Gatillo fácil: entrevista a Lorena Valdez, la mamá de Agustín “toto” Vallejos.

Newenken, territorio mapuche. La madrugada que recibió un balazo, toto salía de un cumpleaños. Era la madrugada de un domingo. Se dirigía desde la casa de la fiesta hacia la casa de su papá. Al costado derecho de la calle, por donde transitaba, en la actualidad, permanece un largo paredón que concluye en una avenida transitada. Del lado izquierdo de la calle se pueden divisar una serie de casas, parte de un plan de viviendas. Casas enrejadas, pero con ventanales amplios desde donde se puede ver con claridad lo que sucede en el exterior. “No te dije pendejo que te fueras a tu casa”, le gritaron a toto desde un móvil. “El toto contestó. Y ahí es donde baja Gutiérrez y lo empieza a pechear. ¡Yo creo que el toto se quiso defender o algo! Le empezaron a pegar, el toto cae. Lo empiezan a patear en el piso, y ahí es cuando aparece X. y T.*, que venían de un cumpleaños. T. lo conocía al toto de los cumpleaños y salidas, pero no eran amigos.

La piba le dijo a Gutiérrez que deje de pegarle, que toto andaba con ellos, que se había ido adelante, que ella lo iba a llevar a su casa. Cuando ella dice eso, Leitón les avisa: ‘les cuento hasta tres. ¡Corran! Uno…’ ¡Plum! El primer tiro al aire. Cuando ellos levantan al toto, los policías tiran un tiro al aire. Cuando ellos escuchan el segundo tiro, empiezan a correr; cuando toto empezó a correr, los pibes ya iban adelante, porque toto iba rengueando. Y ahí el toto miro para atrás y fue cuando Leitón volvió a disparar. Ahí le entraron los perdigones. El toto corrió como una cuadra y media creo. Lo único que sentía es que le ardía la cabeza. Le quemaba la cabeza. El se toco, pero pensó que había sido un piedrazo, algo en la cabeza. Nunca imaginó el ojo”. Durante esa misma mañana a X. la cagaron a trompadas, le desfiguraron la cara. Le quebraron la mandíbula y el tabique de la nariz. Un segundo joven, que traslado en moto a toto desde la calle hasta el hospital, al poco tiempo del hecho, apareció muerto, en una situación “confusa”.

Dos años después, justo la tarde en que entreviste a Lorena por segunda vez, a las pocas horas, pararon a su hijo nuevamente y a modo de advertencia lo amenazaron: “la próxima vez el tiro va al pecho”. A continuación el relato de una madre que padece en su cuerpo la mutilación que ejercieron sobre el cuerpo de su hijo.

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