte Suprema revierta el resultado, ya que asegura haberse impuesto con más del 60 % de los votos y que tanto el oficialismo saliente, como el partido opositor de Tshisekedi, son cómplices de un “golpe electoral” planificado por Kabila.

Para Fayulu, quien contará con casi el triple de diputados que Tshisekedi, éste será una marioneta de Kabila, quien será senador vitalicio, como lo designa la Constitución congoleña. El candidato de la Coalición Lamuka asegura que Kabila y Tshisekedi negocian desde 2015 el cambio de gabinete.

La Asamblea consta de 500 escaños y más de la mitad son favorables al presidente saliente. La Comisión Electoral todavía no oficializó los 500 representantes electos, ya que hay regiones donde las elecciones fueron pospuestas.

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