Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista británico está otra vez sometido a críticas. Es de hecho testimonio de su fortaleza que no solo seguirá adelante con el programa para intentar deshacer el daño draconiano que se le está haciendo a Gran Bretaña dadas las actuales circumstancias políticas (asalto a la Salud, la Educación, la Vivienda, la protección contra las inundaciones, la renovación del inútil y peligroso sistema nuclear Trident), sino también ha tenido tiempo para modificar un poco su entorno (conocido como remodelación, lo que todos los líderes de los partidos políticos hacen para aumentar la eficiencia), con paciencia y coherencia. Los Medios no han desperdiciado esta oportunidad para seguir utilizando sus epítetos favoritos en contra de las acciones de Corbyn, tales como «desastroso» e «no elegible». ¿Por qué este hombre humilde, auténtico y compasivo se ha convertido en el enfoque de tal perversidad?

El Mito de la Caverna de Platón llega desde la antigua Grecia para explicar este fenómeno. ¡Las cosas no han cambiado mucho en los últimos 2,400 años!

En esta historia, que forma parte de La República de Platón, la gente ha sido encarcelada en una cueva desde la infancia. Están encadenados, por lo que sus piernas y cuellos están sujetos, obligados así a observar la pared. Detrás de los prisioneros hay fuego y, entre el fuego y los presos, hay un muro bajo, detrás del cual la gente camina con objetos o títeres «de hombres y otros seres vivos». Los presos solo pueden ver las sombras en la pared de la cueva que está delante de ellos. Ellos creen que las sombras es la realidad, ya que nunca han visto otra cosa.

Si a alguien se le permitiese observar el fondo de la luz, el fuego le dañaría los ojos, por lo que volvería a observar la pared de la cueva. Pero si un prisionero fuese obligado a salir de la caverna, la luz del sol le molestaría y le haría sufrir hasta que sus ojos se ajustaran a la luz.

Poco a poco, el prisionero podría ver a la gente y las cosas, tales como son: las estrellas y la luna y el sol (la nueva realidad y conocimiento que, para Platón, es «El Bien»).

El prisionero libre valoraría dicho conocimiento y tendría compasión por los otros presos, y así regresaría a la cueva para liberarlos. Pero él, quedaría ciego nuevamente en su oscuridad relativa por lo que los prisioneros no le creerían, culpando el viaje al exterior de la cueva y negándose a salir.

Podrían incluso matar a cualquiera que les intentara sacar de la caverna.

Para Platón, furioso con el modo «democrático» en que Sócrates había sido juzgado (por corromper a la juventud con sus ideas y faltarles el respeto a los dioses tradicionales) y condenado a beber la cicuta, hoy la gente de la cueva sería la opinión pública desinformada, engañada por los titiriteros (los Medios de Comunicación que representan las opiniones de los poderosos).

La historia tiene infinidad de ejemplos de los «Sócrates» de cada época. La Academia de Pitágoras fue incendiada y sus discípulos asesinados; a Arquímedes lo mató un soldado romano porque aquel quería seguir dibujando figuras geométricas. A Jesús lo crucificaron; Hipatia de Alejandría fue asesinada por una multitud cristiana; Galileo y Giordano Bruno fueron atacados por la Inquisición; Lavoisier fue ejecutado durante la Revolución Francesa, probablemente por cargos falsos, siendo un científico con un pasado aristocrático.

En nuestros tiempos, Silo, el autor no violento y guía espiritual, fue vilipendiado y encarcelado. Probablemente su caso sea el que mejor refleja las acusaciones formuladas contra Sócrates. A Aung San Suu Kyi y Nelson Mandela los trataron de forma similar, y a los denunciantes Manning, Snowden y Assange les destruyeron la vida, por atreverse a informar al público.

¿Vamos a sorpendernos entonces, de que Jeremy Corbyn, negándose a caer en el juego de «ahora todos somos neoliberales», reciba tanta metralla?

Puede que no estemos encadenados u obligados a observar la pared de una caverna. Más bien, cómodamente sentados en nuestros sofás y pegados a la TV, digerimos sin crítica los «horrores» del liderazgo de Corbyn como si fueran «realidad». Uno de los más culpables, nuestra querida BBC, sostenida por dinero público y a la que se supone imparcial: poco después de que Jeremy Corbyn fuera elegido líder del Partido Laborista en septiembre, la BBC fue acusada de tener prejuicios contra Corbyn y desafiada con una petición fortalecida por 61,000 firmas pidiendo de que se dejase de usar la etiqueta “de izquierdas» al informar sobre acontecimientos de su liderazgo. Pero antes de que obtuviera además un 59,5% de los votos, garantizando el mayor mandato democrático de un líder laborista de la era moderna, Jeremy Corbyn fue objeto de lo que, según una fuente de su campaña por el lideragzo, llegó a describir como un completo trabajo de hacha. Se alegó que el episodio de Panorama en cuestión había atraído un gran número de quejas, pero la BBC se negó a publicar cifras.

«El ex editor político de la BBC, Nick Robinson, escribió incluso a sus colegas sobre las preocupaciones por los prejuicios de la BBC hacia Corbyn, y Michael Crick, de Channel 4, emitió una impresionante reprimenda a los operadores de radiodifusión pública, refiriéndose a los diputados que no eran de izquierdas como «moderados». A pesar de las las protestas, y comenzando un Año Nuevo, es evidente que la BBC no ha tomado resoluciones nuevas para estar más equilibrada de cara a un espectro político más amplio e integrado”. Evolve Politics.

Tan inspirador como puede ser, sería ingenuo esperar que Corbyn lo arregle TODO. Solo trabajando para aclarar lo que todos queremos y necesitamos como seres humanos podrá traer el cambio, lo que también es su mensaje: solo podremos conseguir forjar el futuro escapando de nuestras cadenas/sillones, pared/tele y cueva/sala de estar para hacernos activos y así superar la incomodidad de ver la luz.

Traducido al español por: Herminio Piñeiro