Por Luciano Debanne

¿Sabes qué pasa? Es que hay causas que requieren poesía.

Quizás no todas, pero algunas cosas necesitan poesía. A ninguna le viene mal, pero algunas causas requieren poesía, necesitan poesía.

No necesariamente poemas, con rimas consonantes, y adornos rococó. Pero si poesía.

Pasa que algunas causas afrontan el abismo, lo desconocido, lo innombrable. Ahí afuera hay quienes miran a la bestia a los ojos y los salpica su hedor. Y esas causas, esas causas necesitan poesía.

Y no es de literatura que te hablo, de libros, y de escritores. Te hablo de otra cosa ¿entendés? De la vida y la muerte, y la injusticia, del hambre y el dolor, de eso te estoy hablando; y de la alegría de cambiar el mundo, de parir mundos nuevos, en medio de la sangre y el dolor y la mierda.

Yo sé, no creas que no sé, que para dar vuelta la tortilla hay algunas tareas administrativas, y pobre de quiénes las desprecian, porque si esas cosas se hacen bien una familia come, o miles tienen trabajo, y si se hacen mal…

Ves, yo no digo que la respuesta a todos los males de este mundo es la poesía, yo no digo que todo sea discurso y nada más. Nada de eso.

Yo solo digo que algunas causas, algunas, requieren poesía.

Que algunas cosas son a condición de ser narradas correctamente, y que a veces, a veces, no hay palabras para contarlas. A veces no tenemos, no hay, no existen las palabras precisas.

Porque hay cosas que son pensadas por primera vez, o son tan dolorosas, o tan hermosas, que no pueden ser dicha bruscamente, como se piden cien gramos de tornillos en la ferretería o se certifica el domicilio en la comisaría del barrio.

Algunas cosas requieren el titubeo de la poesía, la imperfección de la palabra que se vomita o se entrega, a pesar de ser incompletas, a pesar de sus inexactitudes.

Es así, me parece a mí que es así, hay causas que requieren poesía.

Mirá, hay cosas tan innombrables, tan innascibles, tan inconmensurables, mira lo que te digo, que a veces ni siquiera alcanza con la poesía que tenemos.

Y entonces hasta hace falta inventar nuevas formas de poetizar, de profetizar. A veces de eso depende la vida.

Hay veces que necesitamos poesía. Para sobrevivir, para existir, para que sea posible.

Aunque, bueno, ya sabemos, casi nunca es eso y nada más.