Para el referente del MTST y candidato a la presidencia por el PSOL, el mayor desafío del Brasil actual pasa por “encauzar democráticamente el país en un momento de significativos retrocesos”. Entrevista a pocos días de las elecciones del 7 de octubre.

Por Sergio Ferrari (*)

Desde agosto del 2016 Brasil atraviesa una de las etapas más complejas de su historia contemporánea. A pocas semanas de las elecciones del 7 de octubre, la pregunta esencial es si el proceso electoral podrá destrabar esta situación. En ese sentido interrogamos a Guilherme Boulos, miembro de la Coordinación Nacional del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), uno de los actores sociales urbanos más dinámicos del país.

Con apenas 36 años, Boulos, licenciado en Filosofía y Humanidades y máster en Psiquiatría, acumula una larga trayectoria de más de 16 años de militancia en esa organización. En marzo pasado, el joven dirigente social fue designado candidato a la presidencia por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), fundado en el 2004 y, hasta ahora, con resultados muy variables -aunque siempre minoritarios- en las tres elecciones en las que participó.

Pregunta: ¿Cuál es la encrucijada mayor que confronta Brasil hoy?

Guilherme Boulos (GB): Encauzar democráticamente el país en un momento de significativos retrocesos. En lo social, por ejemplo, el gobierno de Michel Temer viene implementando un programa antipopular que no fue ni votado ni consensuado con el pueblo. Que atenta contra el marco constitucional, porque bloquea y reduce la capacidad del Estado de financiar servicios básicos y universales como la salud y la educación. Esta regresión, que hace parte del golpe institucional que se dio en Brasil en abril del 2016 (NdR: el parlamento votó la demisión de la entonces presidenta Dilma Rousseff), significa un claro retroceso. Y por eso afirmamos que vivimos la peor crisis democrática desde el fin de la dictadura en 1985.

P: ¿Cómo se manifiesta lo que usted denomina retroceso democrático?

GB: Se expresa en muchos niveles institucionales. Entre ellos, el aumento del odio y la violencia política que se manifestó, por ejemplo, en marzo pasado, con el asesinato de nuestra joven compañera de partido y militancia Marielle Franco, en Río de Janeiro. Fue una ejecución política, hasta el momento no esclarecida.

Regresión que se manifiesta, también, en la militarizaciónde la sociedad y en la irrupción de las instancias y mecanismos judiciales en la política para perseguir los actores progresistas. Como por ejemplo la prisión injusta del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva desde abril de este año, a partir de una acusación sin pruebas. Expresión clara de cómo el poder judicial presiona incluso a la democracia electoral. Podríamos dar muchas otras pruebas sobre la profunda crisis de la democracia en Brasil. Sin embargo, me parece esencial no olvidar una cuestión de fondo: la creciente criminalización de los movimientos sociales. Un estudio de la Pastoral de la Tierra de la Iglesia Católica indica que en 2017 se registraron 70 asesinatos por conflictos de tierra, el mayor número de los últimos 14 años.

P: ¿Podrán realmente las elecciones del próximo 7 de octubre destrabar esta crisis política?

GB: Las elecciones pueden ayudar a derrotar el golpe y por eso me presento como candidato. Las entendemos como una primera batalla para derrotar al proyecto de Temer, de los grandes bancos, del poder financiero. Y la campaña constituye una oportunidad para tematizar temas de fondo. Por ejemplo, hay en Brasil 6 millones 200 mil familias sin techo y un número mayor de inmuebles desocupados. Esto es escandaloso.

P: Insisto. ¿Podrían significar las próximas elecciones el inicio de una etapa de recuperación democrática? 

GB: Pienso que sí, aunque somos conscientes que si bien el proceso electoral es importante no es suficiente. Necesitamos profundos cambios institucionales que solo se lograrán como resultado de la movilización de la sociedad. No bastan las elecciones si se mantiene un parlamento con la hegemonía de la oligarquía, del poder económico. Es necesaria una renovación no solo en la Presidencia de la Nación sino también en el Congreso Nacional, en las instituciones en general. Y para ello será esencial la movilización ciudadana. Generalmente los cambios se dan de afuera de las instituciones políticas hacia adentro, desde las bases hacia arriba…

P: Usted es miembro de la Coordinación Nacional del MTST y también del Frente Pueblo Sin Miedo. Al mismo tiempo, se presenta como candidato a la presidencia por un partido político, el PSOL. ¿Implica una visión diferente de comprender la política en Brasil? ¿Significa un cambio de paradigma enla relación entre movimientos sociales y partidos?

GB: Sin duda. Estamos construyendo una alianza muy innovadora entre política y movimientos sociales. Que la integran movimientos feministas, negro, de LGBT, indígenas, de artistas, de intelectuales, así como asociaciones de todo tipo, etcétera. Una alianza de abajo hacia arriba, que no pone en cuestión la autonomía del movimiento social. Es algo inédito en la política brasilera, al menos en el último periodo. Mi historia militante desde hace más de 16 años, desde mi juventud, se ha desarrollado en el MTST, y antes de tomar la decisión de mi candidatura, promovimos a lo interno un debate amplio y cuidadoso. Además, Sônia Guajajara, una muy reconocida dirigente indígena, es la candidata a la vicepresidencia. Nuestra propuesta implica una renovación, una oxigenación de la izquierda y del campo progresista. Con un programa claro basado en el enfrentamiento a las desigualdades sociales.

Estamos cerrando un ciclo en Brasil y se siente muy fuerte la exigencia, el clamor, para una renovación de prácticas, de principios, de la forma de concebir y hacer la política. Queremos empezar a pensar un proyecto para la próxima generación.

P: ¿Esta propuesta implica una crítica a lo que significaron los trece años de ejercicio del gobierno (2003-2016) del Partido de los Trabajadores? Una de las críticas principales al PT fue que se distanció de los movimientos sociales y no fortaleció una alianza que hubiera tenido que ser natural…

GB: Sí, expresa una crítica directa. Tenemos una relación madura con el PT. Reconocemos los avances sociales durante su gestión, así como, por ejemplo, el aumento del ingreso para la población más pobre, lo que es importante. Pero también evaluamos que hubo problemas. Por ejemplo, las alianzas políticas que realizó con los partidos tradicionales y no con la mayoría de la sociedad y los movimientos sociales. Tampoco hicieron uso de mecanismos de democracia directa como el plebiscito, que existe en la Constitución Nacional. Nuestro proyecto se plantea innovador y de renovación. El pueblo debe ser consultado permanentemente.

P: ¿Cómo entiende la solidaridad internacional?

GB: En un momento en que se cierran los canales democráticos, más que nunca se necesita contar con la solidaridad internacional. En una coyuntura donde se criminaliza a los actores y movimientos sociales y que no se tiene a quién recurrir, es muy importante poder denunciar, afuera, los abusos de poder. Y poner bajo tensión a los gobiernos para que adecuen sus prácticas. Es siempre esencial asegurar y promover la relación estrecha entre los pueblos, así como la solidaridad activa entre los movimientos y actores sociales a nivel internacional.

NOTA: Entrevista realizada telefónicamente desde Suiza, antes que se conociera la proscripción de Lula como candidato presidencial. Guilherme Boulos mantiene una relación de amistad con Lula, quien en su momento le sostuvo en su decisión de presentarse como candidato a la presidencia por el PSOL.

(*) En colaboración con E-CHANGER (INTERCAMBIAR), ONG suiza de cooperación solidaria.

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