Por Mumta Ito

Nuestro planeta Tierra en su modo actual de progreso está siendo devastado. Esta devastación está siendo fomentada y protegida por los sistemas legales, políticos y económicos que ponen el único foco en la comunidad humana sin ofrecer protección a las formas de vida no humanas. Hay una necesidad urgente de un sistema de gobierno que reconozca que el bienestar de la comunidad mundial integral es primordial, y que el bienestar humano es derivado de una jurisprudencia de la Tierra. Thomas Berry

Solo en los últimos 40 años, desde el momento en que se promulgaron las primeras leyes ambientales, hemos extinguido el 50% de las poblaciones de todas las especies de la tierra, el cambio climático ya está aquí, y los ecosistemas del mundo están colapsando.

Una de las principales razones de que todo esto esté sucediendo es porque nuestras leyes están diseñadas en torno a un paradigma económico que se acopla con la destrucción de la naturaleza y lo legitima.

En mi carrera como abogado, he asesorado a multinacionales, a bancos de inversión, y a los gobiernos, así como a las comunidades de base y a ONG’s que trabajan para proteger el medio ambiente. Una cosa que aprendí es que nuestra estructura legal actual es insuficiente para hacer frente a los desafíos de nuestro tiempo. A lo sumo, puede ralentizar el ritmo de destrucción, pero no se puede prevenir o revertir. Esta es la razón por la que constituyo Derechos de la Naturaleza Europa para traer nuevas estructuras innovadoras de ley que puedan hacer precisamente eso.

Paradigmas obsoletos

Nuestro sistema legal moderno opera dentro de los siguientes paradigmas obsoletos:

-mecanicista (es decir, viendo el mundo como hecho de objetos desconectados separados que interactúan de una manera predecible);

-antropocéntrica (es decir, viendo el mundo como existente para el uso exclusivo de los seres humanos, esto es de donde derivan las ideas sobre los «recursos naturales» y «capital natural» basandor el valor de la naturaleza segun su utilidad para la humanidad y no en su valor intrínseco); y

-contradictorio (modelo competitivo / retributivo en donde una parte gana a expensas de la otra).

Ninguno de estos paradigmas refleja la completa realidad científica de cómo funcionan los sistemas naturales. Esto da lugar a la ilusión de una relación de «poder sobre» la naturaleza que ha llevado a nuestra situación actual.

La ley favorece a la economía

Hubo un momento en que la ley favoreció a los valores humanos, hoy favorece a la economía. El problema es que se está favoreciendo un paradigma económico de crecimiento perpetuo que se acopla con la destrucción de la naturaleza.

Nuestro paradigma económico se basa en un concepto clave: el valor útil de la naturaleza o valorando a la naturaleza como recurso para el consumo humano y es la fuente de las ideas como «recursos naturales» o «capital natural» Sin embargo, la naturaleza es infinitamente valiosa porque es la fuente de la vida. Nuestra salud y bienestar van unidos con la salud y el bienestar de la Tierra. No podemos tener una economía humana viable que destruye la economía de la Tierra debido a que una se deriva de la otra. La conclusión lógica es el colapso de la sociedad.

La Unión Europea se ha comprometido a esforzarse a desvincular el crecimiento económico de la destrucción del medio ambiente. Para lograr esto, necesitamos leyes innovadoras que reconozcan el valor intrínseco de la naturaleza, si estamos cambiando el juego, también necesitamos cambiar las reglas del juego.

«Valor útil» se traduce en derecho como que la naturaleza es un «objeto» bajo la ley, ya sea propiedad o presa, a menos que se apliquen reglas especiales. Sin embargo, este enfoque, que en el pasado se ha aplicado a los esclavos, indígenas, mujeres y niños que también fueron considerados «objetos» por la ley, tiene varios inconvenientes prácticos que hacen que sea prácticamente imposible para las personas y los gobiernos proteger la naturaleza utilizando la ley actual.

El problema con la estructura actual de la ley

La ley no reconoce una relación entre nosotros y el resto de la naturaleza. La ley regula las relaciones, pero sólo entre los «sujetos» de la ley, no hay obligación o deber legal de cuidado hacia la naturaleza. Como resultado, cualquier persona tiene derecho a destruir la naturaleza que no pertenece a nadie. Y los propietarios tienen el derecho de destruir los ecosistemas de su propiedad, a menos que la ley diga específicamente lo contrario. Este vacío legal deja a la naturaleza fuera del sistema, fundamentalmente sin protección. Nos quedamos con la imposible tarea de legislar de manera reactiva para labrarse protecciones, en lugar de crear de forma proactiva los marcos jurídicos necesarios para crear una verdadera sostenibilidad.

Como resultado, nos encontramos con la protección fragmentaria y un enfoque reduccionista. Esto ignora la incertidumbre e imprevisibilidad inherentes a los sistemas vivos interconectados.

Un buen ejemplo de esto es nuestro sistema de protección de las especies en peligro de extinción que se basa en la lista las especies que están en peligro, que lleva años de investigación científica. Sin embargo, los científicos dicen que estamos perdiendo literalmente docenas de especies de cada día, en el tiempo que se tarda en actualizar las listas, ya es demasiado tarde. Además, en un mundo radicalmente interconectado, ¿quién puede decir qué especie es una VIP y el efecto que la pérdida de una especie aparentemente insignificante puede tener en el ecosistema en su conjunto?

Otra consecuencia es que los temas ambientales se tratan casi exclusivamente en los tribunales administrativos. El único diálogo que puede acontecer en el tribunal es si se siguió el procedimiento de planificación correcta, y el resultado es simplemente la devolución a los planificadores. Hay una presunción a favor de los beneficios económicos, pero el impacto medioambiental se ha cuantificado y probado (a pesar de que los científicos están de acuerdo en que es imposible hacerlo debido a la complejidad y la imprevisibilidad de los sistemas vivos interconectados), lo que favorece un enfoque preventivo.

La única vía que queda en la ley es que si ocurre un desastre y la gente denuncia, el tribunal compensará a quienes demuestren la pérdida económica, pero no hay ninguna obligación de restaurar el daño a la naturaleza, ya que en la ley no existe una relación entre nosotros y el resto de naturaleza.

 *Rights of Nature—Why Do We Need It?

El artículo original se puede leer aquí