El 1-O (Primero de Octubre) se prevé un referéndum en Cataluña, convocado por la Generalitat de Cataluña, preguntando a la ciudadanía por la independencia del pueblo catalán.

La respuesta del Gobierno Central ha sido tan agresiva que en estos momentos la contestación masiva ciudadana está en apoyar el referéndum por simple oposición ante tal respuesta dictatorial más que por una clara opinión independentista mayoritaria.

La pregunta que se pretende hacer es: ¿Quiere que Cataluña sea un estado independiente en forma de República? ¿Sí o No?

Y aquí es donde se crea la confusión, pues el referéndum, no está preguntando por el derecho a decidir, es decir por el soberanismo, sino por el independentismo, la secesión, creando de este modo un desconcierto deliberado que no puede resolverse en una sola consulta.

De este modo el ciudadano se ve obligado a optar por dar la razón al Gobierno Central, liderado por la derecha de Rajoy o dársela al Gobierno de la Generalitat, liderado por la derecha de Puigdemont (asociado con los partidos independentistas de izquierdas) y lo que está claro es que las derechas y los independentistas, no son la representación mayoritaria de la sociedad, así que faltaría una segunda solución decidida por grupos de izquierdas no aliados con la derecha independentista.

Ante tal confusión, sólo se está enmascarando el verdadero problema de fondo: la verdadera crisis socio-económica que desde el 2008 vive el pueblo español y en este caso el pueblo catalán y que los defensores de la independencia relegan a que ésta suceda.

Las sucesivas manifestaciones festivas y reivindicativas independentistas, acontecidas masivamente desde el 2010 y celebradas cada 11 de septiembre, han ido mostrando esta confusión entre el derecho a decidir, la independencia y la crisis social (en el artículo que escribí en el 2013, año en que se sucedió quizá la manifestación más masiva, ya hablaba del mismo conflicto, que ahora, cinco años más tarde sigue vigente como telón de fondo).

Dichas manifestaciones, han ido perdiendo manifestantes y aunque siguen siendo muy masivas, no atraen el millón y medio de participantes que se consiguieron en el 2013 frente al posible millón que se han manifestado recientemente.

El malestar social y económico que golpea Cataluña, pretende ser resuelto por los defensores de la independencia al conseguirla, pero en ningún lugar se ha mostrado un claro planteo que solucione dicho conflicto a través de conseguir la independencia. Ello no invalida el deseo independentista que el pueblo catalán desea, como reivindicación histórica de su cultura.

Dada la situación, si las urnas se llegan a poner en marcha, votar el 1-O, para un tanto por ciento grande de la población significará votar para defender los derechos de todo ciudadano, de expresión, de democracia. El derecho de no sucumbir a un gobierno corrupto, dictatorial y represivo. Significa reafirmarse ante un estado que niega los derechos de cada individuo y más allá de una cultura. Porque España, no entiende el concepto de soberanía nacional ni de democracia, tal y como refleja muy bien el escritor Suso de Toro: España, “se ha construido sobre la memoria de un imperio, desde el s.XIX la han creado los Borbones y el ejército”. En estos momentos, votar Sí en el referéndum significa estar en contra de la ideología de tinte fascista y de herencia franquista que se vive con el gobierno de Mariano Rajoy.

Pero vemos que esta respuesta en la que el Sí podría quedar ganador, será el Sí a la independencia. Y ésta es otra consulta, otro debate.

En un mapa de colores diversos, el punto de vista del partido de los Comunes, realizado en una consulta interna, apoya el Sí a la participación en el referéndum. Su posición es básicamente la de denuncia ante la represión que en este momento están recibiendo catalanes y catalanas para votar. Su implicación no está en poner las urnas, ni mezclarse con los partidos independentistas, sino en defender el derecho a voto desde su propio espacio político y con sus aliados, defender el autogobierno y el derecho a decidir, así lo expresa Xavier Domènec, el coordinador general de Catalunya en Comú y la bisagra que conecta Ada Colau y Pablo Iglesias. Xavier Domènech es defensor del reconocimiento de una plurinacionalidad, dada la actual crisis de Estado y de autonomías.

Para los Comunes, el referéndum a la independencia no es el referéndum que Cataluña necesita.

En una línea bastante hermanada, Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, a pesar de defender el referéndum como única solución, opina que el independentismo es sólo una reacción al PP y defiende un encaje jurídico, donde a Cataluña se la reconozca como nación y se le dé más autogobierno.

Por otro lado, casi un millar de intelectuales de izquierdas, acaban de hacer público un manifiesto en contra del referéndum, publicado como publicidad pagada por los mismos firmantes en el diario “El País” donde dicen: “Rechazamos el 1 de octubre como una estafa antidemocrática. Y llamamos a no participar en esta convocatoria, que es lo opuesto a un ejercicio de libre decisión del pueblo de Cataluña”.