Montenegro es un pequeño país de 600.000 habitantes, resultado de la fragmentación que afectó a la ex Yugoslavia. Es un estado soberano desde 2006, cuando se separó de Serbia en un referéndum muy controvertido, ya que el umbral mínimo necesario para que sea válido solo fue superado por 2.300 votos. Se trata de un estado multinacional y su nombre es, por desgracia, tristemente vinculado a la trata de personas, en la que se encuentran involucrados funcionarios del estado.

La oposición interna a la entrada de la OTAN, es muy grande. En una encuesta de 2009, la mayoría se pronunció en contra de la entrada en la alianza. El Movimiento por la neutralidad de Montenegro denunció la injerencia constante del embajador de Estados Unidos en la vida política y democrática del país.

Para los EE.UU., la entrada de Montenegro en la OTAN significa extender el control militar, y no solo a otro país del antiguo bloque soviético. Incluso aquellos que apoyan la alianza atlántica se dan cuenta que, extender una invitación formal a Montenegro en este momento, es una clara provocación contra Rusia; es como arrojar gasolina al fuego.

En 1990, para superar la oposición soviética a la reunificación de Alemania, sabemos que, por un lado, el canciller alemán Kohl aseguró a Gorbachov que «la OTAN no se extendería para incluir el actual territorio de la Alemania del Este»; y, por otro lado, el Ministro de Relaciones Exteriores, Genscher, hizo llegar el mismo mensaje a su homólogo soviético, Eduard Shevardnadze: «La OTAN no va a expandirse hacia el este; esto es un hito para nosotros». Garantías similares también fueron dadas verbalmente por el Secretario de Estado norteamericano, Baker. Jack Matlock, el embajador de Estados Unidos en Moscú en el momento, confirmó públicamente que la Unión Soviética había recibido un «compromiso claro» en este punto.

Y, efectivamente, al menos al inicio, la OTAN ha evitado la expansión hacia el este, excluyendo a Alemania en su conjunto. Eso cambió en la década de los noventa, cuando se inició un proceso de ampliación de la alianza a los países de la antigua Unión Soviética, hasta llegar a las mismas fronteras de Rusia con la adhesión de los países bálticos.

Hoy, EE.UU. pretende hacer entrar a la OTAN también a Ucrania, Finlandia, Suecia, Macedonia, Bosnia y Georgia. Esta es una clara agresión contra Rusia e incluso China. En Europa occidental está empezando un movimiento de oposición – especialmente en Alemania y Francia – a esta política que claramente muestra ser no defensiva, sino agresiva. Es necesario y urgente que también países como Italia y España, y especialmente los países del antiguo bloque soviético, abandonen la vieja lógica de la esfera de influencia opuesta, y hagan valer su soberanía con una política de no alineamiento y de cooperación con todos.

En Italia, el Comité «No a la guerra, No la OTAN» con la campaña «La paz necesita también de ti», quiere sacar al país del sistema de la guerra y aplicar el artículo 11 de la Constitución, que dice: «Italia repudia la guerra como instrumento de agresión contra la libertad de los demás pueblos y como medio de solución de los conflictos internacionales».