Derechos humanos, desigualdad, paraísos fiscales, militarismo, cambio climático. Un llamado para un mundo mejor por parte del líder del Partido Laborista del Reino Unido.

Traducción de la transcripción

El día de hoy, al dirigirse a la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, Jeremy Corbyn MP, líder del partido laborista, dijo:

Gracias Paul por esa introducción

Y permítanme agradecer de forma especial al Instituto de investigación de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social.

Su trabajo brinda una plataforma importante a las voces marginadas por la justicia social para que puedan desafiar a los creadores de políticas y para hacer campaña por el cambio.

Doy la bienvenida a la presión tanto en mi partido, el Partido Laborista Británico, como en mi liderazgo, para poner la justicia social en primer plano en rodo lo que hacemos.

Así que gracias por invitarme a hablar aquí, en este lugar histórico, el Palais des Nations en Ginebra, una ciudad que ha sido lugar de refugio y filosofía desde el tiempo de Rousseau.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, la sede de la desdichada Liga de las Naciones, que ahora alberga a las Naciones Unidas.

Es un privilegio especial el poder hablar aquí, ya que la constitución de nuestro partido incluye un compromiso de apoyo a las Naciones Unidas, una promesa “para asegurar la paz, la libertad, la democracia, la seguridad económica y la protección del medio ambiente para todos”.

Me gustaría también agradecer a mis compañeros panelistas, Arancha Gonzalez y Nikhil Seth, y la Shadow Attorney General del Partido Laborista Shami Chakrabarti, que me ha acompañado aquí.

Ella ha sido una destacada activista y un gran activo para el movimiento internacional por los derechos humanos.

Por último, permítanme agradecer a todos ustedes por estar aquí el día de hoy.

Me gustaría aprovechar esta oportunidad en el período previo al Día internacional de los Derechos Humanos para centrarme en las mayores amenazas hacia nuestra humanidad en común, y en por qué los estados necesitan dar su apoyo a la cooperación internacional genuina y a los derechos humanos tanto individuales como colectivos, sociales y económicos, así como legales y constitucionales en el país y en el extranjero si queremos encontrarnos y superar esas amenazas.

Mi propio país está en una encrucijada. La decisión del pueblo británico de dejar la Unión Europea en el referéndum del año pasado significa que debemos reconsiderar nuestro papel en el mundo.

Algunos quieren usar el Brexit para hacer que Gran Bretaña se encierre en sí misma, rechazando al mundo exterior y viendo a todos los demás como competidores temidos.

Otros quieren usar el Brexit para reforzar las inseguridades y desigualdades de nuestro sistema económico actual, convirtiendo a Gran Bretaña en un paraíso fiscal corporativo sin regulaciones con bajos salarios, derechos limitados y servicios públicos a precios reducidos en una carrera destructiva hacia el abismo.

Mi partido representa un futuro completamente diferente cuando salimos de la UE, recurriendo a las mejores tradiciones internacionalistas del movimiento obrero y de nuestro país.

Queremos ver relaciones cercanas y cooperativas con nuestros vecinos europeos, fuera de la UE, basándonos en la solidaridad así como en el beneficio mutuo y el comercio justo, así como un internacionalismo más amplio y proactivo a través del mundo.

Estamos orgullosos de que Gran Bretaña haya sido un signatario original del Convenio Europeo de los Derechos Humanos y que nuestra Ley de los Derechos Humanos de 1998 lo consagre en nuestra legislación.

Así que el Partido Laborista continuara trabajando con otros estados europeos y con partidos y movimientos progresistas a través del Consejo de Europa para asegurar que nuestro país así como otros mantengan sus obligaciones internacionales.

Así como el trabajo del Consejo de Derechos Humanos de la ONU ayuda a garantizar que países como el nuestro cumplan con nuestros compromisos, como los derechos de las personas con discapacidad, donde el informe de este año encontró que estábamos fallando.

La cooperación internacional, la solidaridad y las acciones colectivas son valores que estamos determinados a proyectar en nuestra política exterior.

