El pueblo de Grecia dice NO a las propuestas de la Troika en el referéndum. El sistema democrático y la esperanza de futuro para Europa salen reforzados.

Las “instituciones” -o sea la Troika- quería que el gobierno griego aceptara unas condiciones draconianas para prolongar el “rescate” económico del Estado y la banca griegos. El gobierno de Syriza estuvo negociando estas condiciones durante varios meses, y finalmente decidió consultar al pueblo, ya que esas condiciones estaban muy alejadas del programa electoral con que este partido ganó las pasadas elecciones generales en enero de este año.

La respuesta inmediata de los gobiernos europeos y el FMI fue oponerse al referéndum, aunque supongo que pronto se dieron cuenta que eso quedaba feo, si pretendían mantener un discurso democrático. Así que cambiaron la estrategia y, acompañados de la mayoría de medios de comunicación privados, comenzaron la campaña por el SI en el referéndum, intentando asustar a la población griega con el fantasma del desastre, para dar así luz verde a la propuesta de la Troika, que no traería más que miseria y pobreza, pero dentro del marco económico europeo.

Sin embargo, el pueblo no se ha dejado convencer y ha votado mayoritariamente por el NO, que en realidad es un SI a la dirección que Syriza pretende imponer a los acontecimientos en su empobrecido país. Es un SI a la esperanza de una Europa de los pueblos, y claramente un NO a una Europa de los capitales.

Hace varios años, cuando comenzaron las “primaveras” árabes en Túnez y Egipto, escribí un breve artículo titulado “La lección de Egipto”, en que reflexionaba sobre la posibilidad de que el ejemplo de estos países se extendiera a los países europeos, algo difícil de prever en ese momento. Sin embargo, poco después despertó el 15M en España, seguido de otras iniciativas similares como Occupy Wall Street, etc. Hoy Grecia dice NO a los planes de ajuste salvaje promovidos por la mayoría de gobiernos europeos y las instituciones financieras internacionales. Este NO puede extenderse a otros países del continente, lo que configuraría un panorama completamente nuevo -y mucho más esperanzador- para el proyecto europeo. En España ya se ven síntomas, y no me extrañará en absoluto que en poco tiempo más estos síntomas se contagien entre las poblaciones. Pido para que se cumpla este vaticinio.