El 29/02/2016 se realizó la Mesa Redonda «Postmachismo, masculinidades y violencia en los medios» en el Colegio de Periodistas de Cataluña.

Por Juanjo Compairé

Me pareció interesante que un Colegio Profesional, como el Col·legi de Periodistes de Catalunya, se planteara la cuestión de cómo tratar en los medios los casos de violencia machista.

Ya hace unos meses (lo reseñamos en esta revista) hubo un encuentro en Madrid con un objetivo semejante. Está claro que a menudo la forma con la que los medios de comunicación tratan los casos de violencia machista es fundamentalmente o bien sensacionalista o bien superficial o incluso errónea (son paradigmáticos los titulares que empiezan diciendo que una mujer murió a consecuencia de las cuchilladas de su pareja, en lugar de decir lisa y llanamente que fue asesinada). Por otro lado se confunden los términos «violencia machista», «de género», «doméstica» o simplemente «violencia contra las mujeres».

La mesa redonda fue presentada por Isabel Muntané, puesto que ella, como periodista miembra de la Comisión de Género delCol·legi, codirige el Máster de Género y Comunicación de la UAB. De hecho, la mesa redonda entraba dentro de las actividades de dicho máster. Planteó la necesidad de clarificar conceptos. Planteó, para empezar, una pregunta provocadora: El hecho de etiquetar los machismos como «neomachismos», «micromachismos», «postmachismos», etc, ¿no es una manera de desdibujarlos?

En este sentido, el forense Miguel Lorente, exdelegado del gobierno para la violencia de género, defendió el término «postmachismo», que él ya definió en su libro «Los nuevos hombres nuevos». Cuando hablamos de «machismo» hablamos de desigualdad y de poder. Hablamos de una cultura, de una referencia común a toda la sociedad, especialmente a los hombres. La igualdad cuestiona esta ejercicio del poder que se basa en legitimar el dominio de los hombres sobre las mujeres. No se trata tan solo de reorganizar tiempos y espacios de forma menos desequilibrada, sino de cambiar total y radicalmente la cultura y las referencias.

El «postmachismo» es la última manifestación del machismo, cuando este se siente débil y usa la violencia de forma más sutil, manipulando incluso el propio lenguaje igualitario. La manipulación del lenguaje (los «postmachistas» se proclaman a sí mismos los verdaderos defensores de la igualdad) es la forma de actuar típica del postmodernismo. Se trata de defender el «status quo» de la supremacía masculina sembrando dudas y creando confusión respecto de las demandas feministas e igualitarias, porque no reivindica (a diferencia del viejo machismo) nada en concreto.

Cuando hablamos de «machismo» hablamos de desigualdad y de poder [···]

[···] El «postmachismo» es la última manifestación del machismo, cuando éste se siente débil y usa la violencia de forma más sutil, manipulando incluso el propio lenguaje igualitario.

El feminismo y la mirada de género son vistas como adoctrinamiento (la llamada «ideología de género»), que sobrevive gracias a las subvenciones y al «negocio del sexo» (Arcadi Espada).

Presentan de nuevo a los hombres como víctimas, como si las lacras que sufren los hombres por el hecho de serlo (menor esperanza de vida, mayor tasa de suicidios, mortalidad accidental más elevada, etc) fueran de una cultura ajena a los hombres que de hecho la dirigen.

Esto explica, según Lorente, que en nuestro país haya aumentado la violencia: hemos pasado de 400000 mujeres violentadas en 2005 a más de 700000 en 2015. Este aumento de la violencia se debe en parte a la mayor concienciación de las mujeres, pero también es un signo de debilidad de esta nueva forma de machismo que ve cómo inevitablemente va perdiendo la partida.

Nieves Prado, a continuación, presentó los resultados de un estudio que ha realizado Gredi Dona. Se trata de un trabajo hecho recogiendo las agresiones a mujeres a través de las redes sociales aprovechando el anonimato. Podemos comprobar de qué manera los neomachistas utilizan los mensajes para agredir, para ridiculizar el feminismo radical (que es tildado de «malo»).

