14 de mayo de 2018 – Hoy fue un día de sangre en Palestina. Es el septuagésimo aniversario del día en que Ben Gurión proclamó el nacimiento del Estado de Israel en territorio palestino. Ben Gurión utilizó la Resolución 181, que preveía la partición de la Palestina histórica, pero nunca respetó los términos de dicha Resolución. Incluso su decisión de declarar la llamada independencia de Israel tuvo lugar antes de la fecha aprobada por la ONU, para simbolizar que Israel estaba por encima de la ley internacional. Comenzó la guerra con los árabes, que Israel ganó anexándose mucho más de lo establecido por la ONU y que, según el derecho internacional, no podía ser anexado. Pero Europa, con el drama del holocausto aún en su conciencia que fue acompañado también por considerables intereses europeos y americanos, simplemente cerró los ojos y las anexiones eventualmente se convirtieron en un hecho, tanto es así que, cuando finalmente se establecieron los confines del Estado de Palestina, los palestinos acabaron con sólo el 22% de lo que una vez fue la Palestina histórica. Luego llegó otra guerra -la guerra de los seis días- que marcó la victoria de Israel y que condujo a la ocupación de los otros territorios palestinos, incluyendo Al Quds, la Jerusalén árabe. Pero la ocupación de Al Quds nunca fue aceptada, de facto o de jure, mientras que Israel la reclama como su capital.

Entonces llegó Trump. Ya no se erigió en árbitro, como debería haber hecho el Presidente de los Estados Unidos, aunque siempre un poco desequilibrado, sino más bien en padrino, protegiendo a su alumno y sus declaraciones, indecorosas y escandalosas a nivel de Derecho, terminaron siendo digeridas, también gracias a la amistad con algunos de los países árabes más reaccionarios con los que está en vigor la solidaridad empresarial.

Pero los palestinos han dicho hasta ahora que no, Jerusalén no es sólo una ciudad, es un símbolo que reúne en sí mismo la memoria y otros símbolos, religiosos o no, y por los que los palestinos, cristianos y musulmanes están dispuestos a morir. Hoy, la decisión de Trump de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel y su supuesto apoyo a un estado sustancialmente ilegal ha hecho que la reacción de Israel a las demandas del pueblo palestino de que se respete el derecho internacional sea aún más violenta. En Cisjordania, las protestas se centraron principalmente en el intento de «robo» de Jerusalén, mientras que a lo largo de la Franja de Gaza la «Gran Marcha» siguió reclamando el derecho al retorno (Resolución 194 de la ONU ignorada por Israel) y la ruptura del asedio ilegal israelí.

Nadie puede negar que, hoy, en las fronteras de la Franja de Gaza, Israel ha manchado una vez más su llamada democracia con un verdadero baño de sangre palestina. Hay 52 muertos y 2.638 heridos. Todos desarmados, excepto alguien «armado» con piedras.

Entre ellos hay también inválidos y niños. Esto es una verdadera vergüenza para cualquiera que desee declararse respetuoso de los derechos humanos. Pero Israel siempre se ha distinguido en esto y después de todo ha logrado, en varias ocasiones, matar en pocos días a entre 300 y 400 niños, incluyendo bebés, bombardeando orfanatos y hospitales, y nunca ha perdido el nombre de Estado democrático, así que todo lo demás es evidente.

Sin embargo, veamos cómo comenzó este triste día a lo largo de la Franja de Gaza. Comenzó quemando las aldeas simbolizadas por las tiendas de campaña de los campamentos. De hecho, poco después del amanecer, las FDI lanzaron pequeños aviones incendiarios cargados de gasolina sobre las tiendas de campaña en las que dormían muchas familias que participaban en la Gran Marcha. Empezaban con heridos, y aún no eran las 7 de la mañana.

Después de la oración del mediodía, ya había 37 mártires; al final de la manifestación había 52. Durante la noche tal vez el número aumente. Siempre es bueno recordar que para los palestinos son mártires y no simplemente víctimas, y que el mártir, no sólo en Palestina, sino en todas partes del mundo, tiene el mismo significado: el de ser testigo, el de dar ejemplo y, por lo tanto, el impulso que añade valor y determinación a los supervivientes.

Como prueba de ello, las protestas no se detuvieron ante las amenazas del portavoz israelí de las fuerzas armadas, Avijaa Adraei, quien anunció en la televisión que, si los gazawies no paraban la marcha, Gaza sería bombardeada con la fuerza militar aérea. En las mismas horas un grupo de jóvenes cortó la red de asedio y entró, desarmado, en territorio israelí. Estos jóvenes querían demostrar que la libertad es un bien supremo y la jaula en la que han vivido durante 11 años debe romperse a cualquier precio. Para algunos de ellos el precio era la vida. Ahora son mártires.

Mientras tanto, también continuaron las protestas por Jerusalén en Cisjordania. La anexión no será fácil, a pesar de los brindis de Netanyahu que, con el reconocimiento de Trump, ha logrado eclipsar sus problemas con la justicia que, por razones de fraude y ciertamente no por las masacres de los palestinos, podría haberlo defenestrado.

