Los movimientos heréticos, el fervor espiritual y la mística femenina que cruzan la Edad Media son lo fundamental de la monografía sobre Matilde de Magdeburgo, producción de Elina Falchi, investigadora del Parque de Estudio y Reflexión Casa Giorgi, con quien hablamos.

Tu monografía sobre Matilde de Magdeburgo y el movimiento de las beguinas observa un momento de gran fervor espiritual y el nacimiento de una nueva mística femenina. ¿Qué te motivó a emprender esta investigación?

Conocí a Matilde de Magdeburgo gracias a una exposición sobre la mística que tuvo lugar en Zurich; al empezar a investigar sobre ella descubrí más tarde al movimiento de las beguinas y la mística femenina que desarrollaron. Todos estos factores me llevaron a la decisión de escribir esta monografía.

También tengo que decir que yo estaba en un momento de búsqueda personal y lo que estas mujeres escribían me sorprendió mucho. Nunca pensé encontrar en la Edad Media una mujer y menos todavía todo un grupo de mujeres que hubiesen tenido experiencias como las que nos dejaron en sus testimonios.

Estas mujeres nos hablan de luz y de amor, como un medio para llegar a la unión mística y esto me producía un encaje, una coincidencia con mi propósito en el trabajo interno. A esto se sumaba un gran deseo de revalorar el trabajo y los aportes de las mujeres al proceso histórico de la humanidad. Y eso no es todo: me siento unida por una suerte de hilo conductor con la energía de estas antepasadas, con las mujeres que antes que nosotros han tenido o buscado la experiencia de contacto con lo Sagrado. Hay energías que me llegan, un algo, una reminiscencia del pasado difícil de explicar con palabras.

Elegí a Matilde de Magdeburgo también porque fue la primera de las beguinas que escribió sobre sus experiencias. Una mujer que describe su experiencia: esto me parece un elemento fundamental.

¿Cuáles son en tu opinión las características más interesantes de este período y del movimiento de las beguinas?

En este periodo (siglos XII y XIII), la Iglesia Católica intentaba consolidar su ubicación central y su poder a través de las Cruzadas y de las reformas, estableciendo por ejemplo que sólo un sacerdote que hubiese sido ordenado por ella era digno de llevar a cabo las funciones religiosas. En resumen, se presentaba como la única y verdadera heredera de los apóstoles. Pero muchos cuestionaron esta posición, ya que el clero no vivía de acuerdo con los principios de los apóstoles, y esto dio lugar al nacimiento de muchos movimientos «herejes», como el de los cátaros.

En el movimiento de las beguinas, en particular, me parece interesante la gran heterogeneidad. De hecho, una gran cantidad de información acerca de ellas no son sino teorías; el origen del nombre y el fundador son inciertos. Se sabe que el movimiento nació en Flandes alrededor de 1150 y se difundió ampliamente en Alemania y Francia y, en menor medida, en Suiza, España e Italia.

Estas mujeres formaban comunidades religiosas fuera de la estructura jerárquica de la Iglesia Católica, buscando un renacimiento espiritual a través de una vida monástica, pero sin tomar votos y se dedicaban a la oración y a realizar buenas obras.

A principios del siglo XII, el número era bastante pequeño, pero hacia el final del siglo el movimiento había experimentado un crecimiento significativo. Era la época de las Cruzadas y las ciudades y los pueblos estaban llenos de mujeres solas, que apoyaban a los pobres y a los mendigos. A principios del siglo XIII comenzaron a formar verdaderos grupos comunitarios, llamados beguinages.

Había también beguinas que mendigaban, que se trasladaban de un lugar a otro predicando; ya que no asumían votos, en algunos grupos que se permitía abandonar el movimiento para casarse o simplemente para volver a la vida anterior.

Las beguinas nunca pidieron que se les reconociera como orden religiosa y ello generó una fuerte reacción por parte de la Iglesia, que las acusó de herejía y las persiguió.

¿A partir de cuáles experiencias de contacto con lo Profundo nace la mística de Matilde y de las beguinas?

Son experiencias personales; muchos de ellas tuvieron visiones (aunque algunas las rechazaran, como Margarita Porete) y por esta razón se habla de mística visionaria. Se sentían llamadas por Dios y conducidas a escribir, por lo que para muchas la alternativa era escribir o morir y utilizaban el lenguaje erótico, como si hubiesen encontrado a Dios en sus dormitorios.

La redacción de estas mujeres surgía del deseo insaciable por un todo que es nada; su viaje terminaba entonces siempre en la anulación, en un punto en el que no se sentía ni placer ni dolor, en el que el yo era vencido.

¿Cuáles son los aspectos de su experiencia que te impactaron más?

Estas mujeres tenían un estilo de vida claro, que proponían a los demás. Podemos suponer que no sólo tuvieron experiencias de contacto con lo Profundo, sino que también eran maestras y transmitieron estas experiencias a sus discípulas o hermanas. Matilde de Magdeburgo pasó los últimos años de su vida en el monasterio de Helfta, que acogió a otras dos grandes místicas, Gertrude de Helfta y Matilde de Hackeborn.

Me llamó la atención la decisión de no abandonar al mundo, sino vivir de acuerdo con sus principios y asistir a los enfermos y a los mendigos. Las grandes comunidades donde vivían estaban de hecho en las ciudades o en sus entornos.

¿Qué influencia tuvo Matilde y otras mujeres como Hildegarda de Bingen y Marguerite Porete en los místicos y teólogos de épocas posteriores?

En los siglos XII y XIII la mística femenina era de fundamental importancia en Alemania y los Países Bajos, y más tarde en Italia y Francia. A pesar de la persecución de la Iglesia, estas místicas gozaba del respeto y el reconocimiento de sus contemporáneos y ejercían una gran autoridad espiritual sobre ellos. Lograron romper la tradición de que sólo los hombres podían hacer frente a temas espirituales y lo hicieron abandonando el latín, optando por las lenguas vernáculas y presentando el resultado de sus investigaciones personales, una religiosidad sin intermediarios, en contacto directo con Dios.

En el trabajo de estas mujeres el individuo aparece en primera persona, con una nueva relación con la vida y el ser humano, que comienza a ocupar una posición central.

Se cree que el gran místico alemán Meister Eckard haya leído los escritos de Matilde de Magdeburgo. Juliana de Norwich, Catalina de Siena, Teresa de Ávila, Juan de la Cruz y probablemente muchos otros, incluso del nuevo continente, seguramente fueron influenciados por estas mujeres.

¿La imagen de la Edad Media como una época oscura ha cambiado para después de este estudio?

Sí, mucho. Para mí ya no es posible hablar de un período oscuro, sino más bien de una era atravesada por un gran fervor religioso y por la búsqueda de una nueva forma de espiritualidad. Las experiencias de contacto con lo Profundo través del Amor y la «Luz que fluye desde la divinidad» de Matilde de Magdeburgo siguen acompañándome.

El texto completo de la monografía se puede descargar de: http://www.parcocasagiorgi.org/centro-studi/category/436-marta-elina-falchi-matilde-de-magdeburgo.html