El viernes 18 de mayo, en Roma, en la sede nacional de ANPI, participé, junto con un grupo de voluntarios formados como «Observadores de los Derechos Humanos», por invitación de Enrico Calamai en la reunión de la «Comisión de Verdad y Justicia para los Nuevos Desaparecidos».

Enrico Calamai fue nuestro invitado varias veces en la sede del grupo para contarnos cómo, siendo cónsul en Buenos Aires en los años más sangrientos de la dictadura de los generales en Argentina, trabajó, a riesgo de su vida y de su carrera, para salvar a cientos de argentinos de la planeada eliminación de esa dictadura a través de las desapariciones en el mar, gracias a él pudo encontrar refugio y ser expatriado.

También nos habló de lo que en estos momentos sigue siendo la vanguardia de la defensa de los derechos humanos y que, en su opinión, es la prioridad de actuación, al menos en Europa, donde se repitió con la misma crueldad el fenómeno de eliminación que vivió la dictadura argentina entonces y ahora los gobiernos europeos con respecto a las personas que intentaban emigrar a Europa.

Durante la reunión, que se abrió con las palabras de aliento de uno de los vicepresidentes de la ANPI, el Dr. Pagliarulo, y coordinada por uno de los miembros fundadores, el abogado Arturo Salerni, Calamai recordó de qué estamos hablando y por qué está luchando la Comisión y pidió apoyo para ello. Estamos hablando del trabajo, incluso de omisiones, de los Estados europeos, de la propia Unión Europea y de la propia OTAN, por un lado, de los Estados africanos por los que pasan los inmigrantes, por otro. Concretamente, los acuerdos de Malta (noviembre de 2015), el pacto con Turquía (marzo de 2016), el acuerdo de chantaje con Afganistán (octubre de 2016), el memorá¡ndum con Libia (febrero de 2017), los procesos de Rabat y Jartum, son alianzas destinadas a garantizar el apoyo financiero y militar a los regimenes antidemocráticos, corruptos y dictatoriales, a cambio de que intensifiquen la persecución de las posibles personas «clandestinas» que intentan llegar al Mediterráneo.

Calamai está convencido, y muchos datos que resume en su discurso a otro miembro del comité, el periodista Emilio Drudi (autor, entre otras cosas, del libro «Escapar a la vida. La tragedia de los refugiados: una masacre anunciada» publicada por Tempi Moderni) confirma que «se está desarrollando un sistema concentrado, disperso pero que responde a un diseño unificado en toda la enorme cuenca africana y de Oriente Medio que forma parte del Mediterráneo, en la que la tortura, las masacres y los tratos inhumanos y degradantes han estado durante mucho tiempo a la orden del día y que, si no bloqueados, podrían convertirse en el sistema eliminatorio más complejo de la historia de la humanidad». Además, es muy probable que quien logre escapar de los controles de aguas arriba sea seguido a sabiendas por los diversos medios tecnológicos en su prueba en el Mediterráneo sin intervenir, como parte de una estrategia de disuasión dirigida a minimizar el número, en la imposibilidad de erradicar el fenómeno por completo. No faltan testimonios sobre las graves omisiones de rescate que sin duda constituyen un ilícito internacional.»

De hecho, dos procesos judiciales están siendo seguidos en este momento por el Comité, en su camino hacia el esperado fallo de la Corte Internacional del AFP, que se refiere a dos naufragios siempre con víctimas sirias refugiadas, el más tristemente famoso es el del 11 de octubre de 2013, donde perecieron 268 personas, entre ellas unos 60 niños, y donde se acusa a quienes comandaban el patrullero italiano Libra de ignorar los llamados que se le hicieron tras el hundimiento del barco con ametralladoras por parte de una patrullera libia.

La lucha en este campo es muy dura, contra el sentimiento común difundido por los gobiernos y los medios de comunicación que lleva al miedo, la desconfianza y el odio discriminatorio, o al menos a la apatía y la indiferencia, lo que hace que se asimile siniestramente a esos períodos oscuros de la humanidad como los que, por ejemplo, preceden inmediatamente a la Shoah. Además, es muy difícil desde el punto de vista jurídico identificar responsabilidades y cargos específicos, precisamente por la forma en que los responsables intentan eludir los tipos de delincuencia mediante un complejo sistema de «exteriorización» de las fronteras de la «Fortaleza Europa».

El Comité y sus amigos trabajan para identificar formas legales de defender los derechos fundamentales garantizados por la Declaración de la ONU y nuestra Constitución y promover la información, la sensibilización para la formación de una conciencia antirracista, antidiscriminatoria y no violenta que actúe para prevenir otro Holocausto, que trabaje por un «nuevo Nuremberg» capaz de identificar ciertas responsabilidades, penas adecuadas e indemnización plena para las víctimas.

Siguieron varias intervenciones de personas que trabajan desde hace tiempo en el campo de los derechos y la acogida, entre ellas la de Federico Palumbo, creador del grupo «Observadores de los Derechos Humanos» y organizador del área «Derechos Humanos» en el marco del Foro Humanista Europeo de Madrid» (11/12/13 de mayo), en la que también participó el juez Baltazar Garzón y su fundación, que se ocupa de la jurisdicción universal y que siguió varios casos internacionales sobre el tema de los derechos humanos contra el genocidio y las desapariciones forzadas. Alessandra Mecozzi presentó la recogida de firmas organizada por el Comité Europa acogedora (www.welcomingeurope.it) «para una Europa que acoge» con el fin de: despenalizar la solidaridad (de los que trabajan para salvar y acoger a los inmigrantes), crear pasos seguros y proteger a las víctimas de abusos. Meta: un millón de firmas de ciudadanos europeos en 12 meses. Cristiana Gallinoni, de Acrobax, y Patrizia Fiocchetti, que trabaja en Friuli en un amplio centro de acogida, también hablaron, describiendo la preocupante situación que se está creando allí con respecto a los inmigrantes y solicitantes de asilo.

Finalmente, como «observadores» sentimos cada vez más la necesidad de una gran campaña nacional y europea que pueda poner en red todas aquellas realidades que puedan llegar a influir en la opinión pública y denunciar la barbarie que se está produciendo contra los inmigrantes y los refugiados, recuperar la dignidad de un pueblo acogedor y solidario y mover todas las demandas posibles para conseguir la Justicia y la Verdad.

Fulvio Faro, Movimiento Humanista,

para el Grupo de Observadores de Derechos Humanos