La tienda de modas sin dinero funciona con un concepto innovador: devolverle a cada uno su dignidad permitiéndole ser actor de su propio consumo.

Lejos de todo modelo caritativo que se conoce, trabaja con un público caracterizado por la diversidad, de manera que no estigmatiza a las personas en situación de precariedad.

El acceso a la tienda no está sometido a ninguna condición de recursos y se considera que las personas que la frecuentan en búsqueda de objetos no necesariamente son necesitadas, pero probablemente necesiten esos objetos.

Es más, darle nueva vida a un objeto no quiere decir que alguien esté obligado a usar un objeto de segunda mano.

Y aparte de los objetos funcionales, querer un coqueto vestido o una camisa divertida será recibido sin ningún juzgamiento.

Por tanto, con una tasa de pobreza en Francia en constante aumento[1], no cabe duda cuál es la utilidad de una tienda sin dinero.

Algunos datos testimonian situaciones muy reales:

  • 1,9 millones de personas reciben una prestación social (RSA), en total cuatro millones de personas son beneficiarios de planes sociales.
  • Los jóvenes, los ancianos y las familias mono-parentales son los más afectados, y las mujeres lo son dos veces más que los hombres.

La boutique sin dinero hace que no nos olvidemos que detrás de estas cifras hay personas e historias de vida.

Su directora, Debora Fischkandl, nos habla de este proyecto que en junio de 2016 festejó su primer aniversario.

Pressenza: ¿Qué es la boutique sin dinero?

Debora Fischkandl: Es una de las primeras tiendas gratuitas abiertas en Francia, situada en París, en el barrio XII.

Otros países son precursores en esta materia, como Alemania[2] o Inglaterra.

La boutique es un lugar de donaciones colectivas que le da vida a la generosidad de los ciudadanos.

No se trata de un sistema de trueque, una persona puede tomar algo sin que se vea obligada a aportar algo.

P: ¿Quiénes son las personas que acuden a la tienda?

DF: Es importante precisar que es un lugar abierto a todo el mundo; para las personas en situación de precariedad, por supuesto, pero también para el resto.

Es nuestra voluntad recibir en la tienda a una gran diversidad socioeconómica.

Las situaciones de las personas que vienen son bastante variadas, un tercio de ellas no se considera en dificultad económica, la mitad se dice en situación de dificultad puntual, en cambio un 13% está en dificultad económica estructural permanente.

Cierta gente llega por otras razones: la sensibilidad frente a los desafíos ambientales que la hace establecer el hábito redestinar objetos.

Durante las visitas a la tienda se informa cuáles son los lugares de reciclaje y de reparación de objetos[3] que hay.

Estamos realmente atravesando una evolución en nuestra forma de vida y vamos hacia una concientización más importante del consumo.

Un objeto que ya no utilizamos no es un desecho y si otro lo reutiliza, se valoriza.

Desde un punto de vista geográfico nuestro público es bastante vasto: el 20 % viene del barrio, un tercio de otros barrios parisinos, otro tercio de Isle de France (región suburbana de París), un 8 % viene de otras regiones y el 1 % del extranjero.

P: ¿Defiende, entonces, otro modelo de consumo?

DF: Sí, claramente, porque hay desafíos ambientales pero también sociales y humanos detrás de la producción de vestimenta nueva.

Un producto de vestir contaminará el planeta si no lo reciclamos. El hecho de que recibamos tanta ropa en la tienda es una evidencia de que la producción es desproporcionada.

Con respecto a las consecuencias humanas y sociales, hoy por hoy están muy denunciadas[4].

P: En ese sentido, ¿hace acciones de sensibilización acerca de lo que está en juego en las nuevas formas de consumo o sobre las consecuencias sociales de la “fast fashion”?

DF: Poner en marcha este tipo de actividades forma parte absolutamente del concepto del proyecto.

Por el momento, por una cuestión de tiempo de funcionamiento que se debe consagrar a la tienda, vamos simplemente a los encuentros y los festivales organizados por otras asociaciones para mantener allí una zona de gratuidad. De esta manera creamos vínculos con los actores del desarrollo durable y de la transición ecológica. En el futuro, quisiéramos llevar a cabo estas acciones bajo nuestro propio nombre y ya contamos con un montón de ideas al respecto.

P: ¿Se crean relaciones entre las personas que frecuentan la tienda?

DF: Sí, y eso nos encanta. Proponemos talleres como “Compartir saberes y competencias”, un pretexto para favorecer los encuentros. Se trata de donaciones de competencias y no de intercambios. La persona que da el taller voluntariamente adquiere competencias en la transmisión que no necesariamente conocía.

En lo cotidiano, las personas de la tienda interactúan entre ellas, charlan, las que llevan objetos pueden encontrarse con las que recuperan. El intercambio no se hace en función del valor de mercado de los objetos.

P: Como no ganan dinero con las ventas, ¿cómo se financia?

DF: Hay un funcionamiento que no es monetario, son los voluntarios y el lugar prestado gratuitamente por la Municipalidad de París. Y hay un funcionamiento monetario que comprende subvenciones y ayudas –la Región de Île-de-France, Pôle Emploi para los empleos de ayuda, colaboración de un grupo de prensa con el premio de las mujeres comprometidas con el desarrollo sustentable–, a los cuales se agrega una campaña de red de recolección de fondos y una participación voluntaria en el lugar, en la tienda.

P: ¿Cuáles son las cualidades que reconoce en los seres humanos?

D: El respeto y generosidad, sin ninguna duda.

Con una perspectiva de 5000 visitantes por año y una realidad de 21 000 en los 6 primeros meses, vimos que la generosidad se expresa también en la participación al darle vida al lugar.

El ser humano tiene una capacidad muy grande de colaboración. Esto no se aprecia todos los días por una falta de estructura para sostener esos valores. En realidad no es que nuestra tienda haya cambiado a la gente, lo que pasa es que con ella las personas tienen un espacio para manifestar lo que tienen de generosas.

P: ¿Una anécdota que la haya conmovido especialmente?

DF: Las sonrisas, los agradecimientos, los niños que separaron sus juguetes para llevárselos a otros niños demostrando así que no son egoístas “por naturaleza”.

[1] En Francia, se considera que una persona es pobre cuando sus ingresos mensuales no son mayores que 833 o 1 000 euros según sea el umbral de pobreza adoptado. Fuentes del Observatoire Social des Inégalités (Observatorio Social de las Desigualdades): http://www.inegalites.fr

[2] Para informarse acerca del systemfehler en Alemania: http://www.goodmorningberlin.com/systemfehler-un-magasin-gratuit/

[3] Los centros de reciclaje y de reparación ayudan a reacondicionar, redestinar, reutilizar y reciclar los objetos.

[4] Nota del autor: la película “The true cost” de Andrew Morgan es una fuente de información para comprender los desafíos humanos vinculados con la fast fashion (moda rápida): http://truecostmovie.com