Por Marcio Gonçalves, militante del Movimiento Humanista en Río de Janeiro

El país hablaba abiertamente de impeachment, pero en el plano institucional este proceso aún no tomaba forma. En ese momento entró definitivamente en escena uno de los actores más importantes del proceso, el diputado federal Eduardo Cunha. La solicitud de financiación de los diputados que él y Temer hicieron a Odebrecht en el 2014 funcionó, dada su victoria aplastante en la elección para presidencia de la Cámara de Diputados. Cunha, lobbista antiguo entre bastidores, pasó al centro de atención controlando la Cámara de Diputados como no se veía desde la época del rodillo compresor PSDB-PFL en los años 90. Tal vez el poder haya embriagado a Cunha, que llegó a considerar su reelección como presidente de la Cámara, la adopción del parlamentarismo y el comentarista conservador Merval Pereira llegó a colocarlo en una lista de presidenciables del PMDB para 2018 … Sin embargo, el mismo día en que Cunha usó una red nacional de TV y radio para efectuar un pronunciamiento, la prensa sacó a relucir informaciones del Ministerio Público de Suiza, que informaba sobre una cuenta bancaria en aquel país, que Cunha nunca declaró al fisco brasileño … Antes de esta revelación, Cunha se convertía en un héroe de la derecha. En las manifestaciones pro-impeachment, llegó a ser gritado «no sirve callar a Cunha, somos millones de Cunhas» … Después de la revelación, las manifestaciones se enfriaron un poco. Con la cuerda en el cuello, Cunha trató de chantajear al PT para que el proceso de casación contra él no fuera aceptado – a cambio, no llevaría adelante el proceso de impeachment de Dilma. El acuerdo no se hizo y el impeachment fue aceptado, y Cunha encabezó una confusa votación para formar la comisión de evaluación del impeachment; una votación que generó una comisión formada casi sólo por opositores. Esta votación fue cuestionada en el Supremo Tribunal Federal (STF). El ministro Edson Fachin iba a dejar pasar la maniobra absurda de Cunha, cuando el 17 de diciembre del 2015, el ministro Luís Roberto Barroso, fue el protagonista del último soplo de claridad del STF defendiendo la constitución. Sin embargo, la solicitud de suspensión del mandato de Eduardo Cunha quedó esperando …

El 2016 llegó y la crisis no paraba. En una entrevista a blogs progresistas, Lula afirma que no había nadie en la Policía Federal o el Ministerio Público más honesto que él. Si la bravata era un delirio o una provocación premeditada, hasta hoy no se sabe. Pero el hecho es que después de la entrevista vinieron las denuncias de ocultamiento de patrimonio del departamento triplex del Guarujá y del sitio de Atibaia que dominó los titulares de los grandes medios de comunicación. Si hay indicios de que estos inmuebles están relacionados con el retorno de favores de contratistas a Lula, hasta hoy faltan pruebas que los relacionen al desvío de dinero de obras, que orgánicamente contamina la relación entre partidos y contratistas (y en el que el PT se involucró). A falta de un número de una cuenta donde estaría este «dinero sucio» del PT, no existe una conexión más clara. En vista de la colaboración (hasta ilegal) de la Lava-Jato con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, me imagino que los estadounidenses ya han buscado todo y creo que si no se ha encontrado nada hasta ahora, no van a encontrarlo de aquí en adelante.

No obstante, la prisión de Lula fue intentada el 4 de marzo del 2016, con un aparato militar desproporcionado a la misión, pero perfecto para un show para los medios corporativos. La razón oficial era conducción coercitiva para declarar. Esto resultaba fuera del estándar, ya que no había sido convocado para la declaración todavía. Extrañamente, diputados de extrema derecha estaban frente a la sede de la Policía Federal en Curitiba la misma mañana, con fuegos artificiales. En el aeropuerto de Congonhas, donde Lula estaba, comenzó un movimiento de personas que querían verlo. Los informes no confirmados afirman que un oficial de la aeronáutica no permitió el vuelo que llevaría a Lula de Sao Paulo a Curitiba y fue liberado para volver a casa. Al día siguiente, hubo manifestaciones en frente a la casa de Lula en São Bernardo do Campo.
La presidenta Dilma Roussef insistió en nombrar a Lula como ministro, una buena idea – con al menos seis meses de retraso … La conocida capacidad de articulación de Lula era bienvenida en un gobierno sin apoyo parlamentario. Lula había rechazado la invitación meses antes y decidió aceptar en una hora en que más parecía que estaba huyendo de la policía. La filtración de un audio grabado ilegalmente por el juez Sérgio Moro (y convertido en escándalo por los medios de difusión) acentuó aún más esta impresión. El país explotó de una revuelta golpeando cacerolas a una balacera entre edificios, mensajes en redes sociales, y aglomeraciones de protesta en la casa de los políticos oficialistas.

