Entrevista con Daniel Bar Tal, con el apoyo de Ina Darmstädter

Daniel Bar Tal es sicólogo social y fue profesor de educación y desarrollo infantil en la Universidad de Tel Aviv hasta que jubiló. Ha recibido numerosos premios por su investigación y activismo en cuanto al conflicto israelita-palestino. En noviembre de este año recorrió varios países europeos para conseguir apoyo de las comunidades judías en su proyecto “Salvemos a Israel, Terminemos la Ocupación” (SISO por sus siglas en inglés) y exigir que termine la ocupación de Palestina: “Que la ocupación continúe es una violación flagrante de las normas de humanidad, moralidad y de los valores democráticos”, dijo. “Esta ocupación ha durado 50 años. En mi opinión, es un pecado”. Hablamos con Bar Tal y con Ina Darmstädter (quien participa muy activamente en el Movimiento de Mujeres Israelitas-Palestinas) acerca de la narrativa del conflicto que expone el gobierno y sus consecuencias para la democracia.

El 2017 se cumplirán 50 años de la ocupación que comenzó el año 1967, cuando Israel ocupó Gaza, Sinaí, el este de Jerusalén y los Altos del Golán luego de la guerra de los 6 días. Israel ha conservado el control sobre todos estos territorios salvo Sinaí, a pesar de que la resolución 242 de la ONU indica que se devuelvan estas tierras. Daniel Bar Tal dice “la responsabilidad de ponerle fin a esta opresión no es solo de los israelitas; también es de la comunidad internacional y sus valores democráticos, nuestros valores morales y universales”.

La base epistémica de que continúe la ocupación

Bar Tal nos dice que el 72% de la población israelita no sabría a qué se refiere si él les hablara de “ocupación” o de “opresión”, porque ellos no consideran que sea una ocupación. “El gobierno de Israel, junto a sus instituciones y otras organizaciones, ha construido una narrativa que sirve de base epistémica para que continúe la ocupación”. Se adoctrinó a los israelitas para hacerlos creer que “los palestinos no desean la paz” y que “los palestinos quieren aniquilar la población judía”. “Los israelitas no consideran a los palestinos como seres humanos, sino como terroristas a los que no les importa la vida humana. Las personas comunes y corrientes y también los líderes piensan así, incluso muchos de los líderes de la oposición”.

Bar Tal explica que la narrativa que justifica la ocupación tiene dos partes. Una es que “muchos israelitas creen que toda la tierra entre el río y el mar les pertenece exclusivamente a ellos, que es su patria. De hecho, las tierras palestinas de Bethlem, Jerusalén y Hebron son el corazón de su tierra natal pues ahí estaba situado el antiguo estado de Judea”. La otra parte de la narrativa es que hay una amenaza en contra del pueblo judío, como es la percepción de muchos israelitas. “luego del holocausto, el pueblo judío siente que tiene el derecho de defenderse a sí mismo, y se ven a sí mismos como la única víctima del conflicto. No perciben que los árabes son víctimas del conflicto”.

Daniel Bar Tal no ve con mucha esperanza la posibilidad de que el cambio nazca de dentro de la sociedad israelita, en este momento. Explica su pesimismo mediante sus investigaciones: “la narrativa del gobierno es sumamente similar a lo que la gente cree. En general, para que haya un cambio debe haber una gran diferencia entre estas dos cosas, una gran parte de las personas no debe creer en la historia del gobierno, pero en Israel solo el 15-20% de las personas creen en una narrativa distinta. Los voceros de las ONG por los derechos civiles son considerados traidores cuando hablan acerca de posibles alternativas, tales como acordar la paz con los palestinos, que los palestinos son seres humanos y también son víctimas, o que nosotros también actuamos de manera inmoral. El gobierno utiliza el sistema educacional y los medios de comunicación para expandir la su narrativa”. Ya han nacido dos generaciones bajo la ocupación. Bar Tal comenta que, en 1972, la Línea Verde fue eliminada de los mapas de Israel. “Cerca del 75% de los mapas de los libros de texto israelitas no muestran la Línea Verde, por lo que cuando un niño israelita aprende geografía en esos libros, cree que ése es el territorio de Israel. Los niños aceptan esa narrativa como la verdad”.

El interminable mantra del Primer Ministro de Israel, Netanyahu, era: “esta es la verdad, la única verdad”, y, aunque en general era percibido como una persona mentirosa y corrupta, es interesante que en el caso de las situaciones de conflicto y de problemas de seguridad se le considera una autoridad en la materia, y como el único líder que puede guiar a los judíos israelitas en momentos de crisis. “Los israelitas confían en él en cuanto a la seguridad”.

¿Ocupación o Liberación?

Ina Darmstädter comenta que la narrativa se ha vuelto más extrema en la última década, durante la cual se creó la noción de la “liberación del corazón de la patria” en lugar de “ocupación”. Bar Tal está de acuerdo, pero agrega que la mayoría de los judíos ya hablaban de liberación en 1967, cuando terminó la guerra. “La historia es que los palestinos llegaron a esta tierra después de que los judíos comenzaran a volver, al final del siglo XIX. Según su visión, el movimiento sionista es el que comenzó a hacer florecer el desierto, y luego llegaron los árabes y se asentaron aquí, y con el tiempo desarrollaron una especie de identidad, pero no eran una verdadera nación como los judíos, que ya tenían una identidad nacional definida”. La consecuencia de esta narrativa ha sido que los palestinos son considerados como extraños en la patria de los judíos. La narrativa legitima el asentamiento judío en el West Bank.

