¿Por qué apoyo el asilo a la familia Palma Brzovic? Ha sido la pregunta que muchos amigos me han hecho este tiempo. Y voy a tratar de responder desde lo más profundo de mi corazón, buscando siempre la verdad y la justicia. Provengo de una generación de jóvenes que crecimos tratando de vencer el miedo, que crecimos a la fuerza, jóvenes que asumimos responsabilidades de adulto cuando debíamos estar bailando y gozando. Pero no podíamos. Soy de esa generación de jóvenes que nos acostumbramos a las partidas, a las despedidas tempranas. Muchos vivimos el miedo de la cárcel, las detenciones, los allanamientos, vivimos mirando hacia atrás, haciendo chequeos y contrachequeos, conociéndonos por las chapas (nombres falsos usados por seguridad), generando amistades profundas y llamándonos hermanos sin importar las opciones que acogiéramos. La palabra más usada en nuestro vocabulario estudiantil era “cuídate”. De esa generación soy.

Muchos de mis hermanos y hermanas quedaron en el camino, fueron asesinados. Nosotros seguimos caminando, secándonos las lágrimas. Llegó el 5 de octubre y luego el gobierno de Aylwin y algunos creímos… El problema fue que nuestros políticos se acomodaron mejor que nosotros. Vino la famosa política de los acuerdos, esa que dijo “verdad y justicia en la medida de lo posible”, y nosotros seguimos, nos volvimos a secar las lágrimas y seguimos. Armaron su Oficina (organización no oficial del Gobierno para la persecución), Marcelo Schilling y “compañía limitada” iniciaron su persecución enconada en contra de los movimientos insurgentes, mataron al Pum Pum, al Ariel, al Billy, y a muchos otros. Nos quisieron enseñar a desconfiar entre nosotros.

El soplonaje volvió a ser práctica constante pero ahora dolía más porque venía de tus propias filas. Vi cómo detenían a mis hermanos y hermanas, cómo fueron torturados nuevamente, apaleados, amordazados, nuevamente el electroshock reapareció como práctica. Muchos y muchas aún tienen secuelas, aún despiertan en la noche con el miedo incrustado en los huesos. Yo lo sé, he llorado con algunos y algunas, y dolió más porque fue en democracia, fueron los mismos jueces y magistrados que se revistieron de demócratas para seguir aplicando la justicia como lo hicieron en dictadura. Los mismos políticos que habían acompañado al dictador ahora estaban sentados llamándose diputados y senadores y convertidos en paladines de la democracia. Ahí es cuando aparece la historia del Negro Palma, uno de mis hermanos, también con su historia de dolor propia en su familia. Dicen que fue él quien ajustició a Jaime Guzmán, el creador de la Constitución de Pinochet, el ideólogo del sistema político que aún nos gobierna, el que jamás intercedió por ningún detenido desaparecido, quien jamás se conmovió con lo que había sucedido durante la dictadura. Si lo pudiéramos comparar con un personaje de la historia moderna puedo decir que es un Goebbels cualquiera. Ese fue el personaje al dicen que el negro Palma le tocó disparar. No sé si eso fue así. Hubo varias tesis, pero necesitaban un chivo expiatorio, así que a él lo tomaron. Su declaración fue obtenida bajo tortura, eso acreditado por diferentes organizaciones de Derechos Humanos. Un día se fugó de la cárcel, y desde ahí se ha mantenido prófugo, viviendo desde el miedo, desde la intranquilidad, Asumiendo también eso su compañera de vida, la Miska Brzovic, también una de las nuestras.

Ellos escondidos, cuando Pinochet era detenido en Londres y nuestro gobierno hizo todo lo que estuvo a su alcance para traerlo de vuelta y que no fuera juzgado por el juez Baltazar Garzón, por crímenes de lesa humanidad. Fue traído a Chile y murió en la más absoluta impunidad, sin que pagara por ninguno de los asesinatos que él mandó a realizar durante su mandato, ni los de la Caravana de la Muerte, ni la Operación Cóndor, ni los cometidos por la DINA en el extranjero, nada. Murió tranquilo, sin justicia para muchos y muchas. Y nosotros seguimos. Cuando hoy la Corte Suprema sigue dando libertad a los asesinos de lesa humanidad, hoy el negro es reconocido como refugiado del gobierno francés, para que no se vuelva el chivo expiatorio de la UDI (Partido de ultraderecha chilena), la misma que ha generado la política del negacionismo, esa UDI, que jamás movió un dedo para pedir la extradición de los DINAS, que se encuentran en Australia, EEUU, los que mataron y torturaron a cientos de chilenos en sus cuarteles. Los que jamás les importó nuestra vida hoy quieren traer de vuelta al negro. Mientras las cosas no cambien, que Ricardo, Silvia y sus hijos sigan en Francia, mientras no sepamos la verdad y haya justicia real para todos, que la familia Palma Brzovic siga en Francia, mientras las fuerzas armadas sigan con su política de silencio hermético que nuestros hermanos sigan en Europa. Por eso estoy de acuerdo con el refugio humanitario. Porque no quiero volver a saber que uno de los nuestros ha sido torturado, como fuimos muchos y muchas. Gracias Francia por comprender esto.

Alejandro Fabres

Misionero Vicentino

Chile