El nuevo teléfono inteligente Galaxy 8 de Samsung es producido por trabajadores y trabajadoras que son objeto de explotación y opresión, según una investigación de la CSI sobre las agresivas prácticas de empleo antisindical de Samsung. La empresa aplica una política que combina sobornos, amenazas, intimidación, despidos e incluso secuestros para mantener perfectamente bajo control a sus empleados y a todos aquellos que trabajan para sus proveedores. Son 200 los trabajadores de Samsung que han caído enfermos de leucemia, linfoma y otras enfermedades profesionales, pese a lo cual Samsung se negaba a dar detalles de los productos químicos utilizados en la producción hasta que, a principios de este año, un tribunal de distrito resolvió en contra de la política secretista de la empresa. Ya han muerto 76 trabajadores, en su mayoría de entre 20 y 30 años de edad.

Estas revelaciones salieron a la luz tras la salida al mercado del desastroso “teléfono explosivo” de Samsung, el modelo Galaxy 7, en 2016, y la detención del director de la empresa, Lee Jae-yong en el enorme escándalo de corrupción que ha llevado a la destitución de la presidenta de Corea, Park Geun-hye.

Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI, comentó a este respecto que “el Galaxy 8 de Samsung es la encarnación de la avidez corporativa. Mientras que los medios de comunicación del mundo entero se centraban en la peligrosidad del defectuoso Galaxy 7 y el escándalo de corrupción en el que se encuentra inmersa la empresa, miles de trabajadores y trabajadoras de Samsung trabajan en condiciones peligrosas y opresivas para fabricar el nuevo modelo. Todas aquellas personas que estén pensando en comprar un Galaxy 8 deben saber que es producto de la explotación”.

Un manual de 115 páginas que explica cómo suprimir los sindicatos, obtenido por un miembro de la Asamblea Nacional de Corea en 2013, detalla la formación que se imparte a los altos directivos de Samsung para evitar a toda costa que los trabajadores se afilien a un sindicato. El Galaxy 8 se está produciendo en las mismas condiciones de siempre, pese a los llamamientos del Comité de Libertad Sindical de la Organización Internacional del Trabajo para que el Gobierno coreano investigue y obligue a Samsung a respetar los derechos fundamentales de los trabajadores.

La queja ante la OIT, presentada por la CSI, la Federación Sindical Mundial IndustriALL y los sindicatos coreanos, acusa a la empresa Samsung de vigilancia e intimidación sistemática de los trabajadores, destitución de los sindicalistas, ruptura de contratos con proveedores que se sindicalizan, incumplimiento de convenios, entramados de contratación ficticios e instrucciones a los directivos para que violen la legislación laboral.

La queja también describe el proceso de “ecologización” de Samsung que se impone a las empresas proveedoras, según el cual se ofrecen a los trabajadores incentivos para impedir que se unan a los sindicatos, así como tácticas persuasivas que afectan a las familias de los trabajadores y el despido de trabajadores que ocupan cargos dirigentes en los sindicatos locales. La queja detalla el caso de un trabajador del centro de servicios Ulsan de Samsung, quien fue secuestrado por los directivos de la empresa. El trabajador fue obligado a entrar en un coche y conducido a una isla que se encuentra a decenas de kilómetros de distancia, donde le confiscaron su teléfono móvil. Lo encerraron en una habitación y  le dijeron que no saldría de la isla a menos que abandonara el sindicato.

En sus conclusiones, el Comité de Libertad Sindical de la OIT expresó su profunda preocupación ante las denuncias y lamentó que, aun cuando una investigación gubernamental confirmó el secuestro y acoso de varios sindicalistas, la Fiscalía no lo considerara suficiente para entablar procedimientos penales.

“Esperemos que entre sus consecuencias, este escándalo de corrupción ponga fin a la colusión encubierta entre Samsung y las autoridades coreanas, cuyo deber es proteger a los trabajadores, ya que los hombres y mujeres que fabrican el Galaxy 8 y otros productos de Samsung merecen justicia. La opinión pública y los consumidores pueden ayudar a conseguirla exigiendo que se ponga alto al trato brutal y represivo de Samsung contra sus trabajadores”, concluyó Burrow.

Exija a Samsung que ponga fin a su trato brutal y represivo contra sus trabajadores y trabajadoras:
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