Cuando las armas se callan, habla el corazón

Después de décadas de violencia civil en territorio colombiano, un nuevo tiempo ha llegado para este pueblo latinoamericano. Fueron decenas de miles de muertos en una guerra promovida por el narcotráfico, fuerzas estatales, la guerrilla y grupos paramilitares. Tiempos marcados por secuestros, bombas y asesinatos. El terror se hizo presente en el cotidiano de cada ciudadano colombiano de una forma jamás vista en su historia con tanta intensidad.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo – FARC-EP – nació como movimiento político de carácter revolucionario en 1964 en las montañas del sur de Colombia, en el estado de Tolima. Durante décadas frenó una dura guerra sangrienta contra las fuerzas armadas colombianas y grupos paramilitares, como las Autodefensas, con miles de bajas de ambos lados.

En 2016 el grupo firma un tratado de paz en La Habana con el gobierno colombiano, que incluye la entrega de armas. Una acción de desarme. Para simbolizar su cambio, modificó el significado de su sigla. En vez de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, la nueva sigla significará – Frente Amplio de Reconciliación de Colombia – Esperanza del Pueblo. Ahora van a poder participar en elecciones, buscando promover sus ideas a través de la democracia. De las elecciones.

Las armas recicladas se convertirán en estatuas que se colocarán en Nueva York (Estados Unidos), Bogotá (Colombia) y La Habana (Cuba).

Colombia continúa siendo un país desigual y con una alta tasa de homicidios. Hay mucho que hacer para la construcción de una nación que respira la paz. El tratado entre las FARC y el gobierno apunta hacia un futuro posible. El pueblo colombiano anhela por la paz. Por el diálogo. Un lugar en el que el conflicto puede resolverse con el uso de la conversación y no de las balas.

Por el fin de todas las guerras entre los hombres. Por la paz mundial.