Uno de los grandes desafíos de los países en su saga por el desarrollo económico es la ecuación de la relación tasa de crecimiento con la preservación de los recursos naturales y la disminución de las desigualdades sociales.

China ha batido récords de desarrollo económico. Con un crecimiento anual del PIB, índice del producto interno bruto, que mide la suma de la riqueza producida por el país, en torno al dos por ciento, el gigante asiático se enfrenta a serios problemas de contaminación.

Durante la primera etapa de la dictadura brasileña hubo un crecimiento gigantesco del PIB, pero el mismo fue amortizado en la década siguiente y no trajo resultados reales para la disminución de las desigualdades sociales.

Rodolfo Shmal en su artículo para Pressenza en español, aborda esta cuestión. Lea la siguiente traducción.

El reciente Congreso Futuro realizado en Chile, en la ciudad de Santiago, y también en otras ciudades regionales, entre ellas Talca (ubicada en la región de Maule), con sus grandes y apasionantes temas abordados, incluso el crecimiento económico. En el discurso dado por Tim Jackson, renombrado académico británico, argumentó que no se puede poner el foco en un crecimiento indefinido sin que en algún momento se produzca un impacto sobre nuestro planeta, cuyos recursos son finitos, lo que podría finalmente afectar a nuestra capacidad de supervivencia. Jackson nos invita a reflexionar en torno a la posibilidad de una prosperidad sin crecimiento.

Desde los tiempos remotos este tema ha sido debatido. En el siglo pasado la pauta estaba centrada en el crecimiento poblacional, particularmente de las capas más desfavorecidas económicamente. Este miedo se solidificó a través de una planificación familiar por medio de la masificación de píldoras anticonceptivas y la promoción del uso de preservativos, como el condón. El caso más extremo fue observado en China con la política de limitar el número de hijos a uno solo por familia, política que está hoy en discusión y en vías de reformulación.

A comienzos de la década de los 70 el debate estaba centrado en las dificultades para encarar un crecimiento basado en el alto consumo de petróleo, lo que comenzó a entrar en crisis, con el descubrimiento del agotamiento de las reservas petroleras. Así, en el año 1972 se publica el informe titulado «Los Límites del Crecimiento», en el cual se cuestionaba la tesis del crecimiento continuo de la actividad económica y los límites físicos del planeta. Los recursos existentes son finitos. Fueron los años en que las tesis del crecimiento económico se ponían en jaque.

Estos temores se disolvieron por cuenta de los avances tecnológicos que lograron disminuir la dependencia del petróleo por parte de distintos países. ¿Demuestra esto que las preocupaciones eran infundadas? Por el contrario, tales reflexiones impulsaron investigaciones, orientaron decisiones de financiamiento por parte del gobierno y entidades privadas para lograr un mejor aprovechamiento de los recursos, así como la búsqueda frenética por nuevas reservas de petróleo y fuentes energéticas.

Con todo, es claro que no podremos crecer indefinidamente y que la prosperidad tendrá que ser alcanzada sin que estemos en eterno crecimiento. Esto nos lleva a reflexionar acerca de nuestro modo de vida, hábitos y estructuras de consumo. Por momentos parecía que vivíamos en un ecosistema que aguanta todo. Pero no, nuestro ecosistema es frágil, su equilibrio está siendo puesto en jaque como lo demuestran los desastres naturales.

Esto parecería un juego donde creamos problemas y los resolvíamos. Al menos hemos logrado ser capaces de hacer los cambios necesarios y adoptar los cambios correspondientes. El agujero en la capa de ozono ha estado creciendo por años, ahora está disminuyendo.

Sin embargo, no podemos bajar la guardia, y hace mal a nuestra existencia andar sometiendo a prueba los delicados equilibrios del planeta en que vivimos.

Con el desarrollo científico y tecnológico que hemos alcanzado, es una vergüenza que uno de los mayores problemas enfrentados por la humanidad sea el de la pobreza que aflige a millones de personas alrededor del mundo, y la creencia que la solución es un crecimiento indefinido que no piensa en la distribución de sus frutos, en la disminución de las desigualdades sociales.