Diálogo con Imelda Arana Saenz, educadora popular. Maestra de educación formal por más de 30 años. Integra a la Red de Educación Popular Entre Mujeres de Latinoamérica y el Caribe REPEM LAC (REPEM). Actualmente apoya en lo pedagógico a la Fundación de Apoyo al Desarrollo Comunitario con Formación para Jóvenes y Adultos por ciclos. Integra la  Red de docentes por la equidad de género en la educación de Bogotá (REDEG)

 

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Para Imelda Arana es posible una educación para la diversidad, sin embargo los paradigmas vigentes de la educación formal no están partiendo de la diversidad del ser humano. Actualmente hay quienes equivocadamente piensan que los seres humanos tenemos unas características parecidas, y quienes no las tengan son personas que no deben ser educadas. Por eso Imelda afirma que no contamos con una educación para la diferencia humana.

 

Una de las diferencias que se deben considerar en el proceso educativo es la diferencia sexual entro hombres y mujeres, pero si vamos más allá, las mujeres y hombres entre si somos diferentes; a la diferencia sexual se suman la racial, por el origen, la procedencia, incluso la cultura, el clima en que nacemos. Las personas somos muy diferentes y la educación debe tener en cuenta esas diferencias, al momento de concebir, planear y organizar los procesos de enseñanza, los contenidos y la evaluación de los aprendizajes.

Para Arana, quienes planean la educación partimos del supuesto que un grupo de personas deben aprender ciertas habilidades, adquirir ciertos conocimientos, actitudes a partir de lo que consideramos importante las/os enseñantes, sin tener en cuenta lo que hay en su historia, su conocimiento previo. Lo que marca la inequidad en la educación es que parte de que a todos hay que enseñarles lo mismo, con la misma intensidad, en el mismo momento. Cada ser humano adquiere sus habilidades para estar en el mundo de manera diversa, por eso habría que valorar lo que sabe esa persona. Por eso antes de dar un curso, o previo a diseñar cualquier programa de formación se debe conocer qué sabe cada quien, incluso de esas cosas que no vamos a enseñar. Imelda Arana afirma que es posible una educación diferencial, diversa pero no es fácil.

Nos hace falta pensar en una educación nuestra, para América Latina y el Caribe, porque tenemos como lastres que desde la implementación de los sistemas educativos heredado de la colonia y con la dependencia de las metrópolis todavía no nos hemos pensado a un estilo latinoamericano. Aún estamos luchando para incluir como sujetos de derecho a la educación a las poblaciones indígenas, para que sean consideradas personas siendo la raíz de nuestra región, igualmente con las personas afro, aún tenemos como demanda la exigencia como algo especial el hecho que la educación del campo y la ciudad sean distintas.

Como región debemos pensar en qué nos parecemos y como haríamos una educación propia para nuestra población, en lugar de pensar en cómo nos medimos para parecernos a otros países o regiones.

Sobre el debate de la ideología de género, Imelda responde que la raíz de la discriminación, la xenofobia, la homofobia, el racismo y el sexismo tienen origen en el miedo a las personas que son diferentes. Dada que nuestra educación adoptó lo implementado en los países europeos y de Estados Unidos, se ha internalizado el miedo a lo desconocido. Un ejemplo se evidencia en que la educación en una época estaba pensada para los hombres, dejando la casa como espacio de aprender cosas para las mujeres, cuando no estaban dedicadas a otros trabajos.

El miedo a la ideología de género también se promueve desde las jerarquías eclesiásticas y los fundamentalismos religiosos, este miedo radica en lo que no se puede controlar, por eso es mejor que no estén o que se vayan.

La educación es un derecho universal que permite que las personas en cualquier momento de su ciclo vital lo puedan ejercer. Pero hoy en día, la educación no se concibe como un derecho humano universal, porque se habla del ingreso o salida para niños y niñas en una edad determina, etiquetando que si es antes se considera prematuro y si es después está atrasada. La educación debería ser de ingreso en cualquier momento de la vida.

Además, la educación debe ser diferente, no un sistema homogéneo de formación. Los programas deben tomar en cuenta las necesidades, la historias y las necesidades de aprendizaje. Por ello la propuesta de educación en la diversidad se debe seguir trabajando y lograrlo no solo es de voluntad, conciencia y deseo, sino que necesita movilizar los recursos de los Estados y la voluntad de los gobiernos.