El testimonio de los imputados: caso Daniel Solano

Fiske Menuko, Puel Mapu. Pablo Quidel se mantuvo en silencio durante las 30 audiencias. Se mostró casi indemne dentro de la sala. Prácticamente nadie lo conocía, ni lo habían visto en ningún lado. Pero este agente, dentro de su declaración, no dudo en dirigir responsabilidades a dos de sus colegas (un hecho poco frecuente dentro de la corporación de la familia policial). El propósito: salvarse así mismo y salvar a sus compañeros imputados. “La oficial de guardia estaba durmiendo”, aseveró Quidel primero. Por su parte, Pablo Albarrán y Diego Cuello lo confirmaron y profundizaron esta acusación más tarde. “La única responsable de no dejar registrado en el libro diario (nuestra salida de la comisaría octava hacía Macuba) es la oficial de guardia”. Luego, más adelante en su relato, Quidel no tuvo ningún miramiento para afirmar que Daniel Uribe (véase “Los 24 elementos de Uribe: el manual del encubrimiento policial”) lo había “apretado” para que acusara a sus 6 compañeros. Lo llamativo de esta última acusación es que según Quidel, Uribe intentó extorsionarlo en presencia de los otros seis imputados, pero ninguno de ellos durante su declaración mencionó esta escena (digna de ser recordada). ¿Qué están dispuestos a hacer estos 7 policías imputados para salvarse de la sentencia condenatoria? ¿A quién son capaces de sacrificar? ¿La oficial de guardia es sacrificada porque representa a la de menor jerarquía, a la “nuevita”, dentro del escalafón de poder? ¿Al ex jefe de la investigación Daniel Uribe se lo sacrifica para cobrar venganza por exponer a cada uno de los 7 imputados dentro del juicio? ¿Con estos (dos) sacrificios serán beneficiados finalmente los imputados en el momento que los jueces contemplen cada una de las sentencias? Finalmente el pacto de silencio, analizado desde los alegatos y la posterior sentencia, se debate (en puntos de tensión) entre los tres policías que asistieron a Macuba desde la comisaría octava (en horario de servicio); los tres agentes que fueron vistos por distintos testigos dentro de Macuba pero que, según los registros no deberían haber estado de servicio adicional y Sandro Berthe que debería haber cubierto un adicional dentro de Macuba pero que, según su testimonio, fue reemplazado a último momento por el oficial Toledo.

Introducción

Durante estas dos últimas audiencias declararon 3 testigos (entre ellos uno de los punteros de Agrocosecha S.A.) y los 7 policías imputados. Estas 10 declaraciones constituyeron el cierre de la etapa testimonial del juicio.

El testimonio de Hugo Pachinda fue esperado en todo el juicio por su relación directa con los policías y los dueños de Agrocosecha. Sin embargo, al igual que los otros dos testigos, no aportó datos relevantes a la causa. Inclusive negó haber visto al ex comisario Raúl Aramendi en las fechas de cobro, dentro de las gamelas. Negó conocer a los hermanos Fariñas. Pachinda fue confuso en señalar cuándo se había enterado de la desaparición de Daniel Solano y negó también haber presenciado alguna escena de violencia dentro de Agrocosecha S.A.

A continuación expondré los puntos más relevantes (dado que muchos hechos, datos y pruebas ya fueron citadas en otras audiencias, y por lo tanto en crónicas anteriores) de cada una de las 7 declaraciones de los policías imputados.

Kiñe. Uno

El informante

La declaración de los 7 policías imputados se caracterizó por tres aspectos bien notorios: en primer lugar, los abogados querellantes y la fiscalía no pudieron realizar preguntas. Segundo, todos los agentes negaron todas las acusaciones que pesan en su contra. Incluso, cuatro de ellos negaron haber estado en Macuba la madrugada del 5 de noviembre de 2011. Y en tercer,y último lugar, todos los hechos relatos estuvieron enfocados prácticamente en el escenario Macuba.

