Ha pasado mucho tiempo desde el 13 de Diciembre de 1973. Casi dos generaciones se han sucedido y parece como si aquellos momentos, debido a una simple ley de perspectiva, se deberían achicar y alejar.

No ha pasado mucho tiempo desde el 13 de Diciembre de 1973 para la familia cercana del Bauchi y mi madre, Carlota. Es casi como un ayer que continua muy presente.

Me recuerdo que unos días antes del golpe de estado, el Bauchi pasó por el departamento que mis padres tenían en la callecita Bombero Salas, apenas a doscientos metros de La Moneda. Él venía a saludar y despedirse, porque según la información que poseía la Comisión política del MIR, se venía algo de envergadura en el futuro del país.

Me recuerdo que le pregunté cómo veía él la cosa a nivel personal y, como siempre, me contestó sonriente y amablemente, dándome una respuesta un poco como acertijo.
Dijo – tengo tres posibilidades: La Moneda, La Isla o seis pies bajo tierra.

Pensándolo en los días siguientes, era obvio que La Moneda sería el triunfo de una revolución obrera. Eso no sucedió.
La Isla se refería creo a Cuba y el asilo/exilio. Eso no sucedió ya que los Miristas no se asilaban.
Los seis pies bajo tierra obviamente se refieren a la tan mentada muerte. Eso sucedió y no sucedió. Su cuerpo fue desenterrado e incinerado.

Tengo la certeza que ha existido otra posibilidad y quizas dos, ya que al leer sobre las conversaciones entre Juan Carlos y mi madre, se eternizaron las acciones del Bauchi. Este relato a punto de ser publicado, nos cuenta la historia familiar y la epopeya de mis padres y en especial de mi madre, para que las acciones/sentimientos/pensamientos del Bauchi se deslicen en el tiempo.

Otra posibilidad para algunos más espirituales es que la muerte no detiene la vida, sino que la transporta a otro tiempo y espacio. El Bauchi de una u otra manera está siempre presente y personalmente espero un re-encuentro familiar.

Gracias Juan Carlos por presentarnos al Bauchi y a mi madre, Carlota, de manera tan amena pero también tan significativa y sentida. Muchas gracias!

Jorge van Schouwen, Toronto.