Mientras Netanyahu, los padrinos y los ayudantes de cámara celebraban la anulación de las resoluciones de la ONU sobre Jerusalén, y mientras la voz oficial de las FDI declaraba despectivamente que Israel podía decidir bombardear Gaza como si se tratara de una decisión pacífica y legal, todavía no había una reacción de la ONU. ¿Cuál sería la opinión del Secretario General?

Sobre la base de la experiencia pasada, se puede suponer que se le censurará a Israel su reacción exagerada a las protestas. No se espera nada más y esto es muy grave porque el insulto al Derecho internacional salta por encima de él y, además, al reducir a una pequeñez lo que es un crimen continuo, lleva al ciudadano a acostumbrarse al crimen, en todas partes y no solo en Palestina, en lugar de rechazarlo.

Además, la «timidez» prevista de la ONU no resolverá, sino que probablemente agravará el problema, porque la cuestión, o más bien el problema israelí-palestino, tiene un nombre preciso, o más bien dos: asedio y ocupación. Si la ONU demuestra una vez más que es impotente e ineficaz ante las violaciones y crímenes israelíes, todo el mundo, y no sólo Oriente Próximo, pagará el precio, porque la legalidad internacional se percibirá cada vez más por lo que incuestionablemente ha demostrado ser durante mucho tiempo: inútil.

Mientras escribimos estamos recibiendo solicitudes de sangre y medicamentos de los hospitales de Gaza. Algunos periodistas han resultado heridos, pero esto no es nada nuevo, e Israel -tanto por los heridos como por los asesinatos de periodistas- tiene ya un historial.

Hoy, pues, realmente hubo enfrentamientos, los que no habían tenido lugar el viernes anterior, a pesar de los informes de los medios de comunicación que encubrían la responsabilidad por los asesinatos y lesiones de manifestantes pacíficos e indefensos con el desconcertante término “escaramuzas”.

Hoy, en cambio, los habitantes de Gaza se defendieron usando todo lo que tenían. Por un lado, la resistencia, con hondas y piedras; por otro, la ocupación, con misiles, tanques, drones incendiarios, gases tóxicos y francotiradores. Por un lado, el deseo de libertad; por otro, la fuerza de las armas para reprimirla.

Aunque los hospitales de toda la Franja ya no tienen cabida y hacen llamamientos al mundo, alguien lanza la idea de que el jefe de Hamás acordó ayer con Egipto el final de la marcha. Pero la marcha no fue convocada por Hamás, al contrario, en realidad nació de comités gazawies de todas las facciones y también externos a todas las facciones políticas. Si se le quiere dar un «padre», este sería el Frente Popular cuyos militantes fueron los primeros en tener la idea de la gran marcha hace unos meses y de esta idea surgieron los comités que son absolutamente transversales a todas las facciones políticas.

Sin embargo, esta mañana los coches de Hamás, al igual que los de los demás partidos, corrieron por las calles con altavoces invitando a la población a participar. Es muy extraño decir que Hanyeh quiere bloquear la marcha y a la vez invitar a los ciudadanos a participar. Ahora el día ha terminado y entre las noticias y fotos particularmente conmovedoras, como la de otra persona discapacitada asesinada en su silla de ruedas, o la del joven Moutasen impactado en la frente por un francotirador y que, por crueldad del destino, terminó en brazos de su hermano, un médico del hospital a donde, sin saberlo, lo llevaron los camilleros, llegan noticias de Ramallah que sin duda harán menos alegre el brindis de mañana a los estadounidenses, israelíes y sus partidarios: el Presidente Abu Mazen ha pedido una huelga general en toda Palestina.

Jerusalén será quizás el primer paso en falso para los apetitos israelíes. Ya veremos. Mientras tanto, en Gaza esta noche no habrá sueño. Los drones volarán bajo y tal vez la amenaza de un nuevo bombardeo se materialice. Pero los gazawies han roto la barrera del miedo y regresan para repetir su lema de gran dignidad: «Oh libres en la tierra o mártires bajo tierra».

Tal vez más por la iniciativa escandalosa de Trump que por la protesta digna de los palestinos, parece que hoy por primera vez han llegado a la Franja cientos de periodistas internacionales. El objetivo debería ser proporcionar sus testimonios.

En este momento sabemos que muy pocos han estado realmente sobre el terreno y serán ellos, si la honestidad profesional prevalece sobre la censura, los que darán testimonio de que, si los gazawies de la «Gran Marcha» siguen siendo cohesivos y permanecen por encima de las divisiones políticas de los distintos líderes, este baño de sangre marcará una página en la historia del difícil camino de la independencia palestina. Siempre que los poderosos de la tierra, en primer lugar, los Estados Unidos, entiendan que es más conveniente elegir la legalidad internacional que la ley del más fuerte y siempre que, por honestidad intelectual y profesional, estos reporteros puedan desmentir la responsabilidad que Israel y su padrino intentan atribuir a Hamás por sus crímenes.

Traducido del italiano por María Cristina Sánchez