Viernes 25 septiembre de 2015

Ayer, después de haber limpiado las calles, los burkineses han celebrado el Tabaski, la fiesta musulmana ligada al sacrificio del carnero. Aquí todas las fiestas son compartidas por todo el mundo más allá de la afiliación religiosa. La situación se ha normalizado rápidamente y esta mañana el primer Consejo de Ministros post golpe ha fijado las elecciones para el 22 de noviembre.

Ahora es necesario hacer un resumen de lo que ha sucedido esta semana, también para comprender los escenarios futuros no solo en Burkina Faso, sino también en toda África Occidental.

El fin del régimen

Lo que es cierto es que hemos visto el último suspiro de un régimen que duró 28 años. Con el «bajada al llano» de Dienderé, la mente militar y la armada de Blaise Compaoré, con su derrota, con la disolución del Regimiento de Seguridad Presidencial, podemos decir que la época caracterizada por el miedo, la represión de la oposición, el asesinato como práctica política, finalmente será historia y tema de las cárceles de la nación. Es cierto que sigue queda el CDP (Congreso para la Democracia y el Progreso) partido creado por el ex presidente y brazo político de sus crímenes, pero ahora está claro que se mantendrá como testimonio de algún viejo nostálgico.

Sankara vive

Otra cosa cierta y que refuerza la anterior, es que estas personas han demostrado una vez más su determinación de dar vuelta la página. Hemos utilizado un montón de palabras para tratar de describirlo, pero esto no es suficiente. El orgullo aquí se ve en los ojos de un niño, en los lentos movimientos de una mujer, en la ruda sonrisa de un campesino.

Y entonces en necesario conocer la historia de Thomas Sankara para comprender cómo ha podido nacer, crecer y vivir durante tantos años en el corazón de los burkineses esta gran «inteligencia colectiva».

El levantamiento popular del mes de octubre de 2014 y la resistencia al golpe de Estado han demostrado que un pueblo unido gana. Y esta unidad no es solo una idea, sino una acción, y sobre todo un sentimiento universal, un sentimiento humanista, un sentimiento que pone la vida humana antes que nada. El ejemplo de Burkina Faso es el heraldo de una nueva sensibilidad joven que ya ha nacido y que busca hacerse espacio reclamando el derecho a vivir en un mundo más justo. Y la práctica no violenta adoptada es el sello de esta revolución cultural, incluso antes de la política.

¿Qué cambiará?

El 22 de noviembre habrá elecciones y, salvo sorpresa, ganará el MPP (Movimiento Popular para el Progreso). El nuevo presidente será Roch Marc Christian Kaboré. Este partido nació hace un par de años y está formado por disidentes del antiguo régimen que habían comprendido el perfil autoritario de Blaise Compaoré. Kaboré está estrechamente vinculado a los poderes fuertes local e internacional, y ha sido presidente del banco más grande del país durante años. Es fácil predecir que la situación política, económica y financiera no va a cambiar mucho, pero eso no quita la importancia histórica de este acontecimiento. En primer lugar, porque en todo caso está definitivamente ligado al derecho constitucional de la alternancia democrática después de dos mandatos. Y debido a que la sociedad civil ha desarrollado la madurez necesaria para controlar lo que hacen los políticos. Estamos lejos de la configuración de una verdadera democracia real, pero la experiencia de Burkina Faso también ha demostrado que el camino hacia la verdadera democracia no solo se hace por las leyes que obligan a los representantes del pueblo (diputados) a mantener sus promesas. Las bases de la democracia real están en la sociedad civil, en el deseo de estar interesado en la «Res Publica», en el deseo de interesarse por los otros más allá de la ubicación personal en la sociedad.

África, mi amor

Entre 2015 y 2016 los ciudadanos de al menos una docena de países africanos irán a las urnas para elegir a sus líderes políticos, con las elecciones presidenciales y generales. En algunos casos, el voto será turbulento, mientras que en otros no habrá repercusiones particulares.

En todos los casos, la experiencia de Burkina Faso estará allí para mostrar el camino, y los políticos, los grandes poderes que los apoyan, la comunidad internacional, no podrán ignorarlo. Una generación de jóvenes se ha elevado para demostrar que otra África es posible y esta idea, esta imagen, ya está corriendo rápido por las redes. Hoy la gente celebra por su país liberado de un denso pasado, pero más aún por la esperanza del futuro de todo un continente.