El primer imputado en declarar fue Sandro Berthe. Vestido con un pantalón de vestir negro y una camisa a rayas este oficial se mantuvo nervioso, moviendo los pies y las manos durante toda su declaración. Tanto su esposa y los familiares de Pablo Albarrán, como así también el mismo Sandro Berthe expusieron, como coartada, la presencia de éste último en el interior de una iglesia evangélica de Choele Choel durante la noche del 4 y parte de la madrugada del 5 de noviembre de 2011.

Al igual que sus compañeros, Sandro Berthe negó todo. Negó haber estado en Macuba la noche en que desapareció Daniel Solano. Negó ser parte y dirigir una brigada paralela a la investigación por la desaparición del joven trabajador. Sandro Berthe negó haber trabajado como jagualero y estar relacionado con la causa Cabaña Cuba. Incluso negó haber sido parte de un negocio ilegal de vale de nafta dentro de la comisaria octava. “Acá me han acusado de pagar con vales de nafta. Incluso estuve procesado por malversación de fondos, pero quede sobreseído de esa causa”.

Berthe fue el primer policía imputado en declarar. Foto Gustavo Figueroa

En este sentido el abogado defensor Ricardo Thompson hizo referencia a varias de las acusaciones que pesan en contra de Sandro Berthe. Específicamente, Thompson le dio pie a Berthe para que explicará sobre la brigada de investigación trucha. “Yo tenía un informante que era Carlos Rosas, y como estaban ocurriendo muchos hechos en Choele Choel el comisario Parra me pone comisionado de una causa en la que habían robado una camioneta (…) Mientras estaba en el casino (haciendo una adicional) lo llamé a mi informante para ver si tenía algo. Me respondió que si. ‘¿Qué, no sabes nada? ¡Yo se quiénes son! Él fue al casino. Yo salí afuera y me puse a charlar con él. Ahí me contó todo. Los que habían robado ahí eran sus hermanos, que iban a Cipolletti y que iban a esa zona a robar. Él me dio nombres, la dirección, Me dijo dónde habían estado, en la casa de quién habían estado. Me dio todo. Entonces yo lo llamo al comisario Parra y le comenté. Él inmediatamente me manda un relevo. Después nos vamos al juzgado con él y le comentamos a la doctora Bosco y al fiscal Flores. Después vino la brigada de la regional para que le pasara la información, pero no le di el nombre de mi informante (… ) finalmente se encontró el auto en Neuquén”.

Otros de los hechos discutidos y problematizados durante varias audiencias y que la querella se encargó de preguntarles a varios de los imputados, estuvo relacionado con los escombros que fueron retirados de la comisaría octava.

“Los escombros, son los azulejos que yo saque del baño y después que piqué toda la cuadra para poner unos caños de agua. Y después toda la parte de adelante que le hice toda la entrada de la guardia que la hice con material (…) Le hice toda una parecita con ladrillos a la vista”.

Sandro Berthe esta sancionado. La sanción consistía en realizar trabajos de mantenimiento dentro de la comisaría octava. Sandro Berthe no podía cumplir funciones como oficial policial. Tampoco podía portar armas. En este contexto, cabe la pregunta: ¿cuál es la relación entre los escombros, la comisaría y el jagüel? ¿Quedó comprobada está relación? ¿Será expuesta en los alegatos de clausura por parte de los abogados querellantes?

Al finalizar su testimonio, Berthe recordó a la persona que lo cubrió esa noche en el adicional sosteniendo hasta último momento su inocencia y la coartada de las empanadas dentro de la iglesia evangélica (véase “El predicador y el hijo del pastor”). “Yo le di mi adicional a ‘Toledito’. ¡Mira de lo que me salvé!”

Epu. Dos

El observador

El relato de Diego Cuello fue breve. Concretamente, Cuello explicó cuál fue su rol dentro de la comisaría octava durante y luego de asistir al boliche bailable Macuba, la madrugada del 5 de noviembre de 2011.

