Por Pablo Medina – Thalía Sanabria Prado

Un desaparecido no es alguien que está muerto, pero tampoco alguien que existe en la cotidianidad. María Eugenia Basantes, oriunda de la provincia de Cotopaxi y residente en Quito desde los 12 años, encontró el apoyo que necesitó en Asfadec, luego de que su hijo, Alexander Adrián Romo Basantes, desapareciera en la terminal de buses Cumandá, el 6 de noviembre de 1994. Las sospechas son los únicos rastros que hay del paradero de su hijo, pues Basantes presume que fue el padre quien se lo llevó. Las acciones para encontrar el paradero de su hijo no han cesado. Desde publicaciones en los periódicos, movilizaciones y plantones con la foto de su hijo, hasta pedidos al Presidente de la República.

Basantes aún tiene esperanzas de que su hijo, quien tendría 22 años en la actualidad, aparezca. “Yo presiento que mi hijo está vivo y que el papá sabe dónde está” acotó la madre.

Juliana Campoverde, Walter Tumbaco, Alexander Romo, Carolina Garzón, Leonor Ramírez y David Romo son parte de la larga lista de personas desaparecidas en el Ecuador. La Asociación de Familiares y Amigos de personas desaparecidas (Asfadec), detalla que entre enero de 2013 y junio de 2015 se registraron 29.309 denuncias de personas desaparecidas, sin contar las 240 desapariciones registradas desde el 2013, según información de la Fiscalía General del Estado.

El derecho a la integridad personal supone la garantía de una vida libre de violencia, tortura, desaparición forzada y penas degradantes, siendo el Estado el garante para el bienestar de los ciudadanos. Pero es desde la memoria de los familiares de los ausentes que estos se hacen presentes en el espacio público y los medios de comunicación.

Para Luis Sigcha Pillajo, padre de Luis Sigcho Ñacato, desaparecido en el 2008, las investigaciones realizadas por la Fiscalía aún no esclarecen. La fiesta de cumpleaños de su hermano, celebrada en el Valles de los Chillos, fue el último evento donde se vio a Sigcho, estudiante de la Universidad Central del Ecuador. Su padre exige capacitaciones para los agentes de búsqueda. “Quiero que se llegue a la conclusión veraz de que la mayoría de desaparecidos están muertos o que nos den un informe veraz,” comentó.

Las denuncias de personas desaparecidas se receptan en las oficinas de la Dirección Nacional de Delitos contra la vida, muertes violentas, desapariciones, extorsión y secuestros (Dinased), quienes se encargan de recabar información, para luego entregársela a los agentes y familiares. El proceso continua con una investigación preliminar según lo estipulado en el Código Orgánico Integral Penal (COIP).

En el COIP, la desaparición forzada de personas está tipificada, más, la desaparición involuntario no lo está. Por lo que se requiere que la persona desparecida aparezca viva o fallecida, o que aparezcan elementos materiales para encuadrar la desaparición a una fase de investigación.

Elizabeth Rodríguez recuerda haberse despedido de su hija, Juliana Campoverde Rodríguez, en la gasolinera de la Biloxi. Al llegar a su trabajo recibió un llamado de su esposo diciendo que Juliana no llegaba. Rodríguez explicó que los sospechosos con pruebas suficientes fueron encontrados, más, su caso no paso a una segunda etapa procesal en la Fiscalía. La madre señaló que “la paciencia se agota y las evidencias se pierden” Tres años y nueve meses que las respuestas siguen sin llegar para esta familia.

La desaparición involuntaria es tratada en nuestro país bajo la figura de actuación administrativa, es decir, son tomadas como investigaciones secundarias, en donde el Consejo de la Judicatura, la Fiscalía General y la Dinased, siguen sus propios protocolos de acción. La secretaria de Asfadec, Lydia Rueda, comentó que en las tres reuniones que han sostenido hasta ahora con el mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, les informaron que «se avanza» en las indagaciones. Sin embargo, en su opinión, ello no ocurre en la práctica. “A pesar de que crearon la Dinased y la unidad de la Fiscalía, no tenemos respuesta aún sobre nuestros hijos, ellos no aparecen”.

Para Adriana Carvajo, la desaparición de su hermana Ximena, quien cumpliría 30 años de edad este año, termino en tragedia. Cinco meses después de su desaparición, el cuerpo de la mujer fue encontrado sin vida en el sector de La Vicentina, norte de Quito. Sin embargo, expuso que la persona que ha sido señalada por los familiares como el autor del crimen, se mantiene con libertad. Ella y su madre no han recibido ayuda psicológica, pese a que esta cuenta dentro del proceso de investigación.

Los desaparecidos son una historia que no tiene fin, un silencio enloquecedor, un llanto intenso sin contestación. Un recuerdo constante entre plantones y movilizaciones realizados por sus familiares. Mientras que, para las autoridades se convierten en estadísticas, que en ocasiones suben, otras bajan, y que demuestran si los mecanismos de seguridad están o no funcionando en el país. Pero la pregunta de cajón, que hacen muchos de los familiares de los desparecidos es: ¿Dónde están los demás?, ¿Y si fuera el hijo del Presidente o del Ministro, serían tan interminables los procesos que se deben realizar?, se pregunta Elizabeth Rodríguez, madre de Juliana Campoverde, desaparecida el 7 de julio del 2012. Una búsqueda sin horizonte y de una brújula que pueda guiar el camino. “Los afiches impresos con fotografías, direcciones y números telefónicos también desaparecen con el tiempo, pierden su forma y significado”. Dijo Telmo Pacheco, padre de Telmo Orlando Pacheco Aguilar, desaparecido el 03 de noviembre de 2011 y presidente de Asfadec.

Dicen que no están muertos
– escúchalos, escucha –
Mientras se alza la voz
Que los recuerda y canta.
Escucha, escucha;
Otra voz canta.
Daniel Viglietti

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