Esos valores informarán todo lo que haga el próximo gobierno laborista en el escenario mundial, usando la diplomacia para expandir un sistema internacional progresivo y basado en reglas, que provea justicia y seguridad para todos.

Dichos valores deben ser genuinamente universales y deberán aplicarse tanto a los fuertes como a los débiles si quieren obtener apoyo y confianza global.

No pueden usarse para disciplinar a los débiles mientras que los fuertes hacen lo que quieren o serán desacreditados como una herramienta del poder, no de la justicia.

Es por eso que debemos asegurarnos de que los poderosos respeten y mantengan las reglas internacionales y el derecho internacional.

Si no lo hacemos, los ideales de la Declaración Universal de los Derechos humanos de 1948 será siendo una aspiración en lugar de una realidad, y las reglas internacionales serán vistas como un menú de selección para los poderosos en el mundo que toman las decisiones internacionales.

De forma más urgente debemos trabajar con otros países para avanzar en la causa de los derechos humanos, las cuatro amenazas más grandes e interconectadas que enfrenta nuestra humanidad común.

En primer lugar, la creciente concentración irresponsable de riqueza y poder en manos de una pequeña élite corporativa, un sistema que muchos llaman neoliberalismo, que ha aumentado drásticamente la desigualdad, la marginación, la inseguridad y la ira en todo el mundo.

En segundo lugar el cambio climático, que está creando inestabilidad, alimentando el conflicto en todo el mundo y amenazando todos nuestros futuros.

En tercer lugar, la cantidad sin precedentes de personas que huyen del conflicto, la persecución, los abusos a los derechos humanos, el colapso social y los desastres naturales.

Por último, el uso de la acción e intervención unilateral militar en lugar de la diplomacia y la negociación para resolver las disputas y los cambios de gobierno.

El sistema de dominio económico global está roto.

Está creando un mundo en donde unos pocos ricos controlan en 90 % de los recursos globales.

Un mundo de creciente inseguridad y niveles grotescos de desigualdad dentro de y entre las naciones, en donde se estima que los países en desarrollo pierden más de 100 mil millones de dólares al año por la evasión de impuestos corporativos.

En donde $1 trillón de dólares al año son absorbidos del Hemisferio Sur a través de flujos financieros ilícitos.

Esto es un escándalo global.

No se debería permitir que las corporaciones internacionales más poderosas continúen dictando cómo y para quién se maneja nuestro mundo.

Treinta años después de que los programas de ajuste estructural devastaron por primera vez gran parte del mundo y una década después de la quiebra financiera del 2008, la ortodoxia neoliberal que los liberó se está desmoronando.

En este momento, una crisis de confianza en un sistema económico en bancarrota y en el orden social nos presenta una oportunidad única que ocurre una vez cada generación para construir un nuevo consenso económico y social que da prioridad a los intereses de la mayoría.

Pero el desmoronamiento del sistema de la élite global y su prerrogativa de imponer el control indiscutible ha llevado a algunos políticos a alimentar el miedo y la división, y a ridiculizar la cooperación internacional como capitulación nacional.

El vergonzoso veto musulmán del presidente Trump y su retórica antimexicana ha alimentado la incitación racista y la misoginia, y ha desviado la atención de lo que realmente está haciendo su administración dominada por Wall Street.

En Gran Bretaña, donde los sueldos se han reducido para la mayoría de personas en la última década mientras las corporaciones y los más ricos han recibido miles de millones en recortes tributarios, nuestra primera ministra ha seguido un enfoque menos extremo que también busca desviar la atención de los errores de su gobierno y de su agenda real.

Ella amenaza con desechar la Ley de Derechos Humanos, que garantiza todos los derechos civiles y políticos del pueblo y que ha beneficiado a todos en nuestro país. Incluso ha dicho que “si crees que eres un ciudadano del mundo, entonces no eres ciudadano de ningún lado”.

Existe una alternativa a este orden dañino y en bancarrota. No se puede permitir que los bancos y las corporaciones más grandes del mundo escriban las reglas y arreglen el sistema por su cuenta.

