La tensión se disparó hoy en el norteño estado indio de Jammu y Cachemira tras los últimos enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas del orden que causaron tres muertos y unos 200 heridos.

Los decesos ocurrieron en los distritos de Budgam y Baramulla, según reportes de la televisora NDTV, que alertó sobre la extensión de las protestas a otras zonas.

Desde el 9 de julio ese territorio, el único con mayoría musulmana en el país, vive una ola de violencia que causó más de 50 muertos y miles de heridos.

Sectores separatistas convocaron en ese fecha a un paro general por la muerte de Burhan Muzaffar Wani, comandante de la organización radical Hizbul Mujahideen, acusada por Nueva Delhi de cometer numerosos ataques en el territorio nacional.

Wani falleció durante un intercambio de disparos con miembros de la policía regional.

Desde entonces el valle de Cachemira se mantiene bajo toque de queda, aunque fue levantado en algunas regiones, mientras continúan suspendidos los servicios de Internet.

Tras la oración del viernes, los manifestantes atacaron una estación de policía y la vivienda del legislador Hakeem Mohammed Yaseen.

Televisoras nacionales revelaron que las fuerzas de seguridad están en alerta tras detectar que en al menos tres manifestaciones aparecieron dirigentes de organizaciones radicales proscritas.

Ante las críticas recibidas, la policía recibió indicaciones de actuar con moderación, aunque casi la mitad de los heridos durante el paro son agentes del orden.

La situación en esa zona tensó, aún más, las relaciones entre la India y Pakistán, potencias nucleares que controlan partes de Cachemira pero que reclaman la totalidad de la histórica región desde 1947.

Nueva Delhi acusó a su vecino de patrocinar el terrorismo y de avivar las protestas en el norteño estado.

Mientras, Islamabad criticó el accionar de la policía india y calificó de mártir a Wani, lo cual desató la ira del gobierno de Narendra Modi, que lo considera un terrorista.

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