Paz, sustantivo abstracto. Tal vez el más inflado y abstracto de todos los tiempos. Nunca ha pasado de moda a pesar de haber sido utilizado de forma desproporcionada e instrumental en miles de casos, incluido, según el Presidente de la Comunidad Palestina, el último caso en orden de tiempo que es el documento de invitación a la famosa marcha por la paz Perugia-Asís, de la que Aldo Capitini fue el primer creador sincero y convencido.

A través de las redes sociales, de hecho, llega la carta abierta del Dr. Yousef Salman quien, escandalizado por el documento de invitación elaborado por el Consejero Nacional de ARCI, Franco Uda, comunica, articulando sus pensamientos en una larga carta abierta, que la comunidad palestina no participará en la marcha «de todos y para todos» calificándola de farsa, útil quizás «para conquistar algunos escaños en el mundo de los cargos políticos en las próximas elecciones».

El Dr. Salman, pediatra en Roma desde hace más de 30 años, conocido en el entorno palestino y pro palestino por sus posiciones generalmente moderadas y abiertas al diálogo incluso con israelíes y sionistas locales, judíos y no judíos, alejado de las posiciones de Hamás y otros componentes fundamentalistas tanto como de la tierra a la luna y, si es posible, aún más, generalmente dispuesto a la mediación dialéctica hasta el punto de no excluir, ni siquiera el encuentro con el portavoz del sionismo de la derecha romana, Riccardo Pacifici,  hace unos años, después de haber sido atacado y golpeado por los matones de la comunidad judía de la que Pacifici era representante, esta vez reacciona sin medias tintas al documento de la ARCI.

Tal vez sea una reacción dictada por sentirse de alguna manera traicionado por ese mundo amigo que debería reconocer en la situación palestina «la aguja de la balanza, la unidad de medida para establecer los criterios relativos a la moralidad, la seriedad, la sinceridad y la credibilidad entre quienes trabajan seriamente por la paz y la justicia», como escribe en su carta, añadiendo que «quienes creen en la paz y en sus marchas no pueden y no deben… votar a favor de los planes de la OTAN», no pueden ignorar su existencia sin dirigir una sola palabra de crítica, del mismo modo que no pueden ignorar el papel de Francia en la tragedia de África y en las consiguientes tragedias migratorias. No pueden lavar su conciencia ni asegurar su escaño acusando a los «pequeños» criminales y salvando de la crítica a los grandes criminales. Esto es en síntesis el contenido de una parte de su carta.

Añade que no basta con criticar la venta de armas italianas a Arabia Saudí, señalar con el dedo la política exterior de Erdogan o mostrar preocupación porque el general libio Haftar pueda crear un eje con Al Sisi o acusar a Assad de dar «un apoyo a los rebeldes», como lo hace ARCI con un tono que, objetivamente, parece pro-rebeldes, como si fueran luchadores por la paz.

No basta con leer todo esto en la declaración de ARCI si se ignora «a quienes crearon y causaron la agresión, la invasión, la ocupación, la destrucción y la muerte de millones de seres humanos en Irak, Afganistán, Siria, Libia, Yemen…» y una y otra vez, en la carta que se está volviendo viral en las redes sociales dice, ¿cómo podemos «no hablar del verdugo Trump y del sistema imperial, de Macron, Netanyahu, de las potencias imperialistas y del colonialismo responsables de esta trágica situación mundial?”.

En realidad, el documento de ARCI no toca estos problemas ni a estas personas, sino que llama a la búsqueda de «un camino unitario contra el racismo y la cultura de la violencia, para la construcción de políticas de paz, derechos humanos, no violencia, justicia social y aceptación», valores compartidos en el mundo que recuerda al movimiento no violento creado por Capitini, pero que siguen siendo declaraciones retóricas si no se pone el dedo en la llaga, nos dice el Dr. Salman al que hemos conseguido por teléfono para una declaración en vivo, «es ese 20% de la población que consume el 80% de la riqueza del planeta y no puede ser pasada por alto en silencio en una marcha ‘de todos y para todos’ poniendo en igualdad a los explotadores y a los explotados aprovechando la sagrada palabra paz».

En nuestra conversación telefónica, el representante de la Comunidad Palestina aumenta la dosis haciendo hincapié en algunos pasajes de su carta, empezando por el problema que, por supuesto, le es más cercano, pero que lo considera no sólo por sí mismo, sino también como paradigma de un problema universal que no se resolverá si se sigue, de hecho, para dar fuerza «a la ley de la selva que recompensa a los más fuertes, incluso si esta viola continuamente los derechos humanos al impedir la paz no sólo en ese rincón del mundo que es Palestina, sino dondequiera que prevalezca la fuerza sobre la ley, incluso cuando se disfraza de guerras humanitarias o de las llamadas misiones de paz».

Su indignación está en su apogeo y, conociendo su naturaleza, generalmente orientada a la conciliación, esta determinación de condenar el documento ARCI nos convence de que hemos hecho bien en dar cabida a esta carta abierta y no dejarla a su suerte en el mundo de los asuntos sociales, porque de hecho abre una ventana importante en el discurso sobre ese sustantivo abstracto que también es tan importante para la línea editorial de nuestro periódico: la paz.

La paz, que para salir del cómodo salón de las buenas intenciones debe ser acción de paz y no palabras en colisión con la realidad así que, releyendo la declaración de ARCI después de leer la crítica del Presidente de la Comunidad Palestina, nos pareció que, en efecto, esos vacíos que el Dr. Salman observa con indignación, han estado llenos de palabras, pero de palabras abstractas, aunque elegantemente empaquetadas, y el vacío que tal vez golpeó particularmente a este médico palestino que para ir a su casa en Cisjordania necesita permisos especiales – generalmente denegados – del ocupante que mantiene a Palestina bajo llave y bajo asedio, es el vacío que, como escribe en su carta abierta, se refiere a haber ignorado los 70 años de ocupación y la política de «apartheid sionista contra los palestinos que el propio arzobispo sudafricano, Desmond Tutu, definió como peor que el apartheid en Sudáfrica».

No es sólo un problema palestino, es verdad. Es un problema de derechos violados al pisotear la justicia e impedir la paz, transformándola en un camino sin fin que continuará avanzando sobre «víctimas inocentes y conflictos eternos» -como escribe Salman- dentro de ese sistema que garantiza al 20% de la población el mantenimiento de la riqueza y el poder tejiendo con muchos hilos que la «marcha de todos y para todos» no ha considerado, convirtiéndose así, según el Presidente de la Comunidad Palestina, en una «marcha farsante», a menos que se llenen esos vacíos, de aquí al 7 de octubre. Estaremos atentos a los acontecimientos.

Traducido del italiano por María Cristina Sánchez