Argentina, como el resto de América (y muchas otras regiones del mundo) tiene una larga tradición de desigualdades sociales y discriminación de los «nativos». Los indígenas han sido sistemáticamente perjudicados desde la conquista española, y este panorama no mejoró en absoluto con la independencia del país.

En los años 90 del siglo XX, la política neoliberal de Menem, De la Rúa y otros, hizo caer al país en un abismo tal vez único en su historia. En el año 2003 llega al poder Néstor Kirchner. Para sorpresa de casi todos, comienza una política de beneficios sociales, recuperación económica del país y desendeudamiento.

En este contexto, en la provincia norteña de Jujuy, fronteriza con Bolivia, una de las zonas más pobres del país, nace la organización Tupac Amaru. Su principal líder es Milagro Sala, descendiente de indígenas.

Esta cooperativa se organiza para dar respuesta a la pobreza extrema a la que se ven sometida gran parte de la población jujeña, también descendientes de indígenas en su mayoría. Su acción es bastante efectiva, y además comienzan a recibir cierto apoyo del gobierno kirchnerista (primero de Néstor y luego de Cristina, quien le sucedió en el cargo en 2007). Entre la autoorganización de los cooperativistas y el apoyo gubernamental consiguen construir barrios enteros con viviendas, centros de salud y de esparcimiento, algo impensable para personas que provenían de un estrato social tan pobre.

Como suele suceder en estos casos, a ciertos poderes de la región no les gustó el éxito de la Tupac Amaru. En primer lugar, a quienes tradicionalmente detentaban el poder en la provincia, y en segundo a quienes, en términos generales, les molesta que los pobres puedan llegar a tener los mismos privilegios que los «blanquitos europeos». Aunque a algunos nos cueste entenderlo, en Latinoamérica el racismo todavía sigue siendo muy grande.

En 2015 llega al poder en Argentina Mauricio Macri, quien rápidamente da un giro radical a la política llevada adelante por el kirchnerismo. Macri vuelve a apostar por el neoliberalismo extremo, el mismo que llevó a la ruina al país en los 90. Paralelamente, en la provincia de Jujuy resulta elegido como gobernador Gerardo Morales, de la Unión Cívica Radical, claro exponente del caciquismo provinciano del país y fiel servidor de los poderes de turno.

Este personaje, enemigo de Milagro Sala desde hace años, inicia en consonancia con el gobierno central una política anti-Tupac Amaru y, en general, de beneficio para los poderes económicos. La cooperativa se organiza para la resistencia, y comienzan con una acampada en el corazón de la ciudad capital. A los pocos días de iniciada la acampada, de manera sorpresiva, Milagro Sala es detenida junto con otros miembros de su organización. Las acusaciones son vagas, aunque luego intentan componer alguna causa más o menos justificada. Pero en cualquier caso es claro que se trata del encarcelamiento de un enemigo político, a quien luego se intenta encontrar las causas que sustenten su detención. Así lleva Milagro más de un año detenida en prisión preventiva, mientras se intenta tirar adelante procesos con los cuales conseguir su condena, algo que de momento no ha ocurrido.

Desde el primer momento se levantaron voces contra la detención arbitraria de Milagro, quien además es parlamentaria del Parlasur. En todo el mundo se ha recibido apoyos para Milagro, en paralelo con condenas al gobierno de Jujuy y de Argentina por tolerar, cuando no fomentar, esta injusta situación, mucho más propia de dictaduras que de democracia que se precien de tales.

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