La economía del mundo puede y debe velar por el bien común y por la mayoría de las personas. Pero eso significaría un cambio estructural real a nivel internacional.

La ONU tiene un papel fundamental que desempeñar para avanzar a un nuevo consenso y un terreno común basado en la solidaridad, el respeto por los derechos humanos y la regulación y cooperación internacional.

Eso incluye una plataforma para que los líderes democráticos digan la verdad sobre el poder irresponsable.

Uno de esos momentos tuvo lugar el 4 de diciembre de 1972, cuando el presidente Salvador Allende de Chile, que fue elegido a pesar de la fuerte oposición y la interferencia de los Estados Unidos, subió al podio de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.

Pidió una acción global contra la amenaza de las corporaciones transnacionales, que no rinden cuentas ante ningún estado, parlamento u organización que represente el interés común.

Nueve meses después, Allende fue asesinado en el golpe de estado del general Augusto Pinochet, lo que marcó el comienzo de una brutal dictadura que duró 17 años y que convirtió a Chile en un laboratorio del fundamentalismo del libre mercado.

Pero 44 años después, en todo el mundo la gente se está levantando y diciéndole basta al poder desencadenado de las compañías multinacionales para evadir impuestos, tomar tierra y recursos a bajo precio y arrancarle el corazón a las fuerzas laborales y a las comunidades.

Es por eso que hoy me comprometo ante ustedes para que el próximo gobierno laborista en Gran Bretaña apoye activamente los esfuerzos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para que cree un tratado legalmente vinculante que regule las corporaciones transnacionales bajo las leyes internacionales de derechos humanos.

La responsabilidad corporativa genuina debe aplicarse a todas las actividades de sus subsidiarias y proveedoras.

La impunidad para las empresas que violen los derechos humanos o destruyan nuestro medio ambiente, como en los conflictos impulsados por los minerales en la República Democrática del Congo, deben terminarse.

Por mucho tiempo, el desarrollo ha sido impulsado por el dogma infundado de que los mercados sin restricciones y las empresas multinacionales que no rinden cuentas son la clave para resolver los problemas mundiales.

Así que bajo el próximo gobierno laborista, el Departamento para el Desarrollo Internacional tendrá la doble misión de no solo erradicar la pobreza, sino también de reducir la desigualdad en todo el mundo.

Para llegar a esta meta debemos actuar en contra del escándalo global de la evasión de impuestos y la mala facturación comercial; robar a los países en desarrollo y agotar los recursos de nuestros propios servicios públicos.

Solo en África se estima que se pierden 35 mil millones de dólares debido a la evasión de impuestos y 50 millones debido a flujos financieros ilícitos, que superan con creces a los 30 mil millones de dólares que ingresan al continente como ayuda.

Ya que los Paradise Papers y Panama Papers han demostrado que no se puede confiar en que los súper ricos y los poderosos vayan a regularse a sí mismos, se debe exigir a las empresas multinacionales que realicen informes por país, mientras que los países del Hemisferio Sur necesitan apoyo ahora para retener los miles de millones que se les ha robado a su gente.

Así que el próximo gobierno laborista buscará trabajar con las autoridades tributarias en países en desarrollo, como lo hizo Zambia con NORAD (la agencia de ayuda Noruega) para ayudarles a detener el saqueo.

Mañana es el Día Internacional contra la Corrupción. La corrupción no es algo que ocurre “allá”. Nuestro gobierno ha tenido un papel central en permitir la corrupción que socava la democracia y viola los derechos humanos. Es un problema mundial que requiere una respuesta mundial.

Cuando las personas se mantienen en la pobreza, mientras los políticos canalizan fondos públicos hacia los paraísos fiscales, eso es corrupción, y un gobierno laborista actuará decididamente en los paraísos fiscales, introduciendo estándares estrictos de transparencia para las dependencias de la corona y los territorios de ultramar al incluir un registro público de propietarios, directores, accionistas importantes y beneficiarios reales… para todas las compañías y fideicomisos.