Bar Tal dice que el uso del lenguaje es un factor muy interesante en este contexto. Durante las negociaciones de Oslo, se utilizó una terminología distinta por un breve periodo de tiempo. Los rabinos usaron palabras como “palestinos”, y los describieron como “víctimas del conflicto”. “Durante los últimos 15 años la terminología ha retrocedido a la que se usaba en los 70. La regresión y la escalada de los conflictos aparece generalmente junto a la utilización de una terminología y una narrativa más extrema. En principio, los líderes pueden moderar o incrementar los conflictos. Netanyahu los incrementa”.

El cambio debe ocurrir mediante la presión del exterior

Los activistas israelitas difieren en sus opiniones de cómo lograr el cambio, dice Bar Tal. Algunos creen que el cambio debe venir de dentro de la sociedad israelita. Bar Tal no es de esa opinión: “es extremadamente difícil cambiar a la sociedad israelita. No creo que sea posible, porque no solo gran mayoría de los judíos israelitas tienen los mismos puntos de vista que el gobierno acerca del conflicto y de los palestinos, sino que además el gobierno controla la mayoría de las instituciones formales (como el sistema educacional) y una gran parte de los medios de comunicación, y a través de estas organizaciones extiende y refuerza la narrativa hegemónica que apoya que el conflicto continúe. La solución debe venir de afuera. Se debe ejercer presión. Los judíos liberales que viven fuera de Israel pueden hacer que entre aire fresco”. Por lo tanto, fundó el movimiento Salvemos a Israel, Terminemos la Ocupación (SISO) que pretende unir judíos liberales de todo el mundo. Bar Tal dice que el aniversario de los 50 años es una oportunidad para aumentar la consciencia con respecto a la ocupación mediante numerosos eventos y actividades llamativas, y logrando que las personas que no suelen expresarse tomen parte de esta acción.

El punto de vista de SISO no es moralista. “Nuestro activismo tiene el objetivo de salvar a Israel. Nuestra premisa básica es que la ocupación es un cáncer que trae muchas consecuencias negativas. Tiene un impacto extremadamente negativo en la sociedad israelita; por sobre todo, el deterioro de la democracia. Uno de los principios básicos de la democracia es la libertad de expresión, pero el gobierno intenta mantener su hegemonía y su narrativa, por lo que hace todo lo posible para evitar que otras narrativas sean conocidas y se expandan. Así se perjudica la libertad de expresión”. Dice que no es sorprendente que Israel tenga el número 101 en el ranking de libertad de prensa de Reporteros Sin Fronteras.

Tensión entre la lealtad y el pensamiento crítico

Su plan es reunirse con comunidades de judíos liberales. “Ellos deben ser más activos y expresar su oposición”. Observa que existen distintos tipos de grupo: “algunos creen en la narrativa hegemónica de Netanyahu, otros se dan cuenta de lo que sucede, pero la mayoría no están listos para expresar sus críticas, debido a varias razones: no quieren polarizar a la comunidad judía, o no quieren criticar a Israel porque asumen que podrían perjudicarlo. Creen que “los judíos están bajo amenaza y yo no quiero darle argumentos a los anti semitas”. Temen ser etiquetados como anti israelitas o como judíos que odian ser judíos. Sólo una pequeña minoría de los judíos tienen el valor de expresar sus críticas.

En Alemania, y Bar Tal asume que también en otras comunidades judías del mundo, hay una mayoría que percibe que Israel se está deteriorando, pero no dice nada. En una conversación con Ina Darmstädter acerca de con quiénes reunirse en Berlín, quedó claro que su cometido es difícil. Los judíos que aparecen en los medios de comunicación son pro Israel sin ningún filtro de crítica. Hay judíos liberales que incluso tienen miedo de encontrarse con Bar Tal. Él dice que le gusta mucho hablar con esas personas que saben qué está pasando pero que temen expresar sus objeciones. Piensa que el mejor acercamiento al tema es hablar sobre la tensión entre lealtad y pensamiento crítico. “Está claro que la lealtad es importante para que cualquier grupo sobreviva, pero el pensamiento crítico no es menos necesario para que sobreviva una sociedad. Una sociedad solo puede sobrevivir si permite el pensamiento crítico”. Les recuerdo la historia de Emile Zola y Dreyfuss [Dreyfuss fue un general judío francés del ejército que fue incriminado por traición y sufrió una difamación en su contra, y Emile Zola fue uno de los pocos que tuvieron el valor para expresar sus dudas al respecto; comentario del autor] y les pregunto: si presencio una violación de los derechos humanos, ¿qué debo hacer? ¿no decir nada? ¿alzar la voz? ¿qué creen que es lo mejor que podemos hacer por nuestra sociedad israelita?”.

Todos tenemos la responsabilidad de alzar la voz

¿Qué dice Daniel Bar Tal acerca del rol de Alemania y del dilema que los alemanes solemos enfrentar debido a nuestra historia? ¿Tenemos permitido criticar las políticas israelitas o deberíamos permanecer callados? Responde: “me afecta profundamente esta pregunta, y creo que es un pecado quedarse mirando sin hacer nada cuando un amigo está dañándose a sí mismo. Todos tenemos la responsabilidad de alzar la voz”.

En cuanto a la pregunta de cómo llegó a tener los valores en los que se basan sus actividades, Bar Tal dice que no pasó por ninguna gran transformación, como es el caso de otras personas. Su madre fue la persona que más influyó en él en toda su vida: “ella era una persona muy intelectual, liberal, de mente abierta y con muchos conocimientos. Era humanista, y me traspasó valores humanistas”. Durante su vida académica, Bar Tal siempre le dedicó mucho tiempo al activismo político, pero tenía que combinar ambas actividades. “Mi dirección principal era lo académico, pero cuando me jubilé decidí que iba a compensar esta situación y me convertí en un activista a tiempo completo”.

Traducido del inglés por Emilio Stanton