Por Raúl González Bórnez

El 26 de marzo del 2015, Arabia Saudí comenzó una ofensiva aérea contra Yemen sin el aval de las Naciones Unidas, pero con la luz verde de EE.UU., en un intento por restaurar en el poder al fugitivo ex-presidente Abdu Rabu Mansur Hadi, un fiel aliado de Riad. A fecha 20 de mayo, después de 56 días de incesantes bombardeos, más de 3979 civiles yemeníes han perdido la vida y más de 6000 han resultado heridos a consecuencia de los mismos.

Aeropuertos civiles, aviones comerciales, mezquitas, edificios, hospitales, puertos, silos de grano, estaciones de servicio, casas, todo el país es objetivo de las bombas de los aviones saudíes, en especial en la ciudad capitalina de Saná y en la provincia norteña de Saada.

Según fuentes locales, a primeras horas de la madrugada de este miércoles 20 de mayo, cazas saudíes bombardearon varias partes de Saná, entre ellas el barrio en el que se ubica el palacio presidencial, mientras que, durante las últimas 24 horas (de madrugada del martes a madrugada del miércoles), aviones de combate saudíes han lanzado más de 200 cohetes contra dos regiones en la provincia de Saada, y todavía se desconocen posibles víctimas de esos ataques.

El vicecanciller iraní para Asuntos Árabes y Africanos, Husein Amir Abdolahian dijo en una conversación telefónica con el enviado especial de la ONU para Yemen, Ismail Ould Cheij Ahmed, con quien abordó la última situación en el país árabe:»En línea con su deber humanitario y moral, la República Islámica seguirá enviando ayuda humanitaria por mar y aire, en coordinación con las Naciones Unidas».

A su juicio, la conferencia de paz para el Yemen, celebrada en Riad entre el 17 y el 19 de este mes de mayo, con la presencia del prófugo presidente yemení y los líderes del Consejo de Cooperación del Golfo, quienes reiteraron su apoyo a la agresión saudí a Yemen y consideraron que la revolución popular yemení ha sido un “golpe de Estado”, pero que no ha contado con la participación de los partidos yemeníes influyentes, es un fracaso.

Por su parte, Nasr al-Din Amer, miembro del comité mediático de Ansarolá, el movimiento revolucionario yemení, declaró: “Esa conferencia, a la cual asistieron el ex-presidente Abdu Rabu Mansur Hadi, y sus partidarios, es completamente ajena a la actual circunstancia yemení y las demandas del pueblo y no tiene ninguna relación con Yemen”.

«Como la conferencia solo ha incluido ataques contra ciertos grupos yemeníes y apoyos a la agresión saudí al territorio yemení, la declaración final de esa conferencia no tiene ningún valor para los yemeníes», recalcó Amer en una entrevista concedida a la cadena iraní de habla árabe Al-Alam.

A su vez, el movimiento Ansarolá llamó a todas las facciones yemeníes involucradas en el conflicto a participar en la próxima conferencia sobre Yemen, que está prevista para el próximo 28 de mayo, en la ciudad de Ginebra, Suiza, bajo la supervisión de las Naciones Unidas.

Arabia Saudí había propuesto un alto el fuego de cinco días que comenzó el pasado martes 12 de mayo por la noche y expiró el domingo 17. Pese a que el propio régimen de Al Saud no respetó el alto el fuego, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) solicitó su extensión, una petición que no recibió respuesta alguna.

El movimiento Ansarolá, a traves de su portavoz, Mohamad Abdol Salam, ya había rechazado la resolución emitida el domingo 15 de febrero 2015 por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) que instaba al movimiento yemení a abandonar de inmediato el poder, con la siguiente declaración: «El CSNU tiene que respetar la voluntad y la soberanía del pueblo de Yemen y ser imparcial».

