El 12 de julio pasado el Museo de Plata restituyó a la comunidad chaqueña de Napalpí, los restos óseos de 9 integrantes del pueblo qom que conservaba en sus instalaciones. Habían sido víctimas del proceso de avance y control militar y político del Estado argentino sobre el territorio del Gran Chaco.

Asistieron al acto miembros de los pueblos qom, mapuche y kolla y un grupo silencioso, curioso y atento de niños de la comunidad qom de La Plata. Después de que hablaran algunos referentes, el escribano a cargo explicó para todos qué se iba a restituir:

“a) 5 cráneos de adultos de género masculino cada uno de ellos registrados en catálogo como: 1) indio toba, 2) indio toba llamado Cacique, 3) indio toba llamado Pichón, 4) Indio toba llamado Cacique León y 5) indio toba, simplemente;

b) 4 esqueletos de adultos de género masculino cada uno de ellos registrados en catálogo como: 1769 indio toba de nombre “Petizo”; 1770, indio toba Cacique “Löwöreraik”, 1771 indio toba; 1772 indio toba…”

La lectura impersonal, mecánica y formal, contrastó visiblemente con la emoción que manifestó la mayoría de los presentes.

Juan Chico, historiador y referente qom, sintetizó: “no es un día de alegría sino más bien de tristeza y de dolor y en cierta medida se mezclan sentimientos… Vamos a llevar de vuelta al territorio a quienes perdieron su vida en ocasión de hechos muy tristes, defendiendo nuestra tierra, nuestra soberanía. Cumplimos el mandato que nos delegaron tanto las comunidades como nuestros mayores, nuestros viejos que murieron defendiendo el territorio.”

Durante algunos momentos los acompañó el sonido del ñolkin mapuche y el pututu o caracola que usan los pueblos andinos.

La restitución ganaba especial significado al producirse en la semana en que se conmemora un nuevo aniversario de la masacre de Napalpí, uno de los episodios más dolorosos del genocidio sobre el que se construyó el Estado argentino.

Museo de La Plata. Restitución de restos, 12 de julio 2018. Foto Resistencias

La masacre

Era 1924. En la reducción Napalpí, Territorio Nacional del Chaco, los indígenas qom, vilela y mocoví eran explotados en las plantaciones de algodón.

…“se les hacía trabajar todos los días y no se les pagaba lo que correspondía; en el mejor de los casos, les daban un vale de mercadería que al llegar a la proveeduría de la reducción no tenía el valor suficiente para suplir las necesidades. (…) Los ancianos cuentan que empezaron a reclamar porque el jornal no les alcanzaba, no podían comprar ropas y no les alcanzaba para alimentarse. (…) Había mucha discriminación, mi anciana madre contaba que a ellos se los trataba como esclavos en esa época, por eso empezaron a reclamar, se unieron y pararon el trabajo, para que los capataces, los administradores y los gobernantes les aumenten el jornal”. ¹

Fernando Centeno, gobernador del Territorio, mandó aplicar “rigor con los sublevados”. La represión estuvo a cargo de más de 100 policías y de civiles financiados por los terratenientes locales.

“Como a las nueve, y sin que los inocentes indígenas hicieran un solo disparo, hicieron repetidas descargas cerradas y en seguida, en medio del pánico de los indios (más mujeres y niños que hombres), atacaron. Se produjo entonces la más cobarde y feroz carnicería, degollando a los heridos sin respetar sexo ni edad”.²

Después seguiría una persecución implacable que el ex director de la Reducción de Napalpí, Enrique Lynch Arribálzaga, denunció al Congreso Nacional: “La matanza de indígenas por la policía del Chaco continúa en Napalpí y sus alrededores; parece que los criminales se hubieran propuesto eliminar a todos los que se hallaron presentes en la carnicería del 19 de julio, para que no puedan servir de testigos si viene la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados”

Las cifras oficiales hablan de 200 víctimas. Las investigaciones posteriores hablan de alrededor de 700, muchas de ellas sepultadas en fosas comunes. La Fundación Napalpí y el Grupo Guías vienen trabajando desde hace tiempo para poder concretar excavaciones en las fosas y lograr la identificación de los restos.

Napalpí. Fotografía de grupo. Tobas y vilela. Lehmann-Nitsche, Robert. Museo Iberoamericano de Berlín.

Napalpí, nuestra historia

El día de la ceremonia en La Plata, Juan Chico explicó la importancia que le atribuían a la restitución: “es un hecho histórico para los pueblos indígenas porque permite visibilizar los crímenes perpetrados por el Estado nacional, abre un camino en el necesario proceso de reparación histórica y permite repensar una nueva relación entre el Estado nacional, las instituciones académicas y nuestras comunidades”.

Esa reparación histórica de que habla Chico, esa posibilidad de repensar una nueva relación con las comunidades ¿no debería ir “más acá” del Estado? ¿No deberíamos hacernos cargo también las hijas e hijos no indígenas de esta tierra, donde antes de nosotros había pueblos preexistentes? En realidad pregunto retóricamente, porque estoy convencida de que sí, de que la reconstrucción de este país por dentro y desde adentro, nos involucra afortunada e inevitablemente. Inevitablemente, por acción u omisión; afortunadamente porque tenemos la libertad de decidir qué queremos hacer.

Napalpí no es sólo parte de la historia indígena: es parte de la historia de todo este pueblo que somos todos, indígenas y no.

Si lo reconocemos así, el poema de Juan Chico nos estará expresando a todos y cada uno cuando dice:

“Soy Napalpí, soy memoria, soy recuerdo
Soy presente, soy esperanza
Soy grito de libertad
Soy Napalpí.”


¹ Las voces de Napalpí, Juan Chico. Testimonio de los hijos de Melitona Enrique, última sobreviviente de Napalpí (fallecida en 2008).
² Diario Heraldo del Norte, finales de la década de 1920.
³ Darío Aranda, Argentina Originaria, La matanza de Napalpí.