Octavio Salazar planteó hasta qué punto existen hombres nuevos (aludiendo a la terminología del libro de Lorente, antes citado). ¿Se trata tan solo de un cambio retórico? ¿Se trata de una nueva forma de privilegio? Afirmó que nos hacen falta reflexiones sobre los mecanismos de poder que nos atraviesan. Porque ¿cuántos privilegios estamos dispuestos a ceder?

Seguimos los hombres reproduciendo pràcticas de dominio y de desigualdad. Hace falta un nuevo contrato social basado en un previo contrato sexual. Hace falta revisar nuestras subjetividades, porque el patriarcado nos ha conformado desde nuestro interior. En este sentido, el triángulo de las Bermudas del poder patriarcal lo constituye la trilogía del amor romántico, la pornografía y la prostitución. Hemos erotizado el dominio y por eso coincidió con Lorente en explicar así el auge de los delitos de odio.

Afirmó que la revolución feminista es, pues, necesaria, porque la revolución será feminista o no será. Tenemos que superar esta cultura androcéntrica y sexista, en un mundo en el que asistimos a una alianza perversa entre patriarcado y neoliberalismo.

Seguimos los hombres reproduciendo pràcticas de dominio y de desigualdad. Hace falta un nuevo contrato social basado en un previo contrato sexual. Hace falta revisar nuestras subjetividades, porque el patriarcado nos ha conformado desde nuestro interior.

Los hombres tenemos delante de nosotros la apasionante tarea de construir un nuevo modelo de subjetividad empática. Y allí acabó citando a su admirado Alessio Arena, cantante napolitano-catalán, cuando canta a abrir ventanas en los pechos y convertir los nudos en la garganta en nidos.

Por último, Rubén Sánchez se proclamó como parte de las masculinidades disidentes o resistentes. Hizo un homenaje a las mujeres que a lo largo de la Historia nos han aportado sus saberes: la sabiduría de la supervivencia, la de los cuidados. Si el feminismo sitúa en el centro a la vida y a los seres humanos, lo primero que tenemos que hacer los hombres es reconocer nuestras violencias, romper la camaradería y la complicidad masculinas y responsabilizarnos individualmente en la desobediencia al orden patriarcal. Colaborar en la tarea que hasta ahora han llevado adelante las mujeres en solitario, la creación de un orden amoroso.

Tenemos, pues, que comprometernos y mantener alta la guardia ante los continuos autoengaños que nosotros mismos nos ponemos.

Si el feminismo sitúa en el centro a la vida y a los seres humanos, lo primero que tenemos que hacer los hombres es reconocer nuestras violencias, romper la camaradería y la complicidad masculinas y responsabilizarnos individualmente en la desobediencia al orden patriarcal.

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La voz de los neomachistas

Al ceder la palabra al numerosísimo público asistente (que desbordaba la capacidad de la sala de actos) y como si de una representación teatral se tratara, un grupo de hombres, distribuidos estratégicamente en la sala, quisieron intervenir.

Uno de ellos se presentó como director de cine, diciendo que estaba rodando un documental. Isabel Muntané le advirtió que en esa película los miembros de la mesa no querían intervenir. A él no le importó, porque en seguida vimos que contaba con algunos intervinientes que tenían preparado su discurso, dispuestos a soltarlo sin importarles nada.

Efectivamente este grupo se había apostado a la entrada del Col·legi antes del acto con una pancarta en la que presentaban a los hombres como víctimas. Encajaban exactamente en aquello que Lorente había explicado como «postmachistas». Su intento de reventar el acto no tuvo éxito, pero impidieron que otras personas pudieran intervenir en esta parte final. Y alguno de ellos aprovechó la pequeña confusión creada para robar el bolso de una asistente.

Teoría y práctica del nuevo/viejo machismo. Nuevos ropajes para un discurso antiguo, que se resiste a periclitar. ¿Tendrá razón Lorente cuando nos dice que su violencia es señal de debilidad?

PARA SABER MÁS:

LORENTE ACOSTA, M. (2009), Los nuevos hombres nuevos. Cómo adapatarse a los tiempos de igualdad.Barcelona: Destino, col. «Imago mundi»

 

Artículo publicado en:

HI Hombres Igualitarios

Revista Digital de AHIGE

http://www.hombresigualitarios.ahige.org

 

El artículo original se puede leer aquí