El cambio climático es la segunda gran amenaza a nuestra humanidad común. Nuestro planeta está en peligro. El calentamiento global en innegable; el número de desastres naturales se ha cuadruplicado desde 1970.

Los huracanes como los que recientemente golpearon el Caribe son más grandes porque absorben la humedad de mares más cálidos.

Es el cambio climático lo que está calentando los mares, causado principalmente por las emisiones de los países más ricos del mundo.

Sin embargo, los países que menos contaminan, que en su mayoría son las naciones en desarrollo, están en el extremo del desastre que desata el cambio climático, con el daño ambiental avivando la inseguridad alimentaria y la dislocación social.

Debemos apoyarlos y ser solidarios. Hace dos meses, le prometí al primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, que usaría esta plataforma para dejar este mensaje en claro.

La comunidad internacional debe movilizar recursos y los mayores contaminadores del mundo soportar la mayor carga.

Así que pido a los gobiernos en los países más contaminantes, incluyendo al Reino Unido:

Primero, que expandan su capacidad para responder a los desastres en el mundo. Nuestras fuerzas armada, algunas de las más capacitadas y mejor entrenadas del mundo, deberían poder utilizar su experiencia para responder a las emergencias humanitarias. Italia se encuentra entre los que lideran el camino con su armada, convirtiéndose en una fuerza más versátil y multifacética.

Segundo, para tener en cuenta los costos de la degradación ambiental en la previsión financiera como el Partido Laborista se ha comprometido a hacer con la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria de Gran Bretaña.

Tercero, respaldar firmemente los Acuerdos Climáticos de París.

Y finalmente, tomar medidas serias y urgentes sobre el alivio y la cancelación de la deuda.

Necesitamos actuar como una comunidad internacional en contra la injusticia de los países que intentan recuperarse de las crisis climáticas que no crearon mientras luchan por pagar deudas internacionales.

Vale la pena recordar las palabras de Thomas Sankara, presidente de Burkina Faso, dichas ante la Organización para la Unidad Africana en 1987, unos meses antes de que él también fuera asesinado en un golpe de estado.

“La deuda no puede pagarse” dijo, “primero porque si no pagamos, los prestamistas no morirán. Pero si la pagamos… nosotros vamos a morir”.

La creciente crisis climática agrava el ya sin precedente número de personas que escapan del conflicto y la desesperación.

Existen ahora más personas refugiadas y desplazadas en el mundo que en cualquier otra época desde la Segunda Guerra Mundial.

Los refugiados son personas como nosotros.

Pero a diferencia de nosotros, ellos se han visto forzados por la violencia, la persecución y el cambio climático a huir de sus hogares.

Una de las pruebas morales más grandes de nuestro tiempo es como cumplimos con el espíritu de la Convención de Refugiados de 1951.

Su principio básico era simple: proteger a los refugiados.

Aun así diez países, que representan solo el 2,5% de la economía global están acogiendo a más de la mitad de los refugiados del mundo.

Es hora de que los países más ricos del mundo den un paso adelante y muestren nuestra humanidad común.

El fracaso significa millones de sirios desplazados dentro de su patria destruida o refugiados fuera de ella; refugiados rohinyás devueltos a Myanmar sin garantías de ciudadanía ni protección contra la violencia estatal y refugiados detenidos por tiempo indefinido en campamentos impropios para la habitación humana como en Papúa Nueva Guinea o Nauru; y refugiados africanos vendidos para la esclavitud en una Libia devastada por la guerra.

Esta realidad debería ofender nuestro sentido de humanidad y de solidaridad.

Los países europeos pueden, y deben, hacer más a medida que aumenta el número de migrantes y refugiados que fallecen al cruzar el Mediterráneo.

Y debemos tomar medidas más efectivas contra los traficantes de personas.

Pero seamos claros: la respuesta a largo plazo es la cooperación internacional genuina basada en los derechos humanos, que confronta las raíces del conflicto, la persecución y la desigualdad.

He pasado la mayor parte de mi vida, junto con muchos otros, defendiendo la diplomacia y el diálogo…sobre la guerra y el conflicto, a menudo frente a la hostilidad.

