La enorme afluencia de refugiados llegados a Europa a través de Grecia no es nueva, aunque en el 2015 se produjo un aumento significativo: 450.000 personas, provenientes principalmente de Siria, Afganistán y en menor medida desde Irak.

Si bien en el pasado las cifras fueron inferiores, el tratamiento era tan duro que suscitó varias denuncias de abusos contra los derechos humanos por parte de Amnistía Internacional y de Médicos sin Fronteras, incluso las críticas de la Comisaría Europea de los Derechos Humanos Muiznieks. Los migrantes indocumentados se quedaron hasta un año y medio en los centros de refugiados y los procedimientos de asilo de detención fueron largos. A veces, fueron puestos en libertad y luego encarcelados de nuevo.

Las cosas empezaron a cambiar en enero de este año, con el nuevo gobierno de Syriza y la instalación en el Ministerio de Inmigración de una abogada conocida por su compromiso con los derechos humanos. Se creó un equipo de expertos para facilitar y acelerar los procedimientos en los centros de asilo, mientras que los de detención fueron cerrados y sustituidos por cuatro campos abiertos, desde los que se puede salir en cualquier momento. Desde El Pireo y del centro de Atenas comenzaron a partir los autobuses hacia Macedonia y Serbia, desde donde luego los refugiados continúaron hacia el norte. Incluso se cambió la terminología, de «inmigrantes ilegales» a «refugiados».

Estos cambios provocaron la reacción de las fuerzas más conservadoras, de Alba Dorada y de gran parte de los medios de comunicación, que se han unido las campañas terroristas habituales con ataques despectivos contra los refugiados y la nueva ministra. Como ha sucedido en otros países, sin embargo, todo esto ha llevado a muchas personas a ofrecer ayuda y a desarrollar la solidaridad con los refugiados. Los habitantes de las islas de Lesbos, Leros, Kos y Samos, donde hasta ahora llegan hasta 2.000 personas al día, se movilizaron para recoger y distribuir alimentos y ropa. En Kos a menudo se han enfrentado con el alcalde que es afín a Alba Dorada, siempre dispuesto a obstaculizar las iniciativas de solidaridad y las medidas del gobierno. A mediados de agosto, correspondiente al tradicional período de vacaciones, en Atenas y en otros lugares, incluyendo la frontera con Macedonia, las asociaciones y ciudadanos se organizaron para cocinar, cuidar a los niños, proporcionar atención de salud, etc. En el Pireo se suministran incluso actualmente quinientas comidas al día para los refugiados y también para los griegos sin hogar. Facebook se ha convertido en una herramienta útil para la información y la coordinación para atender las necesidades más urgentes y para poder reunirse diariamente. Junto a esta increíble ola de solidaridad se manifestaron también personas dispuestas a sacar provecho de la situación, cobrando cantidades exorbitantes por alimentos o por un traslado en taxi, además de los criminales asociados con los que cobran caro a quienes llegan como refugiados a Grecia.

La situación podría empeorar con el nuevo gobierno que asumió después de las elecciones de septiembre: la abogada y activista ha sido reemplazada por un nuevo Ministro de Inmigración que hizo alusión a la posibilidad de reabrir los centros de detención, pero esta vez «respetando los derechos humanos». Como nota positiva, se mantiene la ola de solidaridad hacia los inmigrantes que se produjo en medio de la crisis económica más grave que haya postrado al pueblo griego.

Gracias Marianella Kloka y Jai Mexis por la información proporcionada.