“Cuando salimos con Quidel afuera, Albarrán ya estaba en el móvil, con el móvil en marcha. Subimos al móvil. Yo subo adelante, Quidel atrás, y nos dirigimos al boliche. Vamos por 25 de mayo, agarramos San Martín y bajamos por 9 de julio hasta el boliche. Estacionamos en la puerta del boliche, enfrente de las escaleras y en doble mano (porque habían algunos autos, algunos taxis creo). Ahí vemos que estaba el servicio adicional en la vereda de Macuba. Bajo del móvil, hago un movimiento para abrir la puerta de atrás (porque sólo se puede abrir de afuera), pero no nos da tiempo a nada porque ya teníamos a Echegaray encima. Quidel no baja. Echegaray me informa que no había pasado nada, que estaba todo tranquilo. Vuelvo a ingresar al móvil, cierro la puerta y Echegaray se apoya en la puerta y ahí nos informa que habían sacado a un muchacho que estaba molestando, pero que éste estaba tranquilo, no estaba alterado. Tenía plata para volverse a Lamarque. Se volvía en taxi. Y que básicamente nos llama porque pensaron que el grupo de compañeros del muchacho iban a salir para hacer algún disturbio. En ese momento se acerca Muñoz al auto a pedirle un cigarrillo a Quidel, mientras Toledo hablaba con el muchacho (Daniel Solano). Ellos vuelven a ingresar al interior del boliche, el muchacho se queda en la esquina sólo (incluso yo lo quedo mirando por el retrovisor) y nosotros retornamos a la unidad”.

Por último, al igual que Quidel y Albarrán (que en conjunto fueron los tres agentes que salieron en un móvil desde la comisaría octava hacia Macuba) Diego Cuello aseguró que cuando volvieron a la comisaría se encontraron con que la oficial de guardia estaba durmiendo.

Küla. Tres

El conductor del patrullero

Pablo Albarrán confirmó el relato de su colega y compañero Diego Cuello. La responsabilidad es de la oficial de guardia. Ella debe anotar los movimientos de los móviles de la comisaría. Pablo Iribarren, abogado defensor de este imputado, le realizó varias preguntas al respecto sobre este procedimiento, dado que es uno de los hechos más polémicos que compromete a éstos tres policías.

Pablo Albarrán era el oficial que conducía el patrullero, por lo tanto el de mayor responsabilidad. Foto Gustavo Figueroa

“–Todas las secuencias que nos acaba de relatar, ¿se asientan en algún lado?
–Sí, en el registro del parte diario.
–¿Quién lo asienta?
–La oficial de guardia (en ese momento la agente Hueche).
–¿Qué debe asentar? Todas las novedades. En este caso, quién llamo pidiendo el adicional, por qué lo pide. Tiene que hacer constancia de que nos avisó a nosotros. Después, debe asentar cualquier novedad que nosotros le informemos desde el lugar, y cuando llegamos también tiene que dejar constancia. La hora de entrada, la hora de salida, quién sale en el vehículo; sean dos o tres agentes. Ella tiene que detallar quiénes son los que salen en el vehículo, y en qué vehículo se sale.
–¿Eso quedó registrado?
–Tengo entendido que no.
–¿Tiene alguna explicación?
–Negligencia por parte del oficial de guardia. Aparte en la escuela salís sabiendo cuál es la función del oficial de guardia. Es más, es lo que más se recalca en la escuela, porque dentro de la diagramación de guardias lo más importante es el oficial de guardia”.

Meli. Cuatro

El hombre de los sacrificios

El cuarto imputado en dar su testimonio fue Pablo Quidel. Quidel corroboró los dichos de sus dos compañeros. Los tres llegaron a Macuba cerca de las tres de la mañana. Hablaron con Echegaray y volvieron a los 15 minutos a la comisaría octava, desde donde habían salido con un móvil oficial. Al igual que sus compañeros, Quidel certificó que la oficial de guardia estaba durmiendo cuando ellos llegaron y sumó una escena relevante dentro de la causa, una escena que compromete al ex investigador de la causa que suplantó a Héctor Martínez.

“En su momento cuando fuimos detenidos, a mí y a mis compañeros nos fue a buscar gendarmería. A mí me fue a buscar el encargado de la investigación que en ese momento era el señor Uribe (…) En el camino cuando íbamos a San Antonio (desde Choele Choel) el señor Uribe como que me quiso ‘apretar’ o extorsionar por el hecho de que él me decía que si yo incriminaba a mis compañeros él hacia un informe al juez y yo me quedaba en libertad; es decir, que si yo daba un relato falso contra mis compañeros, él hacia un informe positivo y yo en ese momento me iba en libertad”.

