Desde el colectivo ME DECLARO EN PAZ hacemos un llamamiento para dejar de defender lo indefendible: la supremacía de derechos y oportunidades de unos sobre los demás. Este viejo mundo está agonizando, incapaz de resolver los continuos conflictos que genera mantener la arbitrariedad y la discriminación.

El trato inhumano y cosificador que se está dando a las personas refugiadas procedentes de Siria y otros países del entorno en situación de guerra, y las políticas de la Unión Europea vergonzosas, humillantes e indecentes, no son más que intentos desesperados de mantener ese monstruo de desigualdad. ¡No defendamos lo indefendible!

Los poderes fácticos: las multinacionales y los organismos financieros internacionales -que someten a los gobiernos y parlamentos a sus intereses- defienden su supremacía a toda costa, incluso llegando a generar guerras fratricidas encubriendo sus intereses bastardos bajo el manto de llevar la democracia y los derechos humanos a los países “menos civilizados”, mientras siguen haciendo negocio con las armas que ellos mismos fabrican. En medio de este caos creciente gran parte de la ciudadanía mira hacia otro lado, resignándose a conseguir o defender sus mayores o menores ventajas sobre los demás. No obstante cada vez más personas advierten que las guerras son un desastre y que la seguridad no se logra por las armas, sino por la ausencia de ellas. ¡No defendamos lo indefendible!

Acaso nadie podemos hacer nada para evitar tanto horror y sufrimiento de la población. ¿Nada puedo hacer y solo me queda el voluntarismo? Voluntarios y ONG pobremente pueden hacer frente a las consecuencias de la implacable maquinaria puesta en marcha por los señores de la guerra. Por el contrario, en ese medio de crueldad se movilizan todo tipo de fanatismos y movimientos reaccionarios, violentos y terroristas que anidan en el odio hacia los culpables que ellos consideran, ofreciendo como solución la eliminación o la deportación de otros. ¡No defendamos lo indefendible!

Vemos el ejemplo de la clase política europea o norteamericana, con sus palabras huecas haciendo gestos al viento, pero atendiendo solo al beneficio económico de unos pocos, sin cuestionar la monstruosidad discriminatoria en la que se basa. De esta forma, a cada paso que se da para ordenar cualquier problema desde este criterio miope, se agudizan más los problemas. Desde su punto de vista las poblaciones desplazadas son un problema que hay que quitar de en medio, pagando un poco de dinero para alejarlo del “primer mundo”, ¿Pero el problema está en esas personas desesperadas que buscan una salida como sea, o lo tenemos todos cuando mostramos una indiferencia deshumanizante, cuando ejercemos el individualismo, cuando buscamos el triunfo y la riqueza sin medida, cuando aceptamos creencias egoístas? ¡No defendamos lo indefendible!

La única vía verdadera y de futuro para resolver este drama es sacar la suficiente fuerza de reconciliación en nosotros, para renunciar a la discriminación y a la violencia como formas de resolución de conflictos, trabajando para el desarrollo de todos y para todos, posible por primera vez en la historia, mediante la noviolencia y la búsqueda del sentido en la vida, No podemos aislarnos en nuestro individualismo personal o grupal, frente a supuestos enemigos, sino atreviéndonos a exponernos por los demás, por la libertad y por la humanidad; solo así podremos crear un mundo nuevo, un mundo no-violento en el que vivir en paz.

Desde el colectivo ME DECLARO EN PAZ, exigimos a los gobiernos que dejen de defender lo indefendible, que dejen de defender la discriminación y la violencia. Que empiecen por dar refugio y asilo a las personas que lo necesitan, y que avancemos usando los ingentes recursos que podemos liberar mediante el desarme y la renuncia a la guerra para la resolución de conflictos. Es hora de declararse en paz y movilizarse en coherencia.

Invitamos a la población a INDICAR A LOS GOBERNANTES QUE SOLO CON ESTE TIPO DE MEDIDAS QUE INCLUYEN A TODOS ¡SÍ NOS REPRESENTAN!

Nos declaramos en paz con la humanidad y nos resistimos a perder ese centro, germen del espíritu del ser humano solidario y noviolento.