Sergio Ramírez ha obtenido el premio Miguel de Cervantes 2017. Es la primera vez que este reconocimiento se destina no sólo a un autor de Nicaragua, sino de Centroamérica. Sus méritos son indiscutibles. Ha tejido historias apasionantes, con desbordante imaginación, en una prosa que se multiplica en novelas, cuentos, ensayos y artículos periodísticos.

La vida de Sergio Ramírez no ha sido sólo la literatura. Tuvo un papel destacado en el derrocamiento de la dinastía somocista. Se integró en 1975  al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para encabezar, en 1977, el grupo de los doce, junto a intelectuales, empresarios, sacerdotes y dirigentes sociales, los que, en respaldo al FSLN, se convirtieron en la cara civil de la lucha contra el régimen de Somoza.

Tras el triunfo de la revolución, en julio de 1979, Sergio fue nombrado presidente de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional y posteriormente, entre 1985 y 1990, se convirtió en vicepresidente del país, con  Daniel Ortega como presidente.

El jurado, destacó, con certeza, que otorgaba el premio a Ramirez  “…por aunar en su obra la narración y la poesía; el rigor del observador y el actor, y por reflejar la viveza de la vida cotidiana convirtiendo la realidad en una obra de arte, todo ello con excepcional altura literaria y en pluralidad de géneros…”

La marca del zorro, La Fugitiva, así como la saga de la novela negra, El cielo llora por mí y Ya nadie llora por mí, colocan al lector frente al hombre modesto, convertido en guerrillero, la mujer independiente, que se rebela contra el conservadurismo y al  detective Dolores Morales como revolucionario decepcionado. Aunque sus personajes se encuentran enraizados en la realidad nicaragüense-centroamericana, tienen una insoslayable trascendencia universal. En estos libros, como en tantos otros, la realidad y la ficción se enriquecen mutuamente en la literatura de Ramírez.

Los ideales democráticos de Sergio, su preocupación por la justicia y el rechazo a la corrupción lo convirtieron en un enemigo declarado del somocismo. La reconstrucción democrática, bajo la revolución sandinista, tuvo en el escritor su más firme baluarte. Sin embargo, posteriormente, esos mismos ideales lo distanciaron de sus compañeros de lucha.

En Adiós Muchachos, Sergio nos muestra la apasionante lucha de los nicaragüenses por construir una nueva sociedad, así como la inteligencia y valentía para enfrentar a “la contra” y desafiar las operaciones de inteligencia de la CIA. Pero también nos revela su desencanto por el curso posterior de los acontecimientos al interior del FSLN, las divisiones entre los dirigentes históricos de la revolución en los años noventa y la escasa participación en las decisiones políticas al interior de esa organización. Ese ensayo, escrito en 1999, es un antecedente fundamental para entender posteriormente la saga del detective Dolores Morales.

La literatura de Sergio Ramirez nos entretiene y enseña. La libertad, la resistencia ante las arbitrariedades y sobre todo su ineludible compromiso ético están presentes en sus personajes. Su prosa delicada y valentía política  lo convierten en un digno heredero de Ruben Darío y de A. C. Sandino. El premio Cervantes está en buenas manos.

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