Lo curioso de la declaración de Quidel es que ninguno de sus compañeros recordó esta escena; una escena que, dada la situación de los imputados, deberían recordar con nitidez cada uno de ellos (en este punto es necesario recordar que con su testimonio Daniel Uribe puso en tela de juicio el proceder de todos los policías intervinientes que interactuaron o vieron a Daniel Solano la madrugada del 5 de noviembre de 2011).

“La verdad es que no sé por qué estoy acá. Niego todos los hechos que se me imputan, no soy extorsionador, no soy encubridor. No soy asesino, como me calificaron. La verdad que mi vida cambio muchísimo después de todo esto. Tengo un profundo dolor por mi familia que sufrió todo esto y bueno también (tengo) un profundo dolor por la familia Solano”.

Con su declaración Pablo Quidel sacrificó a dos de sus compañeros, pero también se sacrificó a sí mismo por sus propios compañeros. ¿Por qué Quidel comprometería su propia situación procesal por sus compañeros, sabiendo que él es el menos comprometido dentro de la causa? ¿Esta declaración nació desde su voluntad o existe una decisión corporativa (policial) para que él arriesgue su situación procesal frente a los jueces; una declaración que no fue avalada por ninguno de sus compañeros (en el caso de la supuesta extorsión ejercida por Uribe)?

Kechu. Cinco

El estratega

“Niego los hechos que se me imputan”, comenzó diciendo Juan Barrera. Barrera, según su testimonio, primero estuvo realizando un adicional en el Banco Nación. Luego hizo un traslado de valores a General Belisle. Al terminar este traslado, Barrera se retiró a su casa donde, junto a su ex esposa, realizó una reunión para conmemorar su cumpleaños. “A las once y media me puse a revisar mi computadora y a jugar a los jueguitos. No me acuerdo que jueguito era, pero consta la hora que yo estuve conectado. ¡Está ofrecido como prueba! Después llegó el primo hermano de mi señora, Ariel Lallana y Juana Lorenza Arias (tía de mi ex señora) y continuamos con la cena (…). Yo seguía en la computadora porque era un espacio muy reducido donde vivía. Estaba la mesa y estaba la ‘compu’, ahí al lado. Seguimos charlando, tomando algo. No me acuerdo si tomamos bebidas alcohólicas. Después, cerca de las tres, tres y media se fueron todos. Yo me quedé con mi esposa y mis hijas. Ordenamos todo y nos fuimos a acostar porque yo al otro día entraba a trabajar a las ocho de la mañana en la escuela de formación profesional”.

Juan Barrera observa a los jueces. Foto Gustavo Figueroa

Lo singular de la declaración de Barrera es que ni su ex esposa, ni Juana Arias, ni la pareja de amigos que estuvo en su casa (y que también declaró en el juicio) recordaron o mencionaron la escena de la computadora; una escena singularmente llamativa, dado que Barrera en el día de festejo de su cumpleaños decidió jugar a un juego de estrategia en un espacio que, como advirtió él mismo, era muy reducido.

Kayu. Seis

El cocinero de la alcaldía

“Yo trabajaba en ese momento en la alcaldía, de cocinero. Ese día no trabajé, tenía franco. Mi horario de trabajo era de ocho de la mañana a una, una y media, donde retiraba la comida de los internos. Volvía a ingresar a las 18 hasta las 21 hs, que se retiraba de nuevo la comida de los internos. Esa noche no trabajé. Estuve en casa con mi familia. A la noche tuve una cena en mi casa con mi familia. Mis dos hijos, mi señora y una amiga que vino de Lamarque. Comimos esa noche y ella (la amiga de mi esposa) por la hora que era, no volvió a su casa, se quedo a dormir en mi casa. Al otro día volví a entrar a trabajar de servicio a las ocho de la mañana. Esa noche estuvimos comiendo, mirando televisión. No hice adicional, no trabajé. No estaba diagramado. Sí tuve adicional el sábado (5) a la noche en el boliche Krakatoa”.

