Decenas de policías de civil estuvieron diseminados entre los participantes de la enorme convocatoria en Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, pidiendo por la aparición con vida de Santiago Maldonado, cuya ausencia es investigada por la justicia federal como “desaparición forzosa”, ya que los testimonios describen que la última vez que se lo vio, estaba siendo subido a una camioneta de la gendarmería que partió con rumbo incierto.

Más de 250 mil personas se concentraron en Buenos Aires y otros miles en, por lo menos, una veintena de ciudades en toda la Argentina. El reclamo es transversal y desde diferentes bloques políticos y organizaciones sociales se exige el esclarecimiento del caso y ponerle fin a la escalada represiva que vive el país.

En la ciudad de Córdoba, la segunda en importancia del país, se realizaron una quincena de allanamientos a locales partidarios, centros culturales y casas particulares de organizaciones que convocaban a la marcha del día viernes por Santiago Maldonado. Una actitud totalmente intimidatoria que, funcionó a la inversa, ya que la marcha se hizo masiva y superó las expectativas.

En El Bolsón, la ciudad de Chubut, donde vivía Maldonado, la manifestación desembocó en el cuartel de gendarmería que se presume responsable de la desaparición del joven. Cinco personas encapuchadas llegaron de no sabe dónde y atacaron a los gendarmes, tirando incluso bombas molotov entre la repulsa masiva de los manifestantes. Los encapuchados escaparon en una camioneta, cuando eran perseguidos por los habitantes de El Bolsón que repudiaban el accionar violento que buscaba generar una represión posterior.

En las calles aledañas de la Plaza de Mayo se registraron incidentes con una veintena de violentos que atacaron a la policía y que permitió desencadenar la persecución policial, represión y detenciones de transeúntes, periodistas, turistas, personas que intentaban calmar los ánimos e, incluso, gente en situación de calle. Decenas de detenciones injustificadas que generaron el terror de las pocas personas que todavía quedaban en el centro porteño a más de una hora de concluido el evento por Santiago Maldonado.

De hablar de un desaparecido en democracia, se pasó a hablar de periodistas detenidos y de destrozos en el centro de la ciudad, una victoria comunicacional del gobierno argentino.

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