El domingo pasado, a un día de la apertura de la COP21, más de 1500 personas se dieron la mano desde el Vieux-Port hasta el Palais Longchamp, pasando por la Canebière, en un ambiente familiar y bajo el cielo azul de Marsella. El fotógrafo Sergio 13 nos ofrece una mirada contrastada de esta jornada de fraternidad a favor de la justicia climática y de la paz. Esta cadena humana nace después de la prohibición a manifestarse, por la instauración del estado de emergencia después de los atentados del pasado 13 de noviembre.

Desde que se instaló ese estado de emergencia comprobamos que existía sin embargo una extraña particularidad: está prohibido manifestarse, pero no consumir.

Yo no sabía que el consumo impedía los atentados. Por lo tanto, podemos salir a consumir al mercado de Navidad, ya que por lo visto nuestro monedero podría llegar a ser un escudo anti-atentado. En cambio, nos niegan los derechos de manifestarnos, de discrepar y de expresarnos al respecto, porque esto podría causarnos dolor de cabeza. Por lo demás, el estado benevolente podría haber encontrado la cura a las migrañas… la porra, la custodia, la represión.

En síntesis, a partir de ahora en adelante, solo se nos permitirá trabajar para enriquecer aún más a los que tienen la totalidad del poder económico y lo usan para vender armas, contaminar el planeta, destruir la vida de mil maneras y posibilidades aquí y allá. La finalidad: restituirles el dinero de nuestros sueldos al consumir bienes que ellos nos venden como imprescindibles para nuestra felicidad, y sobre todo, sobre todo que nos callemos y obedezcamos.

Hoy, me preocupa más un estado de emergencia que parece ser una “oportunidad tétrica” para dañar nuestras libertades, que la posibilidad de un atentado inminente, aunque fuese una realidad el día de mañana. El estado de emergencia existe en el tiempo presente, desde la mañana al amanecer, y no “por si acaso”, sino ahora mismo de forma ininterrumpida. Ya hablan los políticos de una prórroga posible de este estado de emergencia.

Yo no estoy en guerra. Me declaro en paz y con el mundo y con la vida. Elijo el camino de la Nación Humana Universal. Elijo la diversidad, el intercambio, la solidaridad, la no violencia activa y el compartir como riqueza única de la que me hace falta para sentirme bien con los demás seres humanos y conmigo misma como ser humano. No elegí nacer, pero elijo proteger la vida lo mejor que pueda. El día en que cerraré los ojos para recorrer otros espacios, quisiera sonreír.

Traducción: Marie Dufouleur

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