Fiske Menuko, Río Negro. En la tercera jornada del juicio por la desaparición forzada de Daniel Solano, los 7 imputados se negaron a hacer declaraciones. En cambio Gualberto Solano (el padre de Daniel Solano) dio su testimonio junto a cinco personas más, de identidad reservada. Dos de estos testigos estuvieron en el boliche Macuba Megadisco la noche en que desapareció el joven oriundo de Salta. Entre sus relatos quedó acreditado que el dueño de Macuba (Carlos García) salió del establecimiento, habló con la policía (dando un mensaje) y luego volvió a entrar al boliche para terminar la noche como si nada hubiera ocurrido. Por su parte el otro testigo aseguró que esa noche sacaron a un chico con el rostro tapado. “Quedamos todos conmocionados”.

El testigo de identidad reservada insistió con la idea (naturalizada) de que era esperable por parte de la policía actos de violencia. “Lo sacaron dos policías apretándole los brazos detrás de la espalda”. Pero, ¿por qué tapar el rostro de una persona? ¿Para ocultarlo de quién? ¿De posibles testigos? ¿Testigos de qué? El rostro tapado fue un hecho significativo dentro de las declaraciones. El mensaje de García puede ser la última orden que recibiera la policía antes que Daniel desapareciera. Los trazos de información que acompañan el cuerpo de Gualberto son tan oscuros como reales. Dentro de estos canales casi imperceptibles cada dato que se vislumbra conduce la espera, impaciente y lastimosa, hacia la extensa red delictiva que desapareció, en el anonimato de la mal llamada Patagonia argentina, al joven “golondrina”.

Introducción

Para la tercer jornada estaba prevista las declaración de cinco personas. Previo a esto los abogados defensores exigieron a los jueces que se impusiera la nulidad parcial de la acusación de la querella.

Kiñe. Primer capítulo

El pedido de nulidad y las intervenciones del abogado Iribarren 

Los abogados defensores entienden que los representantes de la familia Solano hicieron una acusación que no fue presentada en tiempo y forma. Según Pablo Iribarren (abogado defensor) la acusación fue introducida “por la ventana”. Específicamente la defensa exige la nulidad de la acusación en la que son implicados jueces y fiscales como parte de –por un lado– una red de trata de personas con fines de explotación laboral y –por otro lado–, una red paralela de venta de estupefacientes. Por su parte Leandro Aparicio les respondió que ellos, como abogados defensores, tuvieron tres años para presentar las objeciones correspondientes y no lo hicieron. Por una unanimidad los jueces decidieron no hacer lugar al pedido de la defensa.

El abogado Pablo Iribarren exigiendo la anulación parcial de la acusación.Foto Gustavo Figueroa

En otra de sus intervenciones Iribarren se burló de uno de los testigos, afirmando,  en tono irónico, que con su aporte podrían resolver el caso.

Epu. Segundo capitulo

Los 5 testimonios de identidad reservada

El primer testimonio fue concreto en definir con precisión la escena en que Carlos García, dueño de Macuba Megadisco salió del establecimiento, dio una orden a la policía y volvió a ingresar al boliche para terminar la noche. También en su relato este testigo incorporó una camioneta que habría participado también previamente en la desaparición de Daniel Solano. Una camioneta que pertenece al mismo dueño. La duda dentro de la sala –incluida la impresión de los jueces– nació al finalizar el testimonio, dado que el testigo comenzó diciendo que conocía de vista a los policías de Choele Choel –un pueblo pequeño–, pero al concluir confesó que conocía de cerca a dos policías que mencionaba con familiaridad por su nombre de pila. El testigo afirmó que Juan (Barrera) y Pablo (Bender) viven cerca de un kiosko que él frecuenta. Finalmente este testigo afirmó en repetidas ocasiones –aunque dejó una sombra de duda en toda la sala–, que la noche en que desapareció Solano ninguno de los imputados estaba en Macuba. El único nombre que fue mencionado fue el del oficial Echegaray y el del dueño de Macuba.