Pero sigo convencido de que es la única manera de ofrecer seguridad genuina y duradera para todos.

Incluso después de las desastrosas invasiones y ocupaciones de los últimos años, existe otra vez una presión renovada para optar por la fuerza militar, “América Primero” o “Imperio 2.0” como el camino hacia la seguridad global.

Sé que la gente de Gran Bretaña no es insensible al sufrimiento de otros ni está ciega ante el impacto y el retroceso de las guerras extranjeras imprudentes de nuestro país.

Las guerras de cambio de régimen, las invasiones, las intervenciones y ocupaciones en Irak, Afganistán y Libia y Somalia han fracasado en sus propios términos, han devastado los países y regiones y han hecho de gran Bretaña y el mundo un lugar más peligroso.

Y aunque el gobierno del Reino Unido defiende algunos temas de derechos humanos, en otros guarda silencio, si no es cómplice de su violación.

Demasiados se han hecho la vista gorda ante los abusos flagrantes y a gran escala de los derechos humanos que están sucediendo en Yemen, alimentados por la venta de armas en Arabia Saudita algo que valen miles de millones de libras.

El no ver el mal, no escuchar el mal, no hablar el mal socava nuestra credibilidad y la capacidad de actuar sobre otros abusos hacia los derechos humanos.

La ayuda total del gobierno británico a Yemen el año pasado fue de menos de £150 millones, menos que los beneficios obtenidos por las compañías de armas británicas que venden armas a Arabia Saudita. ¿Qué dice esto sobre las prioridades de nuestro país o sobre el papel de nuestro gobierno en el desastre humanitario que ahora afecta a Yemen?

Nuestra credibilidad para hablar en contra de la limpieza étnica de los musulmanes rohinyás se ve severamente afectada cuando el gobierno británico ha estado brindando apoyo al ejército de Myanmar.

Y nuestros gobiernos rinden homenaje a un acuerdo completo y dos soluciones estatales para el conflicto entre Israel y Palestina, pero no hacen nada para utilizar la influencia que tienen para terminar con la opresión y el despojo del pueblo palestino.

Setenta años después de que la Asamblea General de las Naciones Unidas votó para crear un estado palestino junto a lo que se convertiría en Israel, y medio siglo desde que Israel ocupó toda la Palestina histórica, deben asumir el liderazgo de los activistas por la paz israelíes como Gush Shalom y Peace Now, y exigir el fin de los múltiples abusos hacia los derechos humanos que los palestinos enfrentan a diario. La ocupación continua y los abusos ilegales son violaciones al derecho internacional y son una barrera para la paz.

El anuncio del presidente de los Estados Unidos de que su administración reconocerá a Jerusalén como la capital de Israel, incluido el territorio palestino ocupado, es una amenaza a la paz que con justa razón ha sido recibida con una abrumadora condena internacional.

Esta decisión no solo es imprudente y provocadora, sino que también puede retrasar cualquier posibilidad de un arreglo político del conflicto entre Israel y Palestina.

El discurso del presidente Trump en la Asamblea General de la ONU en septiembre señaló una amenaza más amplia para la paz. Su ataque contra el multilateralismo, los derechos humanos y el derecho internacional deberían perturbarnos a todos.

Y este no es el momento para rechazar el acuerdo nuclear con Irán, un logro significativo acordado entre Irán y un grupo de poder mundial para reducir las tensiones.

Es amenaza no solo al Medio Oriente sino también a la Península de Corea. ¿Qué incentivos hay para que Pyongyang crea que el desarme traerá beneficios cuando Estados Unidos abandone su acuerdo nuclear con Teherán?

Trump y Kim Jong-un amenazan con una terrible confrontación nuclear con sus insultos absurdos y belicosos.

Al igual que casi toda la humanidad, les digo a los líderes: esto no es un juego; den marcha atrás ahora.

Se sabe ya que la guerra y la violencia no resuelven los problemas del mundo. La violencia genera más violencia. En 2016, casi tres cuartas partes de todas las muertes debidas al terrorismo sucedieron en cinco estados: Irak, Afganistán, Siria, Nigeria y Somalia.

