Es un nombre precioso. Marina. Y podría ser un orgullo de pago chico porque la mina llegó lejos, juega en las grandes ligas del periodismo mundial y se formó (o deformó) acá, en la Universidad Nacional de Cuyo.

Marina Walker es vicepresidenta del Consorcio Internacional de Periodistas que dio a luz el asunto de los Panamá Papers en 2016. Sí, ese que sirvió para eyectar de su cargo a varios presidentes, primeros ministros y demás figurones de la política mundial. Y también para que el actual presidente argentino ganara las elecciones a fines de 2015.

Usted, morocha de pañuelo verde, dirá que estoy delirando. Cómo, si se publicó el informe en 2016, le sirvió a Miauricio para ganar en 2015. Déjeme que le explique. No me doy con ninguna sustancia tóxica. Sólo dulce de leche de alta gama para lubricar mi vida y endulzar estos tiempos de aire fétido.

Marina Walker estuvo en Mendoza el 28 de junio de 2016. Como gesto de agradecimiento a la academia que la parió famosa dio una clase gratuita para alumnos, docentes y espectadores varios que querían estar cerca de la rockstar del periodismo global.

Dijo entonces que los datos que ensuciaban (un poco más si es posible) la trayectoria de nuestro gerente general se conocían desde varios meses antes de las elecciones presidenciales, pero que no se hicieron públicos en ese momento para no interferir en el proceso electoral. Sí, así como lo escucha. Perdón, lo lee. Quizá lo más absurdo es que nadie, nadie (los llamados periodistas independientes, por ejemplo), le repreguntó a la señora vicepresidenta del Consorcio si no pensaba que ese silencio interfería, precisamente, a favor del propietario de empresas, acciones y otras participaciones offshore y, de esa manera, le facilitaron su camino hacia el balcón de la Casa Rosada y desde ese minuto nos empezara a atropellar la existencia.

En una nota a Marina publicada en VíaMendoza el 8-8-18 dice que «No esperábamos plazas repletas de personas protestando y pidiendo la renuncia de primeros ministros». Sorprendida la mina. ¿Qué esperaba? ¿Que los sponsorearan los productores de «House of cards»? ¿Que la investigación ocupara un suelto en la página 55 de Clarín? Si hoy le preguntás al Tío Google cuál es el presidente más corrupto del mundo no aparece el nombre de Putin ni el de Xi Jinping ni el de Tanzania, que no sé cómo se llama. Dice Macri. ¿Te suena, Marinita?

El Gato maligno ganó (ponele) las elecciones de 2015 por 678.774 votos de diferencia. El 2,68%, según el escrutinio definitivo. Sobre más de 12 millones de electores. No es la única razón, pero así llegamos hasta acá.

Ella ganó el Premio Pulitzer 2017 y sigue siendo vice.

Él ganó las elecciones y sigue al frente del Ejecutivo nacional.

El periodismo perdió por milonga. En ambos casos.