La xenofobia comienza a dar muestras de brotar con renovada dureza en América Latina y el Caribe, encendiendo una luz de alerta.

Un lamentable ejemplo lo brindó hace un par de semanas el senador Miguel Ángel Pichetto, de Argentina, quien hablando en declaraciones radiales de la inseguridad en el país, atacó a los inmigrantes, diciendo que Argentina funciona “como ajuste social de Bolivia y ajuste delictivo de Perú». Declaraciones similares fueron expresadas desde sectores del gobierno de Macri, al tiempo que otros se hicieron eco de la infamia responsabilizando a los inmigrantes por la saturación de los sistemas educativo y de salud y el aumento de la pobreza.

En esa misma línea, resulta alarmante la convocatoria realizada por el “Frente Nacional del Pueblo Panameño” a formar una cadena humana con el objetivo de recuperar “Panamá para los panameños”, una actividad contra los inmigrantes venezolanos que permanecen en el país centroamericano.

En Chile, una reconocida psiquiatra aseguró en un programa radial, que los extranjeros que llegan a Chile desde Colombia y Haití llevan violencia y enfermedades y una vedette argentina devenida locutora televisiva, en abierta actitud racista comentó cuanto le gustaba la familia presidencial argentina por ser “blanca, hermosa y pura”.

Otros personajes, como el ex presidente chileno Piñera, creen poder captar adhesiones o tapar oscuros negociados, plegándose a la corriente derechista al estilo Trump, sumándose así a una insensata ola de discriminación. Todos estos gestos – en apariencia aislados o inocuos – aparecen como peligrosa señal de legitimación que podría devenir en enormes retrocesos de los derechos humanos en la región.

La discriminación reaparece en momentos de crisis, utilizando a los inmigrantes como chivo expiatorio, culpando al otro de la desocupación, incluso como argumento de algunos gobiernos que intentan salvarse así de sus desgobiernos.

Es previsible que, en el actual estrechamiento de la economía mundial producida luego de la explosión de los mercados inmobiliarios internacionales en 2008, se pretenda cargar las responsabilidades sobre los migrantes y no sobre la banca especuladora, verdadera productora de la succión de recursos de la economía real y de las posibilidades de mejora en las condiciones de vida de las poblaciones.

Como contrapartida a este contexto, una noticia positiva es la campaña “SOY del SUR”, lanzada por UNASUR, con el objetivo de promover la integración y reafirmar la identidad regional de los 417 millones de habitantes del continente.

Dedicamos la presente entrega de nuestro micro radial Regional y Popular a este tema, cuyo título, parafraseando a Silo, es “Bueno es lo que une a los pueblos. Malo lo que los desune”.[1]

Para escuchar, descargar, compartir o emitir el programa: https://ar.ivoox.com/es/14275388

“Regional y Popular” es un segmento radial semanal de quince minutos dedicado a temas relacionados con la integración soberana de Latinoamérica y el Caribe. Es una producción de libre utilización de la agencia internacional de noticias Pressenza realizada desde Córdoba, Argentina, en colaboración con radio comunitaria La Ranchada que se emite regularmente por diversas emisoras y redes de la región.

 

[1] La frase original, pronunciada en la playa de Choypatti, India, el 1 de Noviembre de 1981 fue: “Bueno es todo lo que mejora la vida. Malo es todo lo que se opone a la vida. Bueno es lo que une al pueblo. Malo aquello que lo desune. Bueno es lo que afirma: “Todavía hay futuro”. Malo es decir: “No hay futuro ni sentido en la vida”. Bueno es dar a los pueblos fe en ellos mismos. Malo es el fanatismo que se opone a la vida.” Habla Silo, Obras Completas, Vol. I (2004) pág 726-727. Ed. Plaza y Valdés, México D.F.