Con la convicción de que el nombramiento de Lula no lo alejaría de una eventual acción de la justicia, llegó igualmente a tomar posesión, pero ello fue suspendido por los jueces de primera instancia y la herida de muerte la propinó el ministro Gilmar Mendes, del STF.
En este momento de fuerza de los reaccionarios, comenzaron a surgir de nuevo manifestaciones progresistas. Por primera vez desde la segunda vuelta de 2014, las fuerzas de izquierda entendieron que defender el mandato de Dilma, no era endosar todos sus errores y su administración económicamente liberal, sino prevenir un golpe que pondría las cosas aún peores. Comenzó a resonar el grito «¡No va a haber golpe!». En las calles, el juego quedó empatado, después de un año de dominio derechista. Pero la suspensión del mandato de Cunha nunca fue juzgada por el STF, y él articuló la victoria del impeachment en la Cámara de Diputados, el 17 de abril del 2016, un domingo, con transmisión en vivo para todo Brasil. Fue una de las sesiones más grotescas de la historia de la Cámara, con votos dedicados «a la familia», faltas de respeto y hasta apología a un torturador …

El proceso de impeachment concluyó como un golpe parlamentario, donde una presidenta sin delito de responsabilidad fue sacada de su cargo para que el grupo de su vicepresidente ascendiera al poder mediante una traición. El grupo de Michel Temer básicamente prometía estabilidad parlamentaria a cambio de cargos en el Estado que les permitieran mantener negociaciones. Cuando en 1997 se compron diputados para aprobar la reelección de Fernando Henrique Cardoso, el grupo compuesto por Temer, Geddel Vieira, Eliseu Padilha y Moreira Franco se presentó para «estabilizar» la situación. Han logrado bloquear cualquier avance de investigación contra FHC. A cambio, entraron en el gobierno de FHC. El mismo grupo también se presentó ante Lula años después para incorporar el PMDB en el gobierno petista. Con la entrada de Dilma, los esquemas de corrupción se fueron perjudicando. Primero en Furnas, lo que dejó comprometido a Eduardo Cunha. Después en Petrobras, con los despidos de Paulo Roberto Costa y Nestor Cerveró, hombres vinculados al sistema de aportes al PP y del PMDB, respectivamente. Todo ello contribuyó al acuerdo de financiación paralelo en el 2014, firmado entre el grupo de Temer y Odebrecht específica para sabotear a Dilma en la Cámara de Diputados.

El grupo corrupto de Temer asumió el poder político, pero la división de influencias permaneció entre los varios socios del golpe, que son los siguientes:

– poder judicial, ministerio público y policía federal: encaprichado en la persecución a la corrupción del PT y en la lentitud en relación a otros casos de corrupción
– medios de comunicación familiares y hegemónicos (Globo, Abril, Folha y Estadão) ayudando a crear una histeria antipetista
– Complejo industrial-militar de los Estados Unidos (o «deep state»), con sus intereses estratégicos en derribar una potencia ascendente, robarle su petróleo y actuar a través de sus quinta columnas en Brasil
– Capital financiero, el poder hegemónico mundial que hace propaganda del «liberalismo», que traducido en acciones quiere decir ausencia de cualquier límite a la concentración de ingreso y exclusión de casi todo el mundo, transformando en negocio cualquier cosa: intereses nacionales, recursos naturales, personas

La agenda «liberalizadora» defendida por el capital financiero ya había sido asumida por los corruptos de Temer en el «programa de gobierno» Puente para el Futuro en 2015, lo que muestra el afinamiento entre los grupos antes del evento del golpe parlamentario propiamente dicho. Los medios de comunicación se esforzaban en mostrar a Temer como «moderno», «administrador eficiente» y cosas así. Como los amigos de Temer están hundidos en corrupción hasta el cuello, es de su interés parar al grupo judicial / policial y su «operación Lava-Jato». Como reacción a eso es que surgió otra filtración a la prensa: las conversaciones de Sérgio Machado con políticos del PMDB, incluso el senador Romero Jucá diciendo que era necesario «un gran acuerdo nacional, con el Supremo, con todo» para «estancar esa Sangría «o, simplemente, «parar esa mierda».