Pablo Bender es visto por más de un testigo dentro de Macuba. Foto Gustavo Figueroa

A Pablo Bender lo vio más de un testigo dentro de Macuba. Incluso hay una testigo que afirma que es al único policía que reconoce con claridad.

“Más allá que muchas personas me hayan visto esa noche en Macuba, yo lo único que tengo para decir es que nunca estuve. No sé realmente lo que pasó esa noche porque si me preguntan, no tengo idea. Me fui enterando con el transcurso de los días y las semanas, pero yo todavía no entiendo por qué me involucraron en esta causa”.

Regle. Siete

El investigador

Héctor Martinez siguiendo la línea de Bender y Barrera, afirmó que no concurrió a Macuba, ni salió de su casa. Tanto el viernes 4 como el sábado 5 de noviembre de 2011, él estuvo yendo y viniendo de una ciudad a otra dado que en esa fecha uno de sus cuñados falleció (relato que fue confirmado por su esposa). “No sé por qué motivo me involucraron en está causa. Esa noche no estuve en Macuba. Las personas que dicen haberme visto han mentido”.

Ricardo Thompson, también abogado defensor de este imputado, le realizó una serie de preguntas que estuvieron en debate durante todo el desarrollo del juicio. Primero Thompson le consultó sobre la versión que se presentó en su contra, dando a entender que había dado pistas falsas en la causa, incriminando a un “perejil” (véase “La coartada policial y el inocente “perejil”).

“Con respecto al ciudadano Torres lo que puedo decir es que esta persona lo estuvo buscando a Daniel desesperadamente al día siguiente. Y el día lunes el se retiró del Valle Medio y dijo que se iba a Neuquén (supuestamente). Y aparte, en declaraciones, él se contradecía. Y yo lo vi como sospechoso porque si lo buscaba tanto a su compañero Daniel Solano, ¿por qué motivo él se va a retirar de la jurisdicción? Y a su vez dijo él que se retiraba de la empresa Expofrut porque no estaba bien pago, pero al tiempo regresó a Exprofrut, lo que me hacía a mi sospechar de esa persona; podía ser una línea de investigación también”.

Martínez fue el primer policía que estuvo en contacto con la familia Solano. Foto Gustavo Figueroa

Luego Thompson le preguntó a Héctor Martínez si él sabía por qué motivo fue trasladado a “Las grutas”, durante los primeros meses de 2012 (como pudo confirmarse durante el juicio). Martínez atribuyó esta decisión a una “conversación” (como él la definió) que mantuvo con el abogado defensor Sergio Heredia.

“Él (Heredia) me dijo que los autores habían sido los policías. Con esa convicción él había venido a manifestarme a mí que eran los uniformados los que habían hecho desaparecer a Daniel Solano, a lo que yo le manifesté de que iba a recabar todos los datos necesarios para que se pueda esclarecer este hecho, y que no iba a culpar a ninguna persona si no tenía las pruebas necesarias. Si no tenía las pruebas suficientes no iba a culpar a ninguna persona, ya sea policía o civil. Me acuerdo patente porque yo le dije ‘yo 20 años en la policía no los voy a tirar’”.

Por último, Martínez hizo referencia a los dos informes que él realizaba dentro de la investigación, y que estuvieron en el centro de la polémica por parte de la querella, dado que estos dobles informes visibilizaban la existencia de una brigada de investigación trucha.

“El doctor Bodrato era el que disponía las citaciones y a quién le dabamos a conocer lo que hacíamos todos nosotros (…) Yo presentaba informes semanales a Bodrato. También lo hacía al jefe de la regional cuarta. Y él a su vez lo tenía que enviar a jefatura de policía, porque el hecho era de pleno conocimiento público (…) Entonces, hacía dos informes, un informe para la policía y otro para la justicia”.

“Ninguna de las líneas de investigación que yo podía ver en ese momento se agotó”, insistió Héctor Martínez, dando a entender que si él en la actualidad estuviera a cargo de la investigación, seguiría buscando a Daniel Solano en Neuquén o habría incriminado a los tres jóvenes que fueron vistos a la orilla del río Negro golpeando con una botella en la cabeza a un joven norteño.