Pablo Beder (de perfil bajo), al igual que sus seis compañeros, se negó a realizar declaraciones. Foto Gustavo Figueroa

Por su parte el segundo testimonio –también relevante– indicó y afirmó que la noche que desapareció Solano fue sacado por la fuerza un joven que llevaba el rostro tapado. La testigo afirmó haber visto en otras oportunidades el accionar de la policía con similares características, pero lo particular radica en que nunca había visto que sacaran a alguien con el rostro cubierto. La testigo tampoco pudo reconocer el rostro de ningún policía, pero al igual que el testigo anterior dejó dudas con su relato. Concretamente dejó entrever que ella sabía más de lo que decía. Incluso la jueza le realizó un llamado de atención y le preguntó si se sentía realmente libre para dar su testimonio.

Juan Barrera ha transitado todas las audiencias judiciales con una actitud desafiante y verborrágica. Foto Gustavo Figueroa

Los tres testigos siguientes habían escuchado relatos, dichos y frases de algunos de los protagonistas del caso. El testimonio más significativo lo dio el último testigo que detalló que durante una fiesta escuchó de boca del DJ  que estuvo presente la noche en que desapareció Daniel, cómo se ufanaba de saber cuál fue el destino de Solano esa noche.

Con estos testimonios se vuelven a poner en evidencia estos interrogantes: ¿Quiénes eran los dos policías que sacaron a Solano de Macuba? ¿Quiénes eran los cuatro policías que bajaron de la camioneta Ford Export blanca? ¿Adónde llevaron a Daniel Solano? ¿Cuál fue el rol de Carlos García en la desaparición de Solano? ¿Qué rol desempeño el DJ Martín Alarcón (Pantera) en la desaparición?

Küla. Tercer capítulo

El testimonio de Gualberto Solano: “Los jueces y los policías me decían que mi hijo se había ido a Neuquén”

Gualberto camina lento, acompaña de cerca, en cada audiencia, a Leandro Aparicio, uno de sus abogados. Gualberto apoya la cabeza sobre la madera. Escucha con paciencia las audiencias. Demuestra estar cansado. Gualberto mantiene, a pesar de ese cansancio, una postura, una posición, una decisión incorruptibles.

Durante su testimonio Gualberto hizo referencia a la última vez que vio a su hijo, su viaje a Río Negro y la insistencia de distintos representantes del Estado –policías y jueces– para sostener la teoría de que Daniel Solano se había ido por sus propios medios hacia otra ciudad. Gualberto nunca lo creyó. Gualberto señaló también que había un puntero –rural– de apellido Domínguez que sostenía el mismo relato de jueces y abogados. Gualberto indicó que incluso dentro de la empresa Agrocosecha S.A. los mismos dueños intentaron convencerlo de que dentro de unos videos que le mostraron, se veía su hijo en una terminal de ómnibus a punto de comprar un pasaje. Gualberto negó rotundamente estas versiones. “¿Cómo se va ir sin documentos?”, se preguntó Solano.

Gualberto Solano declarando ante la mirada atenta del abogado defensor Oscar Pineda. Foto Gustavo Figueroa

En otro pasaje de su relato Gualberto hizo mención a que la empresa Agrocosecha quería hacerse cargo del caso colocando abogados propios. Gualberto se volvió a negar. Gualberto desconfiaba de su relato y de la insistencia que tenían para que él dejara de buscar a su hijo.

“Luego me llevaron de nuevo a la fiscalía y me mostraron otro video, pero no era él”. La última vez que Gualberto habló con su hijo –un día sábado–, Daniel le contó que no había cobrado como correspondía y que el día lunes –siguiente– harían paro enAgrocosecha.

Los trazos de información que acompañan el cuerpo de Gualberto son tan oscuros como reales. Dentro de estos canales casi imperceptibles cada dato que se vislumbra conduce la espera, impaciente y lastimosa, hacia la extensa red delictiva que desapareció, en el anonimato de la mal llamada Patagonia argentina, al joven “golondrina”.