• Hace menos de un año, se anunció casi simultáneamente el primer aumento del número de personas hambrientas en el mundo en 20 años (+40 millones), y se anunció un número récord de refugiados, más de 66 millones, subrayando el estrecho vínculo entre el hambre y la guerra.
  • Más de la mitad de los refugiados son niños, mucho más vulnerables a la desnutrición.
  • Las deficiencias en la lactancia materna, la dieta y las barreras sociales son algunos de los principales obstáculos para mantener un buen estado nutricional entre los refugiados y las personas desplazadas.

 

Milán, 20 de junio de 2018 – No es casualidad que, al mismo tiempo que el hambre crecía por primera vez en décadas, el número de refugiados y desplazados en el mundo haya aumentado a 66 millones. Una de las formas de hambre que traen consigo las guerras está de hecho relacionada con el desplazamiento masivo de personas que huyen de la violencia. Junto con sus hogares, abandonan sus medios de subsistencia, pasando a depender completamente de la solidaridad de las poblaciones de acogida o, si logran llegar a un campo de refugiados y obtener el estatuto de refugiado, de la ayuda internacional.

«A pesar de la ayuda, hay factores que pueden comprometer significativamente el estado nutricional adecuado de los refugiados«, explica Antonio Vargas, Jefe de Alimentación y Salud de Acción contra el Hambre. Es muy común que el estrés postraumático causado por la violencia provoque, por ejemplo, una interrupción en la capacidad del niño y de la madre para seguir amamantando: «la interrupción repentina de la lactancia puede llevar a una etapa de desnutrición aguda, por lo que es prioritario trabajar con las madres y los niños menores de seis meses para restablecer lo antes posible la lactancia materna, que no sólo alimentará al niño, sino que también lo protegerá de numerosas enfermedades en condiciones higiénicas, a menudo precarias, en centros con una concentración de personas muy alta», explica Vargas.

DIETA DE EMERGENCIA PARA REFUGIADOS DE «LARGA DURACIÓN»

Escapar también causa un cambio repentino en la dieta habitual. Las raciones de alimentos distribuidas a las personas desplazadas y refugiadas están diseñadas para cubrir períodos cortos de tiempo y satisfacer las necesidades nutricionales básicas, en forma de calorías de carbohidratos o aceite vegetal, sin la contribución de los micronutrientes y proteínas animales que podrían proporcionar la carne, el pescado y los productos frescos. «Estas raciones están pensadas como una solución de emergencia, para unos meses; últimamente la tendencia es la incertidumbre de los conflictos». En promedio, una persona desplazada pasa 17 años fuera de su hogar.

LA DOBLE CARGA DE LA MALNUTRICIÓN

«También estamos asistiendo a la aparición de un doble problema de desnutrición en muchos campamentos de refugiados: no sólo hay casos de desnutrición, sino también de sobrepeso debido al desequilibrio nutricional y al desarrollo de prácticas dietéticas inadecuadas como mecanismo de adaptación al nuevo ecosistema«, dice Vargas. A esto se añade el empobrecimiento de la dieta causado por las barreras culturales a los tipos de alimentos mal utilizados.

TRANSFERENCIA DE FONDOS: LA MEJOR MANERA DE ALIMENTAR A LAS PERSONAS DESPLAZADAS A CORTO PLAZO…

«En Acción contra el Hambre tratamos de superar estas barreras a través de la ayuda en forma de distribuciones en efectivo en lugar de distribuciones directas de alimentos: esto no sólo promueve la economía local de la población de acogida, sino que también permite a los refugiados acceder a los productos frescos en los mercados locales y elegir de acuerdo con sus preferencias alimentarias», explica Hélène Pasquier, responsable de la seguridad alimentaria y de los medios de subsistencia de la organización.

…Y APOYAR LAS ECONOMÍAS LOCALES A MEDIO Y LARGO PLAZO

La estancia prolongada de los refugiados no sólo limita los mecanismos de adaptación de los refugiados -en los últimos años en el Líbano hemos visto un aumento de los casos de matrimonio precoz y de trabajo infantil entre más de un millón de refugiados sirios-, sino que también ejerce presión sobre los servicios básicos y los recursos naturales de los países de acogida (la mayoría de los cuales son países en desarrollo), lo que puede dar lugar a nuevos conflictos.

En los últimos años ha habido una cierta fatiga por parte de los donantes hacia algunos «conflictos congelados» y una tendencia a reducir la ayuda humanitaria cuando la presencia de refugiados dura más de uno o dos años: «En crisis menos visibles como la del norte de Malí o Mauritania, donde están presentes decenas de miles de refugiados malienses, buscamos soluciones para generar medios de subsistencia entre los propios refugiados, a través de pequeñas formas de comercio o actividades profesionales dentro de los campamentos, con el fin de generar una cierta autonomía de la ayuda humanitaria», explica Pasquier.

Uno de los proyectos más exitosos en esta área, relacionado con el reciclaje de residuos, fue iniciado por Acción contra el Hambre con refugiados sirios (principalmente mujeres) en Irbid, Jordania, con el apoyo financiero de GIZ.

VIDEO https://vimeo.com/275784093

Acción contra el Hambre trabaja en algunas de las crisis de refugiados más importantes: en la región siria, en Malí, en Níger, en Mauritania, con los refugiados Rohynga en Bangladesh y en el sur de Sudán.

Acción contra el Hambre es una organización humanitaria internacional líder en la lucha contra las causas y consecuencias del hambre. Durante casi 40 años, en unos 50 países, hemos salvado las vidas de niños desnutridos, proporcionando a las familias agua potable, alimentos, atención médica y capacitación, lo que ha permitido a comunidades enteras vivir libres del hambre.

Para más información: Gemma Ghiglia – gghiglia@azionecontrolafame.it – 0283626111