Renzo Alexander García hace parte del Comité Ambiental en Defensa de la Vida. Tuvimos la oportunidad de conversar con él allá, en el Tolima colombiano, donde las comunidades resisten frente a la minera Anglo Gold Ashanti. Esto fue lo que nos contó sobre la experiencia organizativa del Comité, una experiencia inspirada en otras… y sin duda, inspiradora para otras.

Sobre el surgimiento del Comité

El comité surge en el año 2011 básicamente por un diagnóstico y conocimiento de experiencias organizativas de defensa territorial de Colombia y de otros países de América Latina. Decidimos conformar una plataforma de organizaciones sociales en la que se integran Ong´s ambientalistas, de derechos humanos, sectores estudiantiles y universitarios, movimientos de izquierda y también llegaron en algún momento representantes de empresas.

La idea la tomamos del proceso que venían adelantando en el Páramo de San Turbán contra la que hoy es Eco Oro. Cuando nosotros conocimos esa experiencia dijimos “eso es interesante, es lo que debemos implementar”. El cambio que hemos hecho es integrar el arte, la fiesta, lo lúdico, la cultura en la movilización. Nuestras marchas se llaman Marcha Carnaval en Defensa de la Vida, del Agua y del Territorio y, justamente por sus elementos lúdicos, artísticos y festivos, ha generado empatía en la sociedad tolimense. El Comité busca generar prácticas y discursos de resistencia que apelen a otras sensibilidades.

Sobre la opción por la No violencia

En Colombia hay un modus operandi de las empresas transnacionales y de los gobiernos: cuando las comunidades salen a defender sus legítimos derechos y teniendo la razón, la respuesta es siempre estigmatizante: somos guerrilleros, terroristas, vándalos. Entonces pensamos que no podíamos dejarnos apretar por ese discurso que estigmatiza y criminaliza. Por eso, desde el inicio nos definimos como movimiento no violento. Nosotros defendemos la vida en todas sus manifestaciones.

El Comité es un nuevo espacio, en el que proponemos la articulación con movimientos sociales populares, urbanos, indígenas, campesinos, saliendo de los límites universitarios. Ese paso de apertura se dio también al tiempo que comprendimos que la lucha contra La Colosa, el proyecto minero a tajo abierto, no podía quedarse únicamente en Cajamarca o en Ibagué, porque ese proyecto minero se mueve en una lógica internacional que responde al modelo capitalista y entendimos que si queremos detenerla debemos enfrentar ese modelo de desarrollo que le quita los derechos a las comunidades y a la naturaleza. Estamos caminando hacia la construcción de un movimiento regional con perspectiva nacional, latinoamericano y mundial.

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Sobre los principios del Comité

Son principios que nos han dado un grado de identidad. Uno de ello es que nuestras acciones son de carácter colectivo. El protagonismo no es individual sino que tiene que ser de conjunto, tiene que lograr mover múltiples perspectivas de pensamiento y corazón. Lo que queremos hacer es implementar un proceso horizontal, que se mueve en una lógica asamblearia. Nosotros nos reunimos todos los sábados y las reuniones son parte de nuestra cotidianidad. En esas reuniones definimos vocerías, funciones, roles y participación en diferentes actividades a las que nos convocan. Es fundamental superar el individualismo, aprender a pensar en conjunto y ser en colectivo.

El segundo principio está ligado al origen de muchos de los que participamos en el Comité, que es un origen académico, universitario. Y en la universidad hablamos mucho y hacemos poco. Entonces el principio es “cualquier acción es mejor que ninguna”. Es necesario diagnosticar, estudiar, pero lo fundamental es generar acciones que nos permitan transformar la realidad y superar los problemas que estamos enfrentando.

Un tercer principio es que estos procesos tienen que convertirse en una nueva forma de vida. Tenemos que apagar nuestros egos y nuestros apegos. No estamos aquí para que nos vean, aquí estamos tratando de demostrar que es posible un ejercicio colectivo y hemos tratado de insistir en que nuestra dignidad no tiene precio. La vida en nuestro territorio, no tiene precio. Queremos que respeten la dignidad de las comunidades y nuestras decisiones sobre nuestros territorios.

Si nosotros vemos que hay propuestas que funcionan en otros lugares, nosotros las tomamos, aprendemos de las experiencias de otros, del pensamiento de otros. No partimos de cero y este es el cuarto principio. Somos un acumulado histórico.Copiamos los aciertos de otros y evaluamos las dificultades que vivieron.

Reflexiones finales

Antes pensábamos que la lucha importante era por únicamente por las condiciones materiales. Cuando comenzamos a comprender mejor al planeta nos comenzamos a replantear nuestra propia forma de vida y nos encontramos con el pensamiento del Mario Mejía Gutiérrez que nos decía que la pobreza no se resuelve solamente con plata ni en el mundo de lo material. Nos decía que hay que superar la pobreza a través del crecimiento ético, intelectual y espiritual. En la medida en que veamos el mundo de otra forma, en que nos relacionemos de otra manera con nosotros mismos, con los otros y con la naturaleza, vamos a entender qué somos no por lo que tenemos en el bolsillo sino por lo que pensamos, por lo que sentimos y lo que somos.

Quiero cerrar con una frase de un amigo de la ONG colombiana Suna Hisca “Si soñar no cuesta nada, por qué somos tan tacaños con nuestros sueños”. Nosotros queremos aprender a soñar en colectivo porque en la medida en que nuestro sueño sea conjunto, se hará realidad”. Nos han robado la posibilidad de creer que este mundo puede tener otras formas, otros colores, otras prácticas, otras relaciones. Queremos recuperar esa posibilidad.