Con la presencia de pu werken (mensajeros) y pu lamngen (hermanos) de diversas comunidades del Wallmapu, sumados a organizaciones autónomas del mundo mapuche que viven en la ciudad, se dio inicio a la multitudinaria marcha por la resistencia indígena hoy en el corazón de Santiago. Ellos nos traían noticias frescas de la situación que se vive a diario en cada espacio territorial en recuperación. Tanto al comienzo de la marcha como en las paradas siguientes, cada werken nos contaba de las tristes realidades que viven, especialmente los niños y las mujeres en el Wallmapu, a manos del estado represor.

 

Acompañábamos también diversas organizaciones que acudimos a esta cita para recordar que las demandas continúan siendo las mismas: libertad a los Presos Políticos Mapuche, fin a la militarización y a la Ley antiterrorista en la zona mapuche, restitución de las tierras y respeto por la cosmovisión, la religiosidad y la lengua. Todo esto enmarcado en la demanda de Autonomía por la que clama el Pueblo Nación Mapuche.

El pueblo mapuche, que ya habitaba este territorio 12.000 años atrás, tiene mucho por aportar a esta sociedad multicultural y ello comienza por el mínimo respeto a sus pueblos originarios, a su sabiduría y su conocimiento ancestral.

Hoy, como tantas otras veces, la marcha, organizada por el movimiento mapuche ampliado, y que contaba con la participación de varias otras organizaciones sociales y la diversidad de pueblos que habitan en Chile, se dio en muy buena sintonía, organizadamente y en forma no-violenta, aunque aparecieran pequeños grupos de infiltrados que no cuadran con el resto de los manifestantes, destruyendo, rayando o tirando piedras, lo que dio cabida para que intervinieran fuerzas especiales de carabineros que, por cierto, estaban apostadas en las cercanías desde temprano, mucho antes del comienzo de la Marcha, haciendo controles de identidad visiblemente focalizados en los ciudadanos que a estos señores les resultaban poco confiables por sus rasgos y vestimentas.

En cuanto a los violentistas que se infiltran –iguales a los que irrumpen en las celebraciones futboleras o las marchas anti AFP-  mucha gente piensa que éstos le hacen el juego a la policía, ya que no tienen que ver con el movimiento mapuche y aunque los encargados de la seguridad en la Marcha los intentan aislar, igual hacen daño al conjunto con sus actitudes y la violencia y el temor que generan.

Fue gratificante parar y hacer retroceder al guanaco que pretendía arremeter contra la gente que nos manifestábamos alegremente y sin violencia, puesto que los organizadores aún no daban por concluida la marcha. A pesar de ello y como tantas otras veces, hubo gases y guanacazos en contra de personas que no toleramos estas prácticas.

Año a año se ha ido fortaleciendo la corriente de simpatía de muchos sectores de la ciudadanía hacia el Movimiento Mapuche porque ellos han logrado traspasar las fronteras de la des-información generada por el Estado, en gran medida esto ha ido siendo posible gracias a las organizaciones de base, al intercambio de información en las redes sociales y a través de jóvenes mapuche que viven en las ciudades quienes aportan una nueva y más verdadera interpretación histórica de la ocupación, desalojo y obligada migración que ha sufrido su Nación.

Así también, gracias a los movimientos sociales es cada vez más la gente que se ha ido dando cuenta de que la realidad que se había enseñado en los libros de colegio y en los medios masivos de comunicación era mal intencionada, mostrando a los mapuche con epítetos tales como “flojos, borrachos, terroristas”, para denigrarlos y predisponer a la población en contra de ellos.

No está mal recordar la memoria presentada al congreso nacional en 1870 por el ministro de estado en el departamento de guerra en época de Cornelio Saavedra: “para imponer la lei, que es la civilización, a una raza salvaje e indómita, falsa en sus promesas y acostumbrada al pillaje y ociosidad y al vicio, está demostrado que es necesario recurrir al empleo de la fuerza i al escarmiento del castigo…”

Pero a pesar de todo, somos optimistas en la mirada de futuro. Creemos que se puede caminar  hacia una autonomía del pueblo mapuche, que surja desde ellos como la mejor forma de ir re-construyendo las confianzas perdidas, incorporando la lengua, -el mapuzungun-, en el sistema educativo, recuperando sus espacios ceremoniales y colectivos, sus formas ancestrales de salud, en fin, de poder ir recreando su estado de bienestar (kümemongnen).

Con una base mínima de relación activa entre estado chileno y nación mapuche se podría seguir avanzando en la construcción de un estado pluricultural y multilingüe que albergue pacíficamente a todos los pueblos que habitamos Chile en la actualidad.