Esto fue un balde de agua fría a cualquier simpatía que pudiera haber en la clase media por el «moderno» Temer, en contraste con la «incompetente» Dilma. Un movimiento «fuera Temer» empezó a ganar cuerpo. Ocupaciones de escuelas y del Palacio Gustavo Capanema en Río, manifestaciones por las calles. Un movimiento aún restringido a la sola izquierda y que los medios oficiales intentaban invisibilizar. Las elecciones municipales, sin embargo, contribuyeron a la división electoral de la izquierda y al cambio de foco. El resultado, donde la izquierda fue derrotada, sirvió de pretexto para el avance de las medidas liberales de confiscación de derechos en el Congreso. Y la misma izquierda que no logró ganar prefecturas importantes, no logró tampoco conmover a la población para combatir la aprobación de la PEC de la muerte.

Sin embargo, la reacción de la opinión pública a las reformas laborales y previsionales fue negativa. Las centrales sindicales tuvieron éxito en demostrar el 28 de abril del 2017 que había una reacción contra la supresión de los derechos que el gobierno estaba proponiendo. Pero una inesperada nueva fractura entre los socios del golpe está teniendo consecuencias sorprendentes hasta ahora.
El sistema Globo, en sociedad con el Ministerio Público Federal, divulgó los audios que comprometían a Temer y al senador Aécio Neves, negociando dinero sucio con el dueño de JBS. Al parecer, Globo lo hizo en un acuerdo con el fiscal general de la República para que la investigación internacional de los escándalos de la FIFA y de la CBF no lleguen a la emisora de la familia Marinho. En un primer momento, la caída de Temer y Aécio parecía inminente, pero en dos meses ambos lograron demostrar que los castigos para los políticos sólo ocurren si se trata del PT. En un show de impunidad e hipocresía, Aécio y Temer consiguen mantenerse en los cargos. Aécio, que dijo que «mataría antes de delatar» a quien le pagaba el dinero, recuperó su mandato a tiempo para votar por la extinción de derechos de millones de trabajadores.

Se han producido grandes manifestaciones pidiendo elecciones directas tras el escándalo, pero las voces no se escuchan en Brasilia, encerrada entre corporaciones e intercambio de favores que recuerdan a la mafia. La lista de un centenar de políticos a ser investigados por corrupción, que fue liberada por Edson Fachin en abril de 2017, parece olvidada. Olvidada por los medios, por las redes sociales y por el «mercado» (capital financiero), mientras los deseos de este último son atendidos …
¿A dónde va Brasil ahora? Hace cuatro años, hubo un gran clamor por más justicia, que acabó convirtiéndose en un gran clamor antipetista, anti-izquierdista. Generaron cuatro años de turbulencia. Lo que se pidió en junio de 2013 no sólo no fue atendido, sino que las condiciones empeoraron. Si había temores por los acuerdos espurios entre políticos y empresarios que obstaculizaban la movilidad urbana, los pasajes del transporte no dejaron de aumentar. Se denunció la crisis de representatividad, y ahora el programa de gobierno de los golpistas es el que fue derrotado en las urnas en 2014. Se pidió que se gastara menos dinero en eventos y más dinero en educación y salud; pero se cambió la constitución para gastar proporcionalmente menos en educación y salud. Los Black Block proponían la acción directa para atacar al capital, y él es más fuerte que nunca. En suma: la motivación progresista de hace cuatro años, fue utilizada para implantar justamente lo contrario de lo que entonces se pidió.

La historia nunca termina. Pero el retroceso que vive Brasil ahora exige soluciones inéditas por parte de aquellos que creen, de una forma u otra, que el capital no es el valor central de la vida, sino el ser humano.