Recordé una frase significativa por estos días «lo único permanente es el cambio». Continué la reflexión pensando en que lo importante es en qué sentido y dirección va ese cambio. Porque hoy se manipula desde los medios, la publicidad, los políticos, las grandes empresas, los distintos poderes concentrados, fuertemente el sentido de las palabras que para los seres humanos tienen «carga» afectiva, términos que cuentan con gran valor y significado. Todos solemos querer cambios, y solemos asociar el término a un cambio positivo, favorecedor para nosotros y nuestros seres queridos.

Esta reflexión viene en relación a que en Argentina se disputan por estos días la captación del electorado dos candidatos para ocupar la presidencia del país, de cara al balotaje del 22 de noviembre: Daniel Scioli, del espacio oficialista actual, más progresista y defensor de numerosos derechos de las mayorías; y Mauricio Macri, de derecha y ferviente opositor al gobierno nacional. Se trata de un momento histórico, podría pensarse, ya que según se decida una cosa u otra pueden ser distintas y grandes consecuencias para el mediano plazo para el país y la vida de quienes vivimos aquí.

Uno de los candidatos, Mauricio Macri, empresario multimillonario, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hace ocho años, junto con sus especializados asesores de marketing, imagen y publicidad, nombraron a su alianza con el término «Cambiemos» y hablan en su discurso de campaña de que ellos son «el cambio», de que «la gente quiere un cambio». Es impresionante el poder de inserción en el discurso de muchas personas «de a pie», trabajadores, clase media, que han «absorbido» ese discurso, y repiten «queremos un cambio», «se viene el cambio». Si uno profundiza, les pregunta qué tipo de cambio, suelen responder sin una clara argumentación y más bien desde una sensación.

Es claro que los medios masivos de comunicación, lo más concentrados, afines a Mauricio Macri han hecho un eficiente trabajo para «penetrar» en las subjetividades de muchos argentinos. Porque, como dice Silo en sus Cartas a mis amigos «el gran capital domina no solo la objetividad gracias al control de los medios de producción, sino la subjetividad gracias al control de los medios de comunicación e información». En este momento social y político en Argentina, se me hizo cabal, patente, cómo los medios de comunicación pueden dominar la subjetividad de grandes conjuntos humanos sin que estos lo adviertan claramente.

Hay un Principio de Acción Válida (Silo, La Mirada Interna) que ha surgido también en mis reflexiones por estos momentos: «Ir contra la evolución de las cosas es ir contra uno mismo». Los procesos avanzan, tanto los procesos internos, mentales, personales; como los procesos sociales y políticos. Los cambios son constantes. Pero, es imperioso recordar, que los cambios no se dan por sí solos, sino que los seres humanos contamos con una herramienta vital, poderosa, transformadora que es «la intención». Podemos direccionar los cambios en un sentido u otro, podemos intencionar, darle un curso a los acontecimientos que nos rodean y que influirán en las situaciones sociales.

Elevo un mensaje, un llamado, un pedido para que, como habitantes de este suelo argentino, no nos dejemos engañar con la manipulación del sentido de las palabras, reflexionemos, analicemos en profundidad de dónde proviene, quién habla de cambio, si me quiere engañar o no, hacia dónde quiere cambiar, qué intereses tiene quien lo dice. Son días estos para reflexionar y sincerarse. El cambio es constante, está en nosotros y en nuestro pueblo darle un sentido evolutivo, positivo, superador creciente del dolor y el sufrimiento a esa palabra que describe algo que sin dudas es importante para todos.

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