Por Jorge Pardes

Las Madres de Plaza de Mayo, los entretelones del mundial 78, la brutal dictadura cívico militar, los “desaparecidos”, el miedo, la lucha sin pausa, siguen desde hace más de cuarenta años después marcando nuestras conciencias, alertándonos de los peligros futuros, y azuzando el pasado para que no se apague el fuego de la memoria.

El 30 de abril se cumplieron 41 años de aquella tarde en la que un grupo de mujeres en la Plaza de Mayo se juntaron para visibilizar su reclamo por sus hijos desaparecidos.  Regía el estado de sitio y no podían reunirse más de tres personas en la vía pública. Al grito de “circulen, circulen”, nacía la primera marcha de las Madres de Plaza de Mayo, las locas de la Plaza, las que siguen cada jueves, marchando, marchando.

En la sección deportes del portal de un diario porteño apareció una nota el 29 de abril pasado en la que el mítico arquero de la selección de fútbol ganadora del mundial 78 Ubaldo Matildo Fillol, revela en la mesa de un programa televisivo que el vicealmirante Lacoste lo amenazó con un arma sobre la mesa para que firme un contrato con el club de fútbol River Plate en el año 1979.

El rol de los futbolistas durante la Copa del Mundo que se jugó durante la dictadura militar se ha discutido en numerosas oportunidades en estos años. Con dolor y culpa, Fillol se encargó de limpiar el nombre de sus compañeros de plantel y de pedir perdón por haber sido usados: «respecto de lo que la gente piensa o ha pensado de nosotros, estamos orgullosos de ese logro, dimos la vida deportivamente hablando. Sí tenemos un gran dolor porque con el tiempo nos dimos cuenta de que se usó ese logro maravilloso para seguir secuestrando. Ese ese el perdón que les queremos pedir a las Madres de Plaza de Mayo», señaló.

El 12 de abril pasado, en su marcha 2087 en Plaza de Mayo, las Madres recibieron la visita de una comitiva de la selección mundialista holandesa del año ´78. Hebe de Bonafini entregó un presente a los jugadores Arie Haan y Ernie Brandts.

Destacó y agradeció la actitud de la selección holandesa de fútbol, en aquel mundial, cuyos jugadores decidieron no asistir al agasajo organizado por la dictadura tras la final que perdieron con Argentina.

Bonafini destacó el rol de la prensa holandesa presente en aquel momento en nuestro país, que a la hora de la transmisión de la fiesta inaugural del mundial de fútbol, puso una cámara en la Plaza de Mayo, donde las Madres iniciaban su marcha, permitiendo que el mundo se enterara de lo que estaba pasando en nuestro país, más allá del mundial.

“Yo no sé si en ese momento los compañeros tomaron real dimensión. Éramos un pequeñísimo grupo de mujeres desesperadas, con nuestras tres mejores madres asesinadas, violadas, torturadas y tiradas vivas al río. Éramos un pequeño grupo que estuvimos en la Plaza el día del inicio del mundial de fútbol, nadie nos conocía, nadie hablaba de nosotras, ni siquiera del asesinato de las Madres, pero ustedes hicieron que el mundo nos conociera”, comentaba la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo refiriéndose a aquel día. “A partir de ese momento nos conoció el mundo” concluyó.

40 años después, 10 mundiales de fútbol pasaron y la lucha continúa. Un grupo de mujeres, buscando a sus hijos desaparecidos, desbarataron en aquel momento el aparato de propaganda de la dictadura cívico militar con un pedido de justicia al mundo. Su grito, que llega hasta nuestros días, convirtió al mayor punto de gloria de esa dictadura cívico militar en el principio de su ocaso. Aquel jueves 1º de junio de 1978 marcó un punto de inflexión en la difusión de los crímenes de la dictadura y en la titánica lucha de estas mujeres.