Lentamente se está decantando el cuadro político chileno con miras a las próximas elecciones presidenciales de fin de año. Ya se puede afirmar que los principales protagonistas ya se encuentran en la cancha dejando en el camino a no pocos heridos.

En el lado de la oposición de la derecha, ahora bajo las banderas de Chile Vamos (ex Alianza por Chile y Coalición por el Cambio) todo parece decantarse a favor de Piñera, quien ya fuera presidente de Chile, en la esperanza de retrotraer las reformas llevadas a cabo en estos años y con el objetivo de consolidar el modelo económico-social imperante. Si bien hay otros candidatos –Ossandón y los hermanos Kast- las encuestas les asignan escasas posibilidades de que lleguen a buen puerto. Por momentos da la sensación de que fueran parte de una operación de despiste, de simulación de competencia, o destinada a negociar cupos parlamentarios.

En la coalición gobernante de la Nueva Mayoría (ex Concertación) las aguas se encuentran más agitadas. Mal que mal, las decisiones del partido socialista (PS), primero, la de desahuciar la consulta abierta para seleccionar a su candidato que dejó en el camino a sus precandidatos Insunza y Atria, y luego, a puertas cerradas y en votación secreta, inclinarse por el candidato que aparece como el más competitivo ante Piñera, Guillier, en desmedro del expresidente Lagos. Si bien Lagos contaba con el respaldo del partido por la democracia (PPD), la decisión del PS, su partido histórico, lo llevó a deponer su postulación. En la democracia cristiana (DC), está por definirse si su candidata, Goic, irá a primarias o directamente a primera vuelta.

El escenario actual, ya sin Lagos en carrera, y con Guillier, ahora respaldado por el partido radical (PR) y el PS, a los que muy probablemente se sumen próximamente el PPD y el partido comunista (PC), no es el más favorable para la DC no obstante la trayectoria y solidez ideológica de su candidata. No lo es ni para ir a primarias ni a primera vuelta, pero la DC no resiste una nueva elección presidencial sin una presencia protagónica por la vía de un(a) candidato(a), lo que explica la tentación por ir directamente a primera vuelta.

A favor de esta opción está la realidad marcada por las dificultades en la relación entre la DC y el PC dentro de la Nueva Mayoría, las que afloran cada vez más frecuentemente y que se centran en el rol del Estado en la economía y los temas asociados al aborto y los derechos humanos. A ello se agrega la necesidad de la DC por perfilarse más nítidamente.

Por su parte, la oposición desde la izquierda, proveniente de las deserciones de la coalición gobernante y de las movilizaciones sociales, si bien son varios los nombres que circulan, los hechos están convergiendo en Beatriz Sanchez como la candidata natural destinada a atraer a quienes no se sienten interpretados por el modelo político-económico-social y que los esfuerzos de la Nueva Mayoría han sido insuficientes para desmontarlo y/o modificarlo sustantivamente.

En síntesis, a esta altura del partido, dejando de lado a candidatos sin posibilidades, todo indica que los escenarios más probables para fines del presente año, son dos. Un escenario A con Piñera, Guillier, Goic y Sanchez en primera vuelta, y un escenario B idéntico, pero sin Goic. En cualquiera de los dos escenarios, dado que nadie obtendría la mayoría absoluta, se prevé una segunda vuelta, donde si bien actualmente lo más probable es que en la papeleta de voto estén Piñera y Guillier, no se puede descartar que por los palos entre Sanchez en perjuicio de Guillier. Posibilidad que descansa casi enteramente en la capacidad de Sanchez y del Frente Amplio (FA) para atraer a quienes no han votado en las últimas elecciones. Para ello el FA deberá delimitarse más claramente de modo que deje de ser una maraña de partidos que cuesta identificar y diferenciar.

En política el tiempo que media desde hoy hasta las elecciones es una eternidad. Todo está menos nebuloso que ayer, pero aún no está despejado como para que alguien pueda cantar victoria.