La resolución del CSNU fue adoptada después de que los ministros de Asuntos Exteriores del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG, integrado por los países árabes ribereños del Golfo Pérsico) instaran al Consejo a que interviniese en Yemen.
En este sentido, Abdol Salam urgió al CSNU a no seguir el ejemplo de los poderes regionales que van en contra de la voluntad de la nación yemení en una flagrante violación de las convenciones internacionales que criminalizan la intromisión en los asuntos internos de los Estados soberanos. Además, aseguró que la revolución yemení no supone ni supondrá una amenaza para otros países del Oriente Medio.

Pese a la petición del CCG, la resolución aprobada por todos los 15 miembros del CSNU no actúa bajo el Capítulo 7 de la Carta de la ONU, por lo tanto no permite el uso de la fuerza militar.

La crisis política en Yemen se agravó el día 22 de enero del 2015 tras la dimisión del presidente, Abdu Rabu Mansur Hadi y del primer ministro Jaled Bahah.

El origen de la crisis es un proyecto de Constitución presentado por el Gobierno de Hadi que se opone al acuerdo alcanzado en septiembre con Ansarolá, bajo supervisión de las Naciones Unidas y que busca dividir el país en seis regiones federales. No obstante, la mayoría de las facciones políticas en Yemen, encabezada por Ansarolá, acordaron el pasado 6 de febrero la creación de un Consejo Presidencial para acabar con el vacío de poder en este país.

El Consejo Presidencial, compuesto por cinco personas, está encargado de formar un gobierno de competencia nacional para un periodo de transición fijado en dos años, tiempo en el que se deberán convocar elecciones presidenciales y parlamentarias.

La Coordinadora Médica de Médicos Sin Fronteras (MSF), Llanos Ortiz, ha alertado que bombardear los objetivos civiles, con o sin previo aviso, constituye una flagrante violación de los derechos humanos. Así mismo, el 6 de mayo más de 22 ONGs de ayuda humanitaria en Yemen llamaron al cese de los ataques saudíes y avisaron de la dramática carencia de combustible y alimentos para la población.

El embajador de Estados Unidos para el Yemen, Matthew Tueller, por su parte, hizo unas declaraciones considerando que Mansur Hadi sigue siendo el presidente legítimo de Yemen y la persona clave para asegurar que Yemen se mueve hacia adelante en un camino pacífico y estable. Mientras aviones de los EEUU suministran combustible en pleno vuelo a los aviones saudíes que bombardean el Yemen.

Sin embargo, el régimen de Al Saud pese a recurrir en sus ataques a Yemen a todo tipo de medidas, incluido el uso de bombas de racimo y de fósforo blanco, no ha logrado ninguno de sus objetivos principales: por un lado siguen los avances de Ansarolá en el territorio yemení y por otro, Mansur Hadi que ha huido a Arabia Saudí todavía parece muy lejos de retornar al poder.

Las últimas noticias hablan de que en régimen saudí ha infiltrado 4.000 mercenarios terroristas del Daesh en el sur del Yemen, que vienen a reforzar los contingente de Al-Qaida y del mismo Daesh que ya operan en el territorio y que prepara nuevos contingentes mercenarios, liberando numerosos delincuentes de sus cárceles para enviarles a combatir contra la revolución yemení.

El recuerdo de las fuerzas wahabíes ha estado siempre asociado con las prácticas criminales de sus ancestros desde que el acuerdo político entre Mohammad bin Saúd y el fundador de la corriente wahabí, Mohammad bin Abdul Wahhab, llevó a que el primero se comprometiera a proteger la ideología del segundo para permitir su expansión a cambio de legitimidad religiosa para su gobierno. Este acuerdo político continúa en vigor hasta hoy día. Los Saúd, que han registrado la península arábiga a su nombre, controlan el poder en Arabia Saudí mientras que el liderazgo religioso está en manos de los extremistas wahabíes. Ya en abril de 1902, Saúd bin Mohammad (el padre de Abdul Aziz) invadió Kerbala y mató a 4.000 musulmanes shiíes y saqueó los Mausoleos Santos “incluyendo el del Mártir Hussein, nieto del Profeta Mohammad.

Mientras tanto, las televisiones y la prensa occidental ignoran totalmente la masacre civilizatoria que está teniendo lugar.