Así que defendamos a las víctimas de la guerra y el terrorismo y hagamos realidad la justicia internacional.

Y exijamos que todos los exportadores de armas aseguren que todas las exportaciones de armas sean consistentes, no solo legalmente, sino también con sus obligaciones morales.

Eso significa que no habrá más licencias de exportación de armas cuando exista un claro riesgo de que sean utilizadas para cometer abusos contra los derechos humanos o crímenes de lesa humanidad.

El Reino Unido es uno de los mayores exportadores de armas del mundo, por lo que debemos cumplir nuestras obligaciones internacionales mientras exploramos formas de convertir la producción de armas en otras industrias socialmente útiles, altamente capacitadas y de alta tecnología.

Es por eso que doy la bienvenida a la reciente resolución bipartidista de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos que hace dos cosas sin precedentes.

En primer lugar reconoce el papel de los Estados Unidos en la destrucción de Yemen, incluido el reabastecimiento de combustible en el aire de los aviones de la coalición encabezados por Arabia Saudita, esenciales para su campaña de bombardeos y para ayudar a seleccionar objetivos.

En segundo lugar, deja en claro que el Congreso no ha autorizado esta participación militar.

Yemen es una catástrofe humanitaria desesperada con el peor brote de cólera de la historia.

El peso de la opinión de la comunidad internacional debe centrarse en quienes apoyan la guerra de Arabia Saudita en Yemen, incluido el gobierno de Theresa May, para cumplir con nuestras obligaciones legales y morales en la venta de armas y negociar un alto al fuego urgente y la solución de este conflicto devastador.

Si hablamos en serio de apoyar la paz, debemos fortalecer la cooperación internacional y el mantenimiento de la paz. Gran Bretaña tiene un papel importante que desempeñar después de no contribuir con un número significativo de tropas en los últimos años.

Estamos decididos a aprovechar la oportunidad de ser una fuerza para el bien en el mantenimiento de la paz, la diplomacia y el apoyo a los derechos humanos.

El partido laborista se compromete a invertir en nuestras capacidades diplomáticas y servicios consulares, y volveremos a presentar asesores en materia de derechos humanos en nuestras embajadas de todo el mundo.

Los derechos humanos y la justicia estarán en el corazón de nuestra política exterior junto con un compromiso de apoyar a las Naciones Unidas.

La ONU proporciona una plataforma única para la cooperación y acción internacional. Y para que sea efectiva, necesitamos que los estados miembros respalden la agenda de reformas establecidas por el Secretario General Guterres.

El mundo exige que el Consejo de Seguridad de la ONU responda, se vuelva más representativo y desempeñe el papel que se le asignó en materia de paz y seguridad.

Podemos vivir en un mundo más pacífico. El deseo de ayudar a crear una vida mejor para todos está dentro de todos nosotros.

Los gobiernos, la sociedad civil, los movimientos sociales y las organizaciones y movimientos internacionales pueden ayudar a cumplir estas metas.

Necesitamos redoblar nuestros esfuerzos para crear un sistema global basado en reglas que se aplique a todos y funcione para muchos, no para pocos.

No más bombas primero y pensar y hablar más tarde.

No más dobles estándares en la política exterior.

No más chivos expiatorios de las instituciones globales por el hecho de marcar puntos políticos en sus países.

En su lugar: la solidaridad, el liderazgo tranquilo y la cooperación. Juntos podemos:

Construir un nuevo sistema social y económico con derechos humanos y justicia en su centro.

Ofrecer justicia climática y una mejor manera de vivir juntos en este planeta.

Reconocer la humanidad de los refugiados y ofrecerles un lugar seguro.

Trabajar por la paz, la seguridad y el entendimiento.

La supervivencia de nuestra humanidad común requiere nada menos.

Necesitamos reconocer y rendir homenaje a los defensores de los derechos humanos en todo el mundo, a quienes arriesgan sus vidas por los demás; nuestra voz debe ser su voz.

Gracias.

Traducido del inglés por Valeria Torres