Por Edward Courtin

Mientras que el cumpleaños de Martin Luther King se celebra con un feriado nacional, el día de su muerte se pierde en el agujero de la memoria. En todo el país, en respuesta a la ley King Holiday and Service, aprobada por el congreso y firmada por Bill Clinton en 1994, se alentará a las personas para que este día sea de servicio. Tal servicio no incluye el compromiso de King de protestar contra un sistema decadente de injusticia económica y racial o la resistencia no-violenta contra el estado de guerra de los Estados Unidos que él llamó “el mayor proveedor de violencia en la tierra”.

El servicio patrocinado por el gobierno es neoliberalismo cultural en su máxima expresión, la promoción del individualismo a expensas de un movimiento de masas para un cambio institucional radical.

“Nada en el mundo es más peligroso”, advirtió el Dr. King, “que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda”.

Estas palabras son muy ciertas. Porque el gobierno honra al Dr. King con un feriado nacional, pero fue el mismo gobierno el que lo mató. Esta es la verdad reprimida detrás del día de servicio que tanto se ha promovido. Es lo que se supone que no debes saber.

La palabra “servicio” es una palabra capciosa, una palabra con una carita feliz. También se ha vuelto una palabra de moda durante los últimos 35 años. Su uso para el Día de Martin Luther King es claro: se alienta a los individuos a que se ofrezcan como voluntarios en actividades como tutorías para niños, pintar centros para ancianos o llevarles comida, actividades que en son buenas en sí mismas pero no tanto cuando se usan para ocultar el mensaje radical de un profeta estadounidense. Después de todo, el trabajo de Martin Luther King no fue ofrecerse como voluntario en la despensa local de alimentos con Oprah Winfrey animándolo.

El asesinato

King no fue asesinado porque había pasado su heroica vida promoviendo el voluntariado individual. Para comprender su vida y su muerte, para celebrar al hombre, “es esencial darse cuenta de que aunque se le represente y perciba popularmente como un líder de los derechos civiles, fue mucho más que eso. Un revolucionario no-violento, personificó a la fuerza más poderosa para un reconstrucción social, política y económica de la nación que hacía tiempo que había caducado. Estas son las palabras de William Pepper, el abogado de la familia King, de su estudio exhaustivo y definitivo estudio del asesinato de King, The Plot to Kill King, un libro que debería leer cualquier persona a la que le preocupa la verdad y la justicia.

Los revolucionarios son, por supuesto, un anatema para las elites del poder que, con todas sus fuerzas, se resisten a los esfuerzos de los rebeldes para transformar la sociedad. Si no pueden comprarlos, los eliminan.

Cincuenta años después del asesinato de King, las causas por las que luchó (los derechos civiles, el fin de las guerras de agresión de los Estados Unidos y la justicia económica para todos) siguen no solo sin cumplirse, sino que han empeorado en muchos aspectos.

Y el mensaje de King se ha visto enervado por el astuto truco de darle unas vacaciones nacionales y luego exhortar a los estadounidenses a que «sea un día de servicio». La gran mayoría de los que inocentemente participan en estas actividades no tienen idea de quién mató a King o por qué. Si lo hicieran, podrían detenerse en seco y combinar sus actividades de «servicio» con una enseñanza sobre la verdad de estos asuntos.

Debido a que MLK llamó repetidamente a los Estados Unidos el «mayor proveedor de violencia en la tierra», fue condenado universalmente por los medios de comunicación y por el gobierno que más tarde (una vez que hacía mucho que había muerto y ya no era una amenaza) lo alabó por los cielos. Esto ha continuado hasta este día de amnesia histórica.

Educar a la gente sobre el hecho de que las fuerzas del gobierno de los Estados Unidos conspiraron para matar al Dr. King, y por qué, y por qué es importante hoy, es el mejor servicio que podemos brindarle a su memoria.

La investigación de William Pepper, que duró décadas, no solo refuta el endeble caso contra el presunto asesino James Earl Ray, sino que definitivamente demuestra que King fue asesinado por una conspiración gubernamental dirigida por J. Edgar Hoover, el FBI, la inteligencia del ejército y la policía de Memphis a quienes ayudaron figuras sureñas de la mafia.

El juicio

Esta impactante verdad se acentúa cuando uno recuerda (o le dicen por primera vez) que en 1999 un jurado de Memphis, después de un juicio civil de treinta días con más de setenta testigos, encontró culpable al gobierno de los Estados Unidos del asesinato de MLK. La familia King había traído el traje y Pepper los representó. Estaban agradecidos de que se confirmara la verdad, pero entristecidos por la forma en que los medios junto con el gobierno enterraron los hallazgos.

Pepper no solo destruye el caso del gobierno con una gran cantidad de pruebas, sino que muestra cómo los principales medios de comunicación, la academia y los funcionarios gubernamentales han pasado años ocultando la verdad del asesinato de MLK a través de mentiras y desinformación. Otra forma en que lo han logrado es convenciendo a un público crédulo de que el «servicio» es un sustituto de la verdad.

 

Pero el servicio sin verdad es un perjuicio para la vida, el legado y el testimonio radical de este gran héroe estadounidense. Es propaganda dirigida a convencer a las personas decentes de que están sirviendo la esencia del mensaje de MLK mientras obedecen a sus amos, el mismo gobierno que lo asesinó.

Es hora de rebelarse contra la manipulación mental servida por el Día de Servicio de MLK. Permítanos ofrecer servicio, pero también aprendamos y digamos la verdad.

«El que vive con la falsedad vive en la esclavitud espiritual», nos dijo King, «la libertad sigue siendo la bonificación que recibimos por conocer la verdad».


Edward Curtin es un escritor cuyo trabajo ha aparecido ampliamente. Es profesor de sociología en el Massachusetts College of Liberal Arts. Su sitio web es http://edwardcurtin.com/

Traducido del inglés por Valeria Torres

El artículo original se puede leer aquí