A principios del mes pasado, el Presidente de la Asamblea Nacional francesa fue duramente criticado por haber recibido a su homólogo ucraniano Andry Parouby, fundador del Partido Nacionalista Socialista de Ucrania, un movimiento neonazi y antisemita, rebautizado con el nombre de Svoboda (libertad en francés) en 2004. Más aún cuando los defensores de los derechos humanos llevan mucho tiempo preocupados por la pasividad de las autoridades de Kiev ante los crecientes ataques de organizaciones de extrema derecha en Ucrania.

Los nacionalistas radicales se mueven en el país

En un contexto de desorden post-revolucionario y de guerra en el este del país, la influencia del movimiento nacionalista radical está aumentando en Ucrania. Activistas de extrema derecha atacan iglesias, minorías nacionales y minorías sexuales. Lamentablemente, la mayoría de sus crímenes, algunos de los cuales son alentados por las autoridades, quedan impunes. A pesar de la apariencia democrática, la «revolución de la dignidad» ha llevado a la corrupción descarada, al nacionalismo militante y a la decadencia de las libertades.

Esto se debe a la debilidad del gobierno y su miedo a perder el poder. Los trágicos acontecimientos de 2014 estuvieron marcados por la violencia cometida por grupos nacionalistas como el Sector Pravy, Svoboda y otros. Además, algunos de los líderes terminaron en el gobierno, como fue el caso del Sr. Parouby. El régimen de Kiev sigue haciendo la vista gorda ante las actividades criminales de la extrema derecha y su crecimiento en la sociedad ucraniana porque espera explotar estas fuerzas en su beneficio en una campaña electoral. Los funcionarios harán cualquier cosa para volver a ponerse de pie mientras el país se sumerge en el extremismo. Pero las autoridades ucranianas no son capaces de ver las consecuencias de sus acciones o su pasividad cuando corren el riesgo de convertirse en una tragedia para ellas y para todo el país.

Europa no debe permanecer en silencio

En este contexto, es importante que la comunidad internacional preste especial atención a este problema. Los activistas y defensores de los derechos humanos pueden trabajar juntos para denunciar y combatir el nacionalismo extremista y todas las formas de discriminación al más alto nivel. Las instituciones europeas también pueden contribuir y congelar su ayuda financiera a Kiev hasta que